Nota principal > Vivir fumigado
Jorge Herce (M.P. 61766) es médico del Hospital de Junín y referente local del Registro Nacional de Anomalías Congénitas, creado en 2009 en el ámbito del Ministerio de Salud de la Nación para hacer un seguimiento de los casos de bebés nacidos con malformaciones. Y es, precisamente por esa labor, quien detectó algo que rompió todas las estadísticas: dos casos de malformaciones en Baigorrita en 16 meses, “en una población donde eso debería ocurrir cada 100 años”. En los dos casos, tanto Martina como el de otro niño que nació en 2014, los agroquímicos estaban cerca: el camión mosquito era lavado o estacionado en el predio lindero al que vivían las mamás embarazadas.
En diálogo con La Pulseada, Herce explicó la relación entre los agrotóxicos, las malformaciones y los casos de cáncer que se registran en pueblos con desarrollo agrícola sojero.
–Usted registró el caso de Martina.
–Nosotros registramos todas las anomalías congénitas que se dan en los hospitales de la zona. Eso nos permitió ver la llamativa frecuencia de los casos. Que en Baigorrita, una población pequeña, en menos de dos años habían ocurrido dos casos de atresia de esófago, una malformación que ocurre estadísticamente 1 vez cada 3.500 nacimientos. Y en este caso habían ocurrido dos en menos de dos años, en una población donde eso debería ocurrir cada 100 años, porque nacen menos de 30 chicos por año. Lo que llamó la atención fue esa cuestión epidemiológica y estadística: un brutal incremento de la frecuencia que era difícil de explicar desde donde se busque la explicación.
–¿La atresia de esófago, específicamente, se dice que tiene una causa ambiental?
–La causa de la mayoría de las malformaciones son mútiples. En algunos casos está claro la relación ambiental, en algunos casos no está tan claro, y en la mayoría de los casos está en evaluación, porque eso depende de cuestiones genéticas en las que muchas veces se tarda muchos años en determinarse qué cosa afecta qué gen, para que se produzca determinada malformación. Lo que hay son estudios epidemiológicos porque obviamente estudios experimentales en humanos no se pueden hacer. Estos estudios permiten vincular una cosa con otra. El ejemplo más claro es el del tabaco: la cantidad de años que tardó en demostrarse acabadamente la vinculación entre cáncer y tabaco, cuando epidemiológicamente eso se sabía desde hace siglos. Recién ahora se sabe exactamente dónde actúa, que es lo que modifica. Con respecto a algunos pesticidas como el glifosato, hay algunos avances sobre todo los que logró Andrés Carrasco sobre el tema, que lo vinculan a algunas cuestiones que en la práctica empiezan a ocurrir. Lo que está claro es que epidemiológicamente hay una relación entre pueblos fumigados y la frecuencia de malformaciones y cáncer. Eso está claramente demostrado en infinidad de poblaciones del sur de la provincia de Santa Fe y de Buenos Aires. Los trabajos de (Damián) Verzeñassi y (Medardo) Ávila Vázquez lo demuestran. Claramente se ve la vinculación entre el uso de pesticidas con el aumento de la frencuencia de cáncer y de enfermedades congénitas.
–Esa demostración científica, ¿cómo hace para trasladarse a una acción política concreta, instalado el problema de la soja transgénica en Argentina hace 20 años, para evitarlo?
–Es una lucha que mucha gente viene haciendo desde hace mucho tiempo: primero, instalar el tema del extractivismo. No debemos olvidarnos que la sojización del agro argentino forma parte del modelo extractivista. Junto con la soja que se llevan, se llevan también el suelo. La semillita, cuando se exporta, se lleva buena parte de nuestro suelo. Hay muchas personas imprescindibles que han estado trabajando en este tema y cuesta ponerlo en la agenda pública por razones obvias que tienen que ver con lo económico. En lo local, la lucha del Foro Ambiental de Los Toldos, de personas como María Liz que se han visto afectadas, y algunos que tratamos de colaborar, lo que se ha logrado es la reglamentación de zonas de exclusión libres de agrotóxicos. Esas legislaciones locales siempre son complejas, lo que argumentan los municipios es que son difíciles de controlar. Acá se logró una ordenanza que limita el uso de agrotóxicos: son pequeñísimos avances. Mientras tanto, hoy tenemos un Ministerio de Agroindustria, ya no se llama de Agricultura, lo que es muy significativo. Está proponiendo fumigar a 30 metros de las viviendas, asegurando que la deriva (de los tóxicos) no existe, y un montón de falacias, que retrasan los avances que se han hecho. La disputa política es muy amplia y para eso los medios de comunicación son fundamentales en poner este tema en la agenda de la gente y de la política.