“Hay que luchar contra la corriente neoliberal”

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Entrevista a Janeth Maribel Urcuhuaranga, la historia del movimiento en una mujer

 

> NOTA CENTRAL: MANTHOC, El largo camino de la pedagogía de la ternura

Entrevista: Débora Elescano

Janeth Urcuhuaranga fue vendedora ambulante y forma parte del MANTHOC hace 37 años, casi desde los inicios. Llegó a los 8 años, a través de un grupo parroquial al que pertenecía. Participó de la primera asamblea del movimiento en 1984. Viajó por el mundo llevando la voz del movimiento. Hoy coordina la Casa del Yerbatero, ubicada al pie del cerro El Agustino. El espacio comenzó en 1988 como una institución para niños en situación de calle, aunque pronto se reformuló hacia un proyecto educativo y recreativo para los NNATs. “En el MANTHOC hablamos que educación, trabajo y recreación tienen que ir unidos de la mano”, dice Janeth y comienza a narrar la experiencia y sus transformaciones en el tiempo.

“La mayoría de los padres de los chicos que vienen, han sido migrantes, han venido de la parte sierra del país –cuenta–. Ahora también hay de la selva, pero antes era generalmente de la sierra, y bueno, la mayoría ha sido asentamiento humano. Ahora esta nueva generación, ya no son propietarios de las casas, aunque sea en los cerros, viven en vivienda alquilada, por lo que hay muchos problemas de riesgo de sufrir abuso sexual, de drogadicción, de pandillaje, incluyo los chicos en su familia tienen alguien que consume, entonces es bastante fuerte esta situación, como viven en casas alquiladas, cuartitos, en una casa hay como cinco cuartos de diferentes familias, entonces no sabes con quién viven. Atendemos esta situación. Aparte, estos chicos son trabajadores. Trabajan generalmente en el verano, y también en julio, en las vacaciones de medio año, y durante todo el año, a veces fines de semana, porque el resto del tiempo lo dedican al estudio. La casa ha funcionado desde 1990 para niños trabajadores, ha tenido diversas generaciones, incluso niños que han sufrido de TBC que han fallecido aquí mismo, por la situación de pobreza, por la alimentación, y por eso es que tenemos un comedor también: para atender la necesidad básica de ellos”.

“En este tiempo todos los movimientos se han desarticulado, incluso los sindicatos de trabajadores no tienen esa fuerza, entonces los chicos tampoco tienen una imagen de organización aparte de sus padres. El neoliberalismo nos ha puesto el consumismo como pantalla, entonces todo el mundo va por ese rumbo. De consumir aunque no tenga para comer. Nuestros chicos del MANTHOC tampoco escapan a ello, porque están inmersos en este mundo. Se hace más complicado trabajar… Hay que luchar contra una corriente neoliberal, con todas sus características, y hacer una propuesta mucho más política de organización o de incidencia social, yendo a gobiernos locales, con propuestas”, añade.

¿Cómo fue el proceso de las escuelas de niños trabajadores? –preguntó La Pulseada.

–Después de varios años de trabajo, hubo una asamblea en que se debatió la parte educativa. Ahí se habla en la Asamblea Nacional mantener una escuela para niños trabajadores y se inicia un proceso. De ahí nos encargan a nosotros conocer otras escuelas alternativas. Los primeros servicios del MANTHOC que se abren son la Escuela en Ciudad de Dios (1986) y la Escuela de Cajamarca. Con el crecimiento de las necesidades de los NNATs, el MANTHOC abre la Casa en Villa María del Triunfo (1986), la Casa Franco Macedo en Yerbateros (1988). Esto fue el inicio para que en los años siguientes surjan los hospedajes en Ayacucho y Cajamarca, así como las experiencias de alternativas laborales entre otras.

¿Tenían sus propios planes de estudio esas escuelas?

–Las dos escuelas tienen su propio plan para trabajar la educación, pero a la vez acogíamos del Ministerio un 60 por ciento y el otro 40 por ciento lo complementábamos nosotros, para que vaya acorde y también tener permiso del Ministerio, porque los chicos tienen que tener los documentos del Estado, porque si no, ¿cómo van pasando de año? Toda esta propuesta alternativa que tenemos de la parte educativa era para sustentar nuestro enfoque del MANTHOC, porque siempre hablamos de educación. Y si hablamos de educación y no tenemos algo para decir, “sí, hay una experiencia interesante que hemos logrado con las escuelas, con chicos que han desertado porque los maestros no los entendían o porque la educación era muy teórica”’. Entonces a través de la panificación, o de la crianza de cuis, o de cosas concretas los chicos pueden aprender. En el caso de la Escuela de Lima cerró porque ya no contamos con presupuesto para el pago de los maestros, entonces no pudimos continuar con esta experiencia.

Desde niña trabajas en la promoción del MANTHOC a nivel internacional, ¿qué lugares recordás desde esta tarea?

–En 1989 y 1990 fui a Argentina. También en el ’89 me piden que vaya a Centroamérica. Me tocó ir a Panamá, Nicaragua y Guatemala, para contactar organizaciones o motivar a los grupos parroquiales o club de madres, para que formen la organización allá. Estuve con las madres maestras en Guatemala, en Panamá, con los padres capuccinos, que estuvimos motivando y posteriormente nacen las Natras. Luego en Nicaragua, con chicos en situación de calle, o niños que se dedicaban a la prostitución… Luego me tocó ir a Brasil, con los mininos y mininas de Rua, pero fueron por otra corriente, la de la abolición del trabajo infantil, luego. Primero estuvieron entendiendo nuestro trabajo, pero todo el mundo es libre de elegir el camino que desea ir. Pero igualmente nosotros los considerábamos bastante, fuimos a un evento que nos invitaron, trabajamos ahí en un pronunciamiento. Me acuerdo que hubo un evento con Lula, todavía no era presidente y ahí estuvo. Los chicos les decían que el Escuadrón de la Muerte los mataba y le peguntaban cómo él se comprometía si llegaba a la presidencia. Fue interesante, un momento bastante político y el compromiso de Lula frente a ello.

También me tocó ir a Italia, a trabajar con el Movimiento Laico para América Latina. Muchos decían “pobrecitos, no deben trabajar”, y nosotros fuimos a llevar otra mirada, de que no éramos pobrecitos, sino que presentamos alternativas a una realidad que existía en nuestro país. Queríamos seguir organizando de esa forma, hablamos de protagonismo y todo eso. Fuimos por casi toda Italia. Terminando el trabajo pasamos por Alemania y por Francia, para hacer concientización. Después me tocó ir, ya mucho más grande, como colaboradora voy al África y ahí también fui a impulsar para que el movimiento sea para niños también, entonces había que hablar de protagonismo, de que estén presentes los chicos y todo eso. Pero fue interesante todo mi proceso, creo que eso me ayudó a identificarme con el MANTHOC y por eso hasta el día de hoy sigo…

¿Qué le dirías a esa niña de ocho años que eras cuando se inició en el MANTHOC?

–Yo le diría que la persistencia y el compromiso hizo que se formara esta mujer que es ahora. La vida en el cerro, donde yo vivo, ha sido bastante difícil, y si no hubiera estado organizada, de repente hubiera terminado como uno más de ellos, como mis amigos que han terminado algunos presos y todo, por la situación de violencia que se vivía.

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