Franny Glass: un personaje de Salinger que vive en Uruguay

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132-FannyGlassGonzalo Deniz fundó un proyecto musical solista, sacó cuatro discos que van del folk americano a la canción del Río de la Plata y logró trabajar con artistas como Fernando Cabrera y Luciano Supervielle.

Por Facundo Arroyo

Hay un departamento en el barrio Ciudad Vieja, uno de los rincones más preciosos de Montevideo. Desde ese lugar se ven unas colinas y a un par de cuadras se puede resolver lo imprescindible: almacenes, librerías, disquerías. Ahí vive Fernando Cabrera, uno de los compositores de habla hispana más importantes de los últimos 25 años (La Pulseada 126). Allí fue Gonzalo Deniz, apenas lanzada su carrera solista, alrededor de 2009, a ensayar algunas canciones. “Su proyecto ilumina el atardecer de Montevideo”, dice Cabrera, y “Franny Glass” se alegra cuando se entera de este cumplido. “Imaginate lo importante que es para mí que un ídolo me diga eso”, asegura en contacto con La Pulseada.

Franny Glass es el nombre del proyecto solista de Deniz, un clase 1986 que comenzó a hacer música con la banda de rock/pop alternativo Mersey (en la que también toca su hermano) y lanzó su primer disco solista en 2007. Lo tituló Con la mente perdida en intereses secretos, y a partir de ahí comenzó a recorrer bares alternativos que lo llevaron a hacerse conocido gracias al nivel de sus composiciones y a la maleabilidad de sus melodías. “Siempre pensé a la canción como un todo”, explica.

En aquellos primeros ensayos, Cabrera lo invitó a tocar algunas canciones en vivo para una serie de recitales que el compositor daría en Uruguay. “Pensé que haríamos canciones de él”, dice ahora Deniz, pero su referente lo apuró y le pidió que ensayaran dos piezas de su disco debut: “32 canciones” y “Cine y libros”. En el desarrollo de su carrera, Gonzalo también compartió escenario con Jorge Drexler y participó en Rêverie, el segundo disco solista del compositor, músico, y dj Luciano Supervielle, también fundador, con Gustavo Santaolalla, de Bajofondo.

Deniz como artista ha experimentado además con la actuación y sobre todo, con trabajos audiovisuales. Sin embargo, es en la canción donde su composición toma cuerpo y se expande. Por esa razón aclara: “Siempre me quise dedicar a la música. Tuve, o tengo, otras inquietudes, como el fútbol, el cine o la actuación, pero siempre en paralelo a ser músico”.

Del folk americano al equilibrio deseado

Luego de su disco debut, Franny Glass grabó Hay un cuerpo tirado en la calle (2009). Estos dos primeros trabajos tuvieron una influencia directa del folk americano. Se hizo hincapié en la buena composición de sus letras y por eso el músico pegó un volantazo para pensar en su tercer trabajo discográfico. No es que quisiera dejar de lado al género folk en su búsqueda, lo que pasó fue que al catalogarlo como un cantor de historias, muy cerca a la tarea de un trovador del folklore de la región, su carrera enfiló hacia un camino que no lo convencía demasiado. Explica: “Creo que justamente me siento cómodo con una cierta maleabilidad en la canción. No me gustaría instalarme en un género. Aunque obviamente la música que hago sea etiquetable”.

Por eso, en aquel momento quería que sus nuevas canciones tomaran fuerza y cuerpo en su conjunto. Entonces buscó el poder de síntesis para sus letras y se encontró con el músico español Xoel López, que terminaría como productor de El podador primaveral, su siguiente paso.

Este tercer disco salió durante 2011 y fue realmente una novedad para la biografía de Franny Glass. Los motivos fueron varios: lo financió colectivamente mediante la plataforma Idea.me, su composición tomó esa fuerza y la síntesis que buscaba, y a raíz de su gran circulación ganó varios premios en Uruguay (dos Graffitis a mejor álbum y mejor compositor en 2010 y 2012). Para esa altura, además, consiguió que editaran sus discos en México (Contrapedal) y en Argentina (Sonoamérica), y comenzó a salir de gira por México, varios países de Latinoamérica y de Europa.

Gonzalo suele manifestar que gracias a la música puede viajar, pero advierte: “Son momentos de soledad que sirven para meditar sobre algunas cosas, ya sean proyectos a largo plazo o el repertorio del próximo concierto. En los viajes muchas veces no necesito distraerme leyendo o escuchando música, si no que me gusta mirar por la ventana y pensar. Por otro lado, siempre me gusta regresar, porque soy muy hogareño”.

Finalmente llegamos al presente y a su mejor momento musical, con Planes, su cuarto disco, editado en diciembre de 2014, que lo tiene de gira permanente. “Cada vez soy más exigente con mis letras. No porque crea que sean importantes. A veces esa exigencia puede ser para simplificarlas, o quitarles peso dentro de la canción”, dice. Así arranca “El campo en ciudad”, canción que abre el disco y se condensa bajo el sonido de una banda que suena firme y decidida. Un country tirado hacia el pop que retoma un atardecer existencial. “¿A qué paso hay que ir / hay qué paso hay que andar, / dónde queda el lugar, / cuánto hay que mentir, / para así convertir, / la mentira en verdad, / el campo en ciudad, / esa ilusión / en redención / y así conseguir / la libertad”. Todo eso dice el cantor apenas en el primer verso de su estribillo.

Si siguiera su instinto

También en contacto con La Pulseada desde algún lugar de Europa del Este— Luciano Supervielle habla sobre su compatriota y deja en evidencia el apodo social de Deniz: “A Lalo lo conocí a través de sus discos y de verlo tocar. Lo considero un gran compositor e intérprete. Lo invité a participar en Rêverie porque es un representante importante de la nueva generación de autores uruguayos y latinoamericanos. Al mismo tiempo tiene un estilo muy personal, mezcla de sus influencias y su personalidad, sereno e intenso al mismo tiempo”.

Gonzalo —o Lalo— aclara que no es muy afín a incluir a otros músicos en sus grabaciones pero que hay situaciones que lo llevan a contradecir esta postura. Cuando eso pasa, dice que esas opiniones tanto de producción como de composición son tomadas en cuenta. “Fijate a qué nivel de importancia se elevan que con Xoel empezamos con algunas colaboraciones y terminó por producirme un disco entero”.

Una de las primeras veces que Franny Glass vino a tocar a La Plata fue al bar Mil9Once, que ya no existe. Esa noche se mostró tímido pero propuso algunas ideas, sobre todo, con su canción “Podador primaveral”. Luego le dio su guitarra, justamente, a Xoel López, para que continuara con aquella fecha organizada por el colectivo itinerante Lachacha Discos, un proyecto que distribuye discos y organiza eventos en base a la música de esos trabajos discográficos.

Hace poco tuvo la chance de volver a la capital bonaerense para presentar su último disco en la nueva casa del espacio cultural C ést la vie. Allí todavía no tenía la edición argentina del disco, que se llama Planes, pero sí la mexicana, que apenas se podía investigar en una pequeña mesa porque no estaba a la venta. Desde un rincón de lo que antes era un patio donde ahora crece un escenario breve de madera, Franny Glass propuso un repertorio con canciones de todas sus épocas. Así pasaron pequeños folks de amores perdidos, tonadas pop con rimas paródicas, algún blues tímido, vals, chacareras psicodélicas, baladas y testimoniales con tremendo sarcasmo.

Por allí, entre las canciones y su guitarra, dijo: “Tuve amigos que sus padres les pegaban con su cinto. / Los hubiera asesinado si siguiera mi instinto”; “Espero estés cuando el terror se queda aquí, / el amor anda suelto por ahí”; “Dicen que las promesas mueren siempre en el mar, / dicen que las princesas no saben nadar”; “Ey canción, te estuve buscando en toda la internet / Pero no encuentro información”. Dijo eso y mucho más. Luego se fue hundiendo en sus propias melodías, que alcanzaron tamaña presencia, como sus letras. Sí, lo logró. Pudo tener ese equilibrio. Así se despidió, como de esta nota con La Pulseada, muy de a poco, casi susurrando. Como si fuera el personaje ficcional de un escritor que redactó algunas novelas y después se escondió en una cabaña. Le restaba vivir y esa fue su decisión. Pero sus personajes quedaron sueltos, como Franny Glass, en Uruguay.

 

Franny Glass

Para despejar dudas, Gonzalo aclara de arranque el origen del nombre de su proyecto solista: “Cuando empecé quería que el nombre tuviera una referencia a la literatura de J.D. Salinger (el escritor norteamericano) porque era lo que estaba leyendo y se había convertido en una influencia en lo que estaba escribiendo. Dentro de los posibles nombres estaban algunos de sus personajes y elegí a Franny Glass porque, entre otras cosas, es el que en español no requiere de una pronunciación forzada. Se pronuncia como se lee, a diferencia de Holden, Buddy o Seymour”.

 

Sobre la música rioplatense

De a poco, la canción del Río de la Plata va tomando entidad en el desarrollo de la música de tradición popular. Tanto para la crítica (generando bateas y etiquetas con ella) como para la producción (sellos que construyen sus catálogos en base a artistas que se dedican a este género) o directamente para el músico (su escucha ya no es tan anglosajona como durante el último cuarto del siglo XX), este género de canción se anima a retomar la tradición y hacerle aportes actuales en un núcleo central de claras manifestaciones contemporáneas.

Gonzalo Deniz arriesga una opinión: “Creo que lo que podemos llamar canción del Río de la Plata, y si realmente eso es un género, está haciendo (o una parte de ella) un proceso extraño que consiste en lo siguiente: en muchos casos somos músicos que crecimos escuchando música en inglés, con sus formas y sus reglas, y ahora estamos tratando de hacer algo más local. Lo extraño de esto es que tuvimos una educación musical extranjerizante y ahora estamos acercándonos a lo propio como algo extraño. Y es difícil, porque de alguna manera ese hábitat natural termina no siendo algo tan natural. Es como un complejo de Tarzán. Como tratar de caminar de manera normal en la ciudad luego de haber sido criados por gorilas”.

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