Nota principal: “Estamos demostrando que sí merece la pena luchar”
Al cierre de este número, el estado del conflicto minero podía sintetizarse así:
* Belén, Catamarca: suspensión del corte de ruta y estado de asamblea permanente en la plaza luego de la liberación de 30 detenidos en la represión del 9 de febrero.
*Tinogasta, Catamarca: se reanudó la protesta sobre la ruta en estado de alerta por la brutal represión con balas de goma, gases lacrimógenos y perros el 10 de febrero.
*Amaicha, Tucumán. Desalojo el 10 de febrero. Se mantiene el corte de ruta.
*Andalgalá, Catamarca. Varios cortes de ruta, tanto de sectores pro como anti minería. Muchísima tensión. Y un estado de sitio creado por grupos de choque que apaña la Policía local. Patotas de las empresas contratistas patrullan los accesos a la ciudad, impiden el ingreso de pobladores y periodistas y crean un cerco informativo (imposibilitan la comunicación con Belén y Tinogasta y las comunicaciones telefónicas entre asambleístas, y la radio comunitaria El Algarrobo fue intervenida). El pueblo está acompañado por el equipo del Servicio de Paz y Justicia, que preside Adolfo Pérez Esquivel, aunque al cierre de esta edición ese organismo tampoco había podido entrar.
Es la primera vez en 15 años que asambleístas y vecinos en Catamarca pelean juntos en una batalla desigual por sus recursos, su territorio y su vida. Contra la megaminería, el saqueo, la depredación y la miseria a que serán arrastrados. Se escucha decir, repetidamente, a los históricamente silenciados: “Nos van a matar el pueblo”.
Se cumplen dos años del “Andalgalazo” —una masiva movilización que hubo en esa ciudad en repudio a la represión policial sufrida por opositores al avance magaminero— y en Tinogasta acaba de haber otra represión brutal por el mismo conflicto. Pero ellos no se callan. Volvieron a la ruta a bloquear el paso de camiones que transportan cianuro y explosivos hacia la mina La Alumbrera pese a que las policías provinciales están reprimiendo bestialmente, aunque haya bebés y niños, y a que el gobierno nacional ha respondido con la puesta en escena de un supuesto obrero minero pidiendo que esos “tres o cuatro pseudoambientalistas” los dejaran trabajar.
Oscuras postales de un país que no queremos. Que creímos haber dejado atrás.