Si hay algo que es siempre bienvenido entre los pibes del Hogar son las pelotas de fútbol. De cuero, sintéticas, de marca, sin ella, nuevitas y brillosas o gastadas y con gajos sueltos… Todas sirven para despuntar el vicio en la canchita de al lado de la casa del Chino. Ese rectángulo de 40 por 15 jamás vio crecer un pasto, porque no pasa un sólo día sin que los chicos armen picaditos, bases, veinticincos o simplemente unos penales. Suele verse poco juego en equipo, pero mucha gambeta, pique corto y caño. Bien de rioba el estilo. Y por eso es tan preciado un esférico en el grupo. Tantas patadas hacen que hasta las más resistentes pelotas sólo duren algunos días. Eso sin contar los enemigos que bordean el campo de juego como los cardos y talas, que ya tienen varias pinchaduras en su haber. Por suerte, en el Hogar contamos con muchos amigos, y sin dudas entre ellos podemos nombrar a la gente del Torneo el Campito, que se juega los sábados en el predio de 98 y 16. Sí, ahí donde hubo alguna vez un «cementerio» de cupés Torino. La cuestión es que la organización del torneo, nos hizo llegar a través de Patricio Dillon, un montón de pelotas y camisetas que pronto podrán disfrutar del zurdazo de Nestitor, los remates de Samuel y las atajadas de Pablito «Caranta». Muchas gracias para ellos y a ver si se animan a jugarnos un amistoso!!!