Hace más de un mes, Madres de Ituzaingó Anexo, Madres de Malvinas Argentinas, Asamblea Malvinas lucha por la vida y vecinos autoconvocados acampan en el predio donde Monsanto intenta construir una planta procesadora de maíz. El momento judicial y organizacional de la medida.
Por María Soledad Iparraguirre
“Sí a la vida. No a Monsanto. Fuera Monsanto de Malvinas y de América Latina”, es el grito que une a estas organizaciones que acampan y bloquean en ese pueblo cordobés. Más de un mes de resistencias. De tensión. De alerta. De enfrentamientos entre trabajadores. De violencia y aprietes. De “Primavera sin Monsanto”. También un mes de encuentros y alegría. De lucha y dignidad.
El acampe se inició con unos pocos vecinos organizados, liderados por Sofía Gatica y María Godoy, de Madres de Ituzaingó Anexo. Con las semanas, distintas voces se fueron sumando. Distintos cuerpos se fueron acercando. Madres, estudiantes, vecinos y asambleístas cordobeses afectados por las fumigaciones y el uso extensivo de agroquímicos, se organizan por turnos y bloquean los puestos por los que intentan ingresar los camiones con materiales de construcción y combustible. En la semana, construyeron un horno de barro. Están en proceso de armar un salón con construcción natural que les permita hacer frente al clima, que sea además, espacio de construcción colectiva y aprendizajes compartidos. Organizan charlas y talleres. El acampe y bloqueo crece. Se afianza. Se consolida.
La madrugada del 18 de septiembre se instalaron en el predio que la multinacional está construyendo en la localidad cordobesa, a poco menos de veinte kilómetros de la capital provincial. “De acá no nos movemos, nos obligaron a defender nuestros derechos. El derecho a la salud y la vida. Nuestra vida no se negocia” sostiene Sofía Gatica en diálogo con La Pulseada. Gatica perdió una beba recién nacida por malformaciones en un riñón. Sus hijos tienen agroquímicos en sangre. Su familia tuvo que dejar el barrio. Sabe que libra una batalla desigual. Pero va al frente. Arremete. “Sabemos que está la orden de desalojo, la justicia, si así puede llamarse, falló otra vez a favor de Monsanto. Pero la voz del pueblo dice que no se va a seguir construyendo, así nos tengan que arrastrar” afirma Gatica.
Septiembre cerró con una jornada cargada de violencia. De impotencias reprimidas. El lunes 30 los manifestantes se vieron rodeados. Policía e Infantería cercaron el predio y los reprimieron salvajemente con bastonazos y gas pimienta. Una vez más, Sofía Gatica y María Godoy pusieron el cuerpo. Para frenar el ingreso de camiones se acostaron en la ruta 88. Pronto, decenas de cuerpos permanecían tumbados en el pavimento.Entre forcejeos y empujones, Gatica fue golpeada al caer al asfalto y tuvo que ser internada algunas horas con leve traumatismo de cráneo. Pidió el alta voluntario y regresó al acampe, donde cientos de jóvenes resistían el embate policial. Por la noche, exigieron la libertad de las dos compañeras detenidas, liberadas a la madrugada. Las tristes imágenes de la represión inundaron las redes sociales, frente al silencio cómplice que mantuvieron los grandes medios. Sobrevino una tensa calma. Sobrevino un apoyo esperanzador.
El premio Nobel de la Paz y presidente del Consejo Honorario del Servicio Paz y Justicia (SERPAJ) Adolfo Pérez Esquivel visitó a los asambleístas y pasó un día junto a ellos. En pleno acampe, en conferencia de prensa Esquivel indicó que “Están aquí por una vida digna, una vida justa. No tienen que ser reprimidos por la policía ni las autoridades. Si es así, hagan la denuncia correspondiente porque no hay derecho. Ustedes deben ser consultados. Una consulta popular que sea vinculante para poder determinar cuál es el deseo de ustedes. La policía, primero, tiene que ser una fuerza preventiva y de seguridad social. Lamentablemente a la policía la han transformado en fuerza de represión y no de seguridad social”.
La medida recibió la adhesión y el apoyo de centenares de organizaciones socioambientales y de derechos humanos.
“A distancia sólo en kilómetros estamos con ustedes, los felicitamos por la fortaleza, el coraje y la alegría que demuestran en la lucha. Ni un paso atrás, seguimos luchando por la Vida, un abrazo militante” Inés Ragni y Lolin Rigoni Madres de Plaza de Mayo Filial Neuquén y Alto Valle.
El historiador Osvaldo Bayer escribió: “Desde Alemania envío mi adhesión al bloqueo de la planta de Monsanto que mantienen los vecinos de Malvinas Argentinas y repudio la feroz y cobarde represión sufrida por los vecinos. Así no se hace democracia ni se crea un país donde la palabra Libertad pronunciada por los héroes de Mayo tendría que repercutir en aquellos que ejercen el poder. Todo crimen se paga, puede pasar el tiempo pero el nombre de los culpables quedará para vergüenza de sus familiares. La palabra Dignidad por encima de todo y mi admiración por los manifestantes».
El 8 de octubre, la titular del juzgado de Conciliación de Nominación de Córdoba Graciela Escudero de Fernández ordenó al municipio de Malvinas que se abstenga de autorizar a Monsanto la puesta en funcionamiento de la etapa operativa de la planta de acondicionamiento y secadora de maíz, “mientras no se cumplimenten los requisitos previos previstos por las leyes, en especial la realización del correspondiente estudio de impacto ambiental”.
Darío Ávila, abogado de Madres de Ituzaingó Anexo, indicó que “el fallo reconoce el derecho de los ciudadanos al acceso a la información pública ambiental, la realización de los estudios impacto ambientales y las audiencias públicas. Pero no ordena la paralización de la obra, permite que continúe hasta tanto se realicen estos estudios”.
Los vecinos reunidos en asamblea permanente piden al intendente Daniel Arzani la realización de una consulta popular vinculante en octubre, junto con las elecciones legislativas. Monsanto y el municipio se niegan a realizar la consulta popular. La planta cuenta con el aval de Arzani, el gobernador José Manuel de la Sota (escrachado en un acto público por permitir el ingreso de Monsanto en Córdoba) y la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Informes preliminares del doctor Merardo Ávila Vázquez, de la organización Red de Médicos de Pueblos Fumigados, señalan que “la fábrica generará una nube de polvo de cascarillas de maíz impregnada de químicos que caerá irremediablemente sobre el pueblo de Malvinas Argentinas”.
Mientras tanto, los vecinos resisten. Saben que se enfrentan a un gigante. Que la lucha es desigual. Pero apuestan a una construcción colectiva. A la toma de conciencia. A que el derecho a vivir en un ambiente sano, el derecho a defender la vida también sea considerado un derecho humano. A una Primavera sin Monsanto.