Dirección: François Ozon
(Francia – Alemania, 2012)
105 minutos
El prolífico, aunque algo desparejo, François Ozon dirigió En la casa. También se encargó del guión, basado en la obra El chico de la última fila de Juan Mayorga. El protagonista es Germain, escritor frustrado que se gana la vida como profesor de literatura en un colegio. Corrige los trabajos de sus alumnos sin dejar de quejarse por su banalidad y desinterés en la lectura y la escritura. Hasta que, para su sorpresa, encuentra una excepción: Claude, que se sienta en la última fila, demuestra tener pasta de escritor. Ocurre que el material que nutre los relatos de Claude es lo que pasa en el interior de la familia de Rafa, uno de sus compañeros de clase. Con la excusa de ayudarlo en matemáticas, Claude logra ingresar al domicilio de Rafa, un típico hogar burgués. El profesor se entusiasma con esas composiciones en las que no faltan burlas ácidas hacia una clase social a la que Claude al mismo tiempo desprecia y ansía pertenecer. Entusiasmado con su discípulo, Germain lo estimula a seguir entrometiéndose en la casa y escribiendo. Luego lee con fruición esa suerte de folletín por entregas producido por Claude, sin ningún reparo en inmiscuirse y manipular la vida de la familia de Rafa. Claude es un voyeur, como se sugiere puede serlo cualquier escritor. También lo es como lector el profesor Germain. Y también acabamos siéndolo nosotros mismos como espectadores. Esa suerte de voyeurismo multiplicado llevó a varios críticos a recordar el ilustre antecedente de La ventana indiscreta de Hitchcock. Con esos aditamentos, más el recurso de incluir la ficción en la ficción, En la casa se transforma en un filme inteligente, atrapante y encantadoramente perverso.
Carlos Gassmann