Hernán Vargas es el impulsor de Barromadre, y visitó La Pulseada Radio para hablarnos de los objetivos de este proyecto, mostrarnos los instrumentos que construye en cerámica y hacernos disfrutar de sus sonidos.
Fotos: Luis Ferraris
Residente en La Plata, Hernán Vargas investiga y fabrica desde hace ya tiempo instrumentos musicales de cerámica. En relación con esta actividad ha ofrecido talleres y conciertos en distintas regiones de la Argentina y en diferentes países como Brasil, Colombia, República Dominicana, Antillas Francesas y España. De paso por La Pulseada Radio, contó sobre su emprendimiento, exhibió sus creaciones y las tocó en vivo para nuestros oyentes. Ésta es parte del diálogo que sostuvimos con él:
–¿Qué es Barromadre?
–Es un proyecto con el que arranqué hace ya varios años y que tiene que ver con la investigación y producción de instrumentos de cerámica. En principio comencé con los udus, instrumentos de percusión africanos que son propios del pueblo igbo de Nigeria. Después los relacioné con la fabricación y ejecución de otros instrumentos. Todo surge a partir de tomar contacto con una experiencia parecida, la de la Orquesta Uirapurú (que toma su nombre de un ave amazónica famosa por la belleza de su canto), primer ensamble de barro del mundo creado en una pequeña comunidad de agricultores y alfareros cercana a Fortaleza, en el nordeste de Brasil. Supe de esa iniciativa y me voló la cabeza. Viajé a conocerlos y me quedé un tiempo viviendo con ellos, estando en su mismo espacio, en su lugar.
–¿Podés tocar ese udu que tenés en la mano mientras seguimos charlando? Porque no sólo tiene una forma sino también un sonido muy particulares. El sonido es encantador y, desde el aspecto, parece una especie de jarrón…
–En realidad es una vasija de barro que tiene un pico y una boca. Es un instrumento que es mitad idiófono y mitad aerófono, ya que permite jugar con el aire que le entra adentro… Es tanto de percusión como de viento…
–Suena a agua. ¿Decías que proviene de culturas africanas?
–Hay una cultura africana, una comunidad, que se llama Igbo, donde nació. Es un instrumento femenino. En su lugar de origen lo construyen y lo tocan las mujeres. Pero una vez que llegó a Occidente se transformó en un instrumento híbrido que no tiene ni un anclaje ceremonial ni una función ritual, ni un estilo definido, ni una técnica precisa.
–Vos no los copiás sino que los recreás.
–Claro, yo hice una investigación en cuanto a las formas, los materiales y la acústica. Entonces fui perfeccionando el instrumento. Es algo que en su lugar de origen tiene una gran importancia porque se utiliza en determinadas actividades ligadas con su cosmovisión. Nosotros estamos más preocupados por el hecho de que los instrumentos suenen bien. Nos separamos de ese empleo ritual. No pertenezco a esa cultura pero tomo una pieza que finalmente llegó a Occidente y produzco con ella una suerte de mezcla.
–¿Los udus pueden tener distintas formas y producir diferentes sonidos?
–Sí, formas distintas hacen posibles diferentes sonidos. Esto constituye parte del trabajo de investigación. Cada ceramista va explorando variados formatos. Hay un funcionamiento acústico de base que se puede ir modificando en función de los cambios en el diseño.
–¿Vos ya eras músico y después te volcaste también a esto?
–Sí, ya venía tocando, relacionándome con alguna forma de música. Hasta que encontré esta posibilidad de unir los dos oficios: el de fabricante y el de ejecutante de instrumentos.
–Eso que vemos sobre la mesa también es de arcilla pero se parece a un charango o a un cuatro porque incorpora las cuerdas…
–Es un charango apodado el “charanbarro”. Tiene que ver con una iniciativa más reciente que se llama Suena a barro. Es la idea de formar una orquesta con instrumentos de barro. Con un grupo de gente de acá, de La Plata, estamos desglosando varias ramas de instrumentos: idiófonos, cordófonos, membranófonos y aerófonos. Ya en este año 2018 pensamos en hacer primero un video que de cuenta de la experiencia y luego sí ofrecer un concierto a cargo del ensamble. En principio lo constituirán seis o siete personas. Hasta ahora ya hemos construido instrumentos con placas, como una marimba de cerámica, y el “charanbarro” que tienen delante. Posee un cuerpo de cerámica y un mástil de madera. Lo realizamos en conjunto con un amigo luthier que se llama Leandro Cicconi. El plan a más largo plazo es hacer talleres por distintos sitios y alentar la formación de orquestas de barro en diferentes lugares.
–¿Cómo cambia un charango cuando su caja es de barro?
–Sus características son distintas porque las condiciones acústicas que impone la modificación del material dan como resultado un sonido diferente. La idea no es copiar un charango sino recrearlo. Al ser otro el material, es otro el instrumento. También estoy haciendo unas arpas, una guitarra –cuyo cuerpo ya está listo para ensamblar–, tambores, distintas especies de udus y hasta saxos de cerámica…
–¿Necesariamente tiene que tratarse de algo construido en una sola pieza?
–No. En este caso, por ejemplo, el cuerpo del charango es de cerámica y el mástil es de madera.
–¿De dónde sacan la materia prima?
–La arcilla se encuentra en todas partes. Aunque hay distintos tipos. Ésta (señala los instrumentos que trajo consigo) es una arcilla común, básica, que se puede conseguir en cualquier lado. A los udus los hago con arcillas de altas temperaturas, lo cual tiene que ver con la investigación previa. Pero el proyecto de las orquestas de barro es fomentar la construcción de instrumentos con materiales que se puedan hallar fácilmente. No descartamos tampoco el reciclado de instrumentos. Invito a la gente que tenga instrumentos tirados o rotos a acercarlos para aprovechar para reciclar algunas de sus partes.
–¿Cómo puede hacer quien tenga un instrumento en esas condiciones para hacértelo llegar?
–Lo más fácil es que me contacte a través de Facebook, ya sea como “Barromadre” o como “Hernán Vargas”…
–¿Cómo juega la cuestión del peso? Al hacerlos de barro, ¿algunos instrumentos no resultan demasiado pesados?
–Depende porque no recreamos la pieza del mismo tamaño. Esta guitarra, por ejemplo, tiene el tamaño de un cuatro. Puede que a veces sea algo pesado. Pero eso forma parte de la investigación.
–Cuando hablaste de cuerdas frotadas, ¿te estabas refiriendo a un violín?
–Sí, a un violín hecho completamente en arcilla. Sus dimensiones permiten construirlo en una sola pieza. Pero son ideas que todavía están en una etapa inicial. Este tipo de proyectos son sustentables a lo largo del tiempo si se cuenta con un financiamiento. Por ahora, arranqué yo y se fue sumando otra gente. La idea es que en algún momento todos podamos vivir de lo que hacemos. Hasta ahora, en esta búsqueda, sólo hubo de nuestra parte inversión y ningún beneficio.
–¿Tenés alguna formación o sos autodidacta?
–Podría decir que soy autodidacta. Pasé por la Facultad de Bellas Artes pero fue algo fugaz. Habré hecho un veinte por ciento de la carrera, no de Música, sino de Artes Plásticas. Luego me puse a investigar y a realizar por mi cuenta. Siempre digo que lo mejor que me dio la Facultad fue la posibilidad de conocer gente con intereses parecidos que pudiera sumarse a un proyecto como este.
–¿A qué medios pueden recurrir quienes quieran conocer más acerca de esta experiencia?
–Pueden remitirse a www.facebook.com/barromadre o a www.youtube.com/barromadre
El bloque fue llegando a su fin y, antes de irnos al corte escuchando al charanbarro, Hernán se comprometió a volver algún día a nuestro programa para que podamos oír en vivo a esa soñada orquesta de barro.