El vínculo previo entre víctima y victimario es recurrente en los asesinatos de mujeres. La antropóloga feminista Rita Segato analiza con La Pulseada las causas de la violencias masculina.
Nota principal > Tras las pistas de los homicidios
“Los hombres –como clase y como género– mueren mucho más, pero matan mucho más también”, sintetiza Rita Segato en conversación con La Pulseada.
La antropóloga argentina, residente en Brasil, es una referente a la hora de pensar la violencia de género. Hurgó en las estructuras elementales de la violencia entrevistando a hombres condenados por violación en Brasil. Tuvo su “gran escuela del género” en comunidades afrobrasileñas de culto Xangó, donde se topó con patrones de género distintos a los occidentales. Investigó la feminización de las guerras informales contemporáneas, tales como los crímenes mafiosos de Ciudad Juárez, entre otros trabajos.
Las estadísticas le dan la razón. En 2015, de un total de 10.146 detenidos por homicidio intencional en las cárceles del país, 9.752 son hombres y 389 son mujeres. Segato remite a la matriz de una sociedad patriarcal, en la que “el atributo que define a un hombre es su capacidad de potencia, de poder sobre algo. En esta época, más que nunca, la posición masculina es despotenciada como consecuencia de la precariedad de la vida y de la concentración del poder económico y político. El desempoderamiento de los hombres frente a la vida los desespera. En ese aumento de la violencia masculina puede leerse un profundo resentimiento”.
También lo piensa de modo inverso. “Hay una frustración masculina muy grande que se revela en forma de violencia, en el lanzamiento hacia los cuerpos de quien es posible dominar para recuperar y restaurar la masculinidad perdida”.
Los datos que arroja la provincia de Buenos Aires respecto a procesos judiciales por distintos hechos de violencia de género –lesiones, amenazas, delitos contra la integridad sexual, entre otros– refuerzan el marco del cuadro develado: el 74,3% de las víctimas son mujeres. Paralelamente, los varones imputados/sindicados son el 77,2% del total.
Rita Segato advierte entonces: “El hombre reacciona no al empoderamiento de las mujeres, sino a la presión del mandato de masculinidad. Al hombre lo lastima la propia jerarquía característica de la corporación masculina; porque como toda corporación, la masculina exige a los hombres dar ciertas evidencias para demostrar que son hombres”.
Entonces, “lo que lleva al hombre a violar, a agredir y a matar es la mirada de los otros hombres: la necesidad de probarse hombres frente a otros hombres”. Por eso, indica Rita, “el mundo se transforma desmontando el mandato de masculinidad”. Y sugiere que para lograrlo “la política femenina pasa a ser indispensable».