Nota principal: Eduardo Candreva, un abridor de caminos
Eduardo Néstor Candreva nació el 9 de julio de 1961 en el barrio donde vivió toda su vida. “En esa época había que ir a la partera —rememora Américo, su papá—: Había una en calle 70 y ahí tenía familia mi señora. Después vivió siempre acá y lo conocían todos”. “¡Le encantaba cumplir el 9 de julio! —dice Claudia, su mujer—. Porque es feriado, porque estaba toda la familia, porque era el Día de la Patria. Todo lo que él quería”.
Gente de arraigo los Candreva: “Hace 80 años que vivo en la misma casa —se enorgullece Américo— y hará cerca de 100 que la familia llegó a Villa Elvira, cuando no había nada”. Y da fe otro vecino, Gustavo Zurbano, con quien Eduardo compartió el barrio, la radio y una historia previa a ellos mismos: sus abuelos llegaron juntos al país en el barco. Aún lo recuerda como “un chiquilín engominado que por las tardes de su infancia setentista veía atajar a su hermano Ricardo en los picados, sentadito en la vereda de su casa en la que la familia fabricaba jugos comerciales frente al baldío de 6 y 75”. Como pasaría con Futura, los Ju-Frut de los Candreva quedaron grabados en la infancia de muchos. “Todavía por la calle me dicen ‘¡Qué hacé Jufrú!’”, se ríe Américo.
La marca de familia y barrio cruza todo lo que Eduardo era y hacía: muchas de las primeras notas se las hacía a sus primas, dice Claudia: “Les decía: ‘llamá y pedí un tema’ y ellas ‘ay, hola, me llamo Estela, quiero pedir tal canción’. Venían con los novios y maridos y él decía: ‘Mi prima Estela, mi prima Fernanda, mi prima Silvita, mi primo Mario, mi primo Hugo…’. Todo lleno de primos. Claro, no había en esa época sobrinos ni hijos, eran todos primos. Todos muy jóvenes. Entonces él decía: ‘Los que se forman acá son todos primos’. Y decía que radio Estación Sur, por ejemplo, era la prima de Futura. Siempre hacía esas analogías. Como que no lo podía separar de esa forma de leer la vida tan fuerte desde la familia”.
Américo y Claudia se atropellan e interrumpen con anécdotas que mezclan radio y familia.
—Le encantaba cuidar a sus sobrinos.
—Ahhh, con los chicos, fascinación.
—El sueño de él era hacer una radio para chicos, un programa hecho por chicos, porque decía que con los chicos no había maldad… él tenía esa idea.
Todavía los sorprende la reacción de la gente. “Vienen y dicen: ‘Eduardo me ayudó con esto y lo otro’ —relata Claudia—. ‘Por Eduardo me recibí’. ‘Él me dio la primera oportunidad para que se escuche mi música’. Una mujer me contó: ‘Eduardo me salvó la vida. Porque a mi marido me mataba a palos y él en la radio me dio un teléfono que me salvó’, viste que acá siempre dejan teléfonos de violencia de género y cosas así. Todavía no puedo salir a caminar porque viene gente, me abraza y empiezo a llorar. Todo el mundo lo quería. Lo quiere”.
“El otro día —agrega Américo—una señora del barrio me dice: ‘Quiero saludar a su esposa’ (que está impedida de moverse por una enfermedad). La llevé a mi casa, fue hasta la cama y le dijo: ‘Señora, quiero felicitarla porque en su panza tuvo un gran hombre’. Eso me puso mal, me puso contento, me emocionó… Quiero decir que estoy honrado de tanta gente que me felicitó por el hijo que tenía”.
Le resulta increíble a la gente lo abrupto, haberlo visto el día anterior haciendo mandados, limpiando para cortar el pasto “y al otro día teníamos que dar la noticia”. Sí, todavía se están enterando algunos en el barrio que recién vuelven de vacaciones, dice Américo. Y se enteran preguntando: “¿Cuál, Eduardo el de radio Futura?”