Nota principal: Maxi, el poeta maldito de Villa Dorrego
Desterré a las hierbas para hacerme grito enfermizo,
Destroné a los monarcas para encontrarme libre junto a la luna,
he vencido a la cordura con guiños solamente, la he rechazado con soberbia,
no necesito una voz mayor que conduzca mi alma hacia el vacío.
Acaricié aguas frías, heladas como la muerte de las esperanzas,
no tuve más opción que abrir mi camino en medio de la batalla,
sentí el miedo a la vida cuando por primera vez caí al suelo,
atravesé noches sin padecer el poder de las lágrimas de fuego.
Besé labios de mujeres fáciles, pero siempre volví a valorar lo imposible,
abracé a mis hermanos y amigos, lloré al ver el dolor de mi madre solitaria,
los vecinos jamás sabrán qué sucedía en nuestras almas, no es menester de nadie y lo sé… Cuando mi padre se aferró al gas del suicidio fui yo quien lo salvó del error, e injurié su cobardía. Y en esta noche vuelvo a ser un niño, vuelvo a nacer y vuelvo a morir con dicha, entre vasos que no tienen destino mimetizo mi oscuridad de luz delirante, el mar será mi amor en días de descanso, la selva o el barro en tiempos de exilio, nadaré y seré el último animal en ceder su lucha inaudita…
(*) Fragmento. Autor: Trapo, el poeta maldito de Villa Dorrego