(Argentina, 2008)
83 minutos
Recién se fue y ya se lo extraña. Fue nuestro más grande artista romántico -si se entiende que, así como el Iluminismo es la exaltación de la razón, el Romanticismo es la exacerbación de la pasión-. Su nueva película, que pensaba llamar “El mantel de hule”, ya nunca se filmará (“sería incapaz de contar cómo se ponía la mesa en alguna mansión de la avenida Figueroa Alcorta pero sí sabría narrar la mesa del mantel de hule”). Por eso, porque de hecho terminó siendo su testamento cinematográfico, vale la pena conocer -o volver a ver- al “Aniceto” del entrañable Leonardo Favio, quien 42 años después se decidió a encarar su propia remake. En efecto, en 1966 había dado a conocer, con Federico Luppi, Elsa Daniel y María Vaner, el que quizás sea el filme de título más largo de la historia del cine nacional: “Este es el romance del Aniceto yla Francisca, de cómo quedó trunco, comenzó la tristeza… y unas pocas cosas más”. Era una adaptación, en impactante blanco y negro, del cuento “El cenizo”, de su hermano Zuhair Jury. La obra estrenada en 2008, en cambio, reformuló esa misma historia convirtiéndola en un ballet. La trama, ya originalmente ascética, se redujo al mínimo y otorgó el protagonismo a la música y la danza; también al color y a la notable iluminación. El triángulo amoroso quedó ahora a cargo de tres excelentes bailarines: Hernán Piquín (Aniceto), Natalia Pelayo (Francisca) y Natalia Baldoni (Lucía) –esta última, egresada dela Escuela de Danzas deLa Plata y actual integrante del Ballet del Teatro Argentino-. El resultado final: un destilado de belleza, digno de un creador verdaderamente genial e irrepetible.
Carlos Gassmann