La Fabriquera, que ahora sigue apostando a la cultura de modo itinerante, fue un espacio emblemático de la ciudad. Nació a mitad de la década del ´90, en el barrio de la estación de trenes, entre los prostíbulos y los remates, pero fue un lugar de reunión de grupos de discusión política y de experimentación artística que oxigenó la ciudad en tiempos de cultura menemista. Por la antigua casa pasaron los elencos más diversos, músicos de distintas partes del mundo, escritores y poetas de toda laya. Se estrenaron allí más de veinte obras. “La Fabriquera fue un colectivo de trabajo, un ensayo grupal vinculado al arte y a la exposición pública. No teníamos demasiadas certezas: nos guiaba la improvisación, el entusiasmo y la búsqueda de un lenguaje auténtico”, cuentan ahora que cumplieron 15 años y los celebran. Porque aunque ahora es nómade, La Fabriquera sigue existiendo y produciendo: proyectos como Falcon Deluxe, Danza a la deriva, La Caja Rodante o El Bosque parece tranquilo, mostraron al grupo consustanciado con el escenario callejero y el espectador ocasional.
El mes pasado inauguraron una Muestra Retrospectiva que duró dos intensos días, con obras de teatro-danza, música, proyecciones e invitados especiales. Prometen seguir con los festejos.
Y otros que cumplen son los amigos de Galpón Sur, o más precisamente su Biblioteca Oestelheld, que hace tiempo está asentada en una de las salas del Centro Social y Cultural Olga Vásquez (60 e/ 10 y 11). Otro aniversario redondo: 10 años. Y otro gran festejo, porque lo hacen subiendo la apuesta: el 3 de septiembre inaugurarán un segundo espacio, que funcionará como sala para chicos y chicas, pensado de cara al barrio.