“La chica sin nombre”
Dirección y guión: Jean-Pierre y Luc Dardenne
(Bélgica/Francia – 2016)
106 minutos
No es de los mejores trabajos de los Dardenne, pero sus filmes están siempre por encima del promedio. Aquí la joven doctora Jenny (gran interpretación de Adèle Haenel) atiende a pacientes pobres y marginales en la periferia de Seraing (Bélgica). Una noche, después de la hora de cierre, tocan el timbre. Jenny decide no atender (“un médico cansado no está en condiciones de hacer un buen diagnóstico”). Al día siguiente, se presenta la Policía. Una joven mujer negra apareció muerta en el muelle de enfrente y hay quienes la vieron dirigirse al consultorio. Revisan la cámara de seguridad y aparece la imagen de la chica llamando con cara de pánico. La autopsia revela un golpe en la cabeza. ¿Crimen o caída tras una persecución? A Jenny la carcome la culpa. De haber atendido, esa mujer hoy estaría viva. Nadie sabe quién es ni reclama por ella. A la médica la angustia una situación que acá conocemos bien: la de una tumba sin nombre. Necesita imperiosamente identificar a la fallecida, en apariencia una africana indocumentada. Este episodio cambiará incluso sus proyectos futuros: desiste de ingresar a una clínica privada, que le garantizaba prestigio y dinero, para seguir a cargo de ese modesto consultorio. Inicia una pesquisa que parece llevar al filme por los caminos del policial. El enigma se develará y mostrará una oscura trama de trata de personas. Los Dardenne vuelven a apelar a una puesta ascética, en escenarios naturales, con cámara en mano, abundancia de planos secuencia y ausencia de música incidental (recursos que provocan un efecto de verosimilitud que acerca la ficción al documental). Quizás todo sea una alegoría y esa puerta del consultorio que no se abrió equivalga a las fronteras europeas hoy cerradas a quienes huyen de la guerra o la miseria.
Carlos Gassmann