La Pulseada estuvo en la marcha con la que organizaciones sociales, partidos políticos, sindicatos y programas universitarios reclamaron la semana pasada justicia por el crimen de Soledad Bowers, un nuevo caso de gatillo fácil. Entre banderas y consignas consultamos sobre el miedo, ese concepto tan presente en los medios y en la campaña. Miedo. ¿A qué? ¿A quiénes? Solución. ¿Cómo? ¿Con quienes?
Por Javier Sahade
“El miedo es la antesala del encierro, por eso yo creo que lo opuesto a todo eso es el amor, encontrarte y comprender al otro. El miedo genera encierro y fragmentación porque es concebir al otro como todo lo que yo no soy… Mis fantasmas —dice Anabela—. Hay una construcción de los sujetos a los que hay que temerles y quiénes son los que supuestamente te protegen —agrega otro manifestante—. Hoy en la sociedad está instalado eso de temerle al distinto, al que no es como uno y por lo tanto uno tiene que vivir encerrado detrás de rejas”.
“Que haya más policías da miedo a que ocurra de nuevo lo que le pasó a Soledad. Hay policías que no están formados, claramente. Hay que pensar qué se puede hacer para que los pibes no tengan necesidad de salir a robar, armados porque los pibes tienen que estar en sus casas, en la escuela, cenando, viendo una película, con sus amigos o yendo a bailar”, opina Juan Martín.
“Miedo es no saber si vas a tener un plato de comida o si vas a poder salir de tu casa, siendo un pibe, sin que te persiga la policía. Miedo es no saber cuántos pibes pobres más aparecerán muertos con más policías en la ciudad. En situaciones de robo no sabés si llamar a la policía porque te da miedo no saber qué hacer con los pibes y cómo resguardar sus derechos”, dice una joven militante social.
“Para mí —se suma Damián— miedo es no tener confianza en lo más próximo. Cuando uno pierde la confianza en el otro, a uno de le genera incertidumbre y miedo. Eso pasa con los policías.”
“El miedo paraliza —asegura Gisela— pero en realidad hay que tomarlo como motivación para salir a luchar. Hay que canalizarlo y generar acciones en contra de esa sensación impuesta. El miedo es impuesto, no hay un miedo real. Más a través de los medios. Debería haber un replanteo sobre desde dónde surge ese miedo”.
“El miedo es el que siente cualquier joven al ver un policía —explica Marisol, militante y estudiante de Trabajo Social—. Es real que existe el delito, pero existe un negocio alrededor de eso, vinculado a la Policía y la política”.
En el mismo sentido se expresa Celina, mujer con años de compromiso social y militancia: “Si hoy me pasara algo, o me robaran, no llamaría nunca a la Policía. Yo le tengo miedo a la policía. Es una locura lo que le pasó a Soledad, una vergüenza. Cómo puede ser que ese señor con un arma salga a matar gente por la calle. Le tengo miedo a Casal, al nuevo ministro Granados. Todo el mundo sabe quién es Granados en Ezeiza. Es un peligro”.
“Mucho tiempo se ha usado como estrategia hablar de miedo, más en los mensajes publicitarios porque saben que eso puede vender —se suma otro joven manifestante—. A mí me da miedo la Policía, por cómo se están manejando. Para los pibes de la calle la solución parece ser la Policía, cuando en realidad según las leyes debería haber organismos estatales, trabajadores sociales, psicólogos”.
“¿Miedo? Un montón de miedos, pero miedo a que la Policía te cae en los barrios y son los mismos que les dan la falopa y mandan a afanar a los pibes”, concluye otro marchante, conocido como Wichi.
Por más protección y menos Policía
La marcha del viernes 6 de septiembre comenzó en la plaza Moreno, frente a la municipalidad de La Plata, y finalizó frente a Gobernación, en la plaza San Martín. La actividad se convocó en torno a la consigna “Basta de soluciones policíacas” y para pedir “Políticas para la vida”. Más temprano se había realizado en la Facultad de Derecho de la UNLP una conferencia de prensa sobre el mismo tema (Ver Hablar de políticas para la vida).
Entre la Municipalidad y la Gobernación, los manifestantes pasaron por la puerta de la comisaría Primera, adonde pertenecía el policía que asesinó a Soledad Bowers el jueves 29 de agosto pasado. La chica de 18 años estaba a pocos metros de un restorán del centro de la ciudad cuando recibió un disparo del oficial que perseguía a delincuentes que escapaban en moto (“agazapados” y sin armas, según los testigos)
“Que pague el milico por lo que le hizo a mi sobrina”, dice su tía, al finalizar la marcha. “Lo único que queremos es justicia por ella —agregan, indignados, otros familiares, amigos y vecinos del barrio conocido como Bajada de la Autopista—. Tiene que pagar por lo que hizo. No tenía por qué disparar. Que no lo larguen… La vida de nosotros no vale. Más policías hay y más muerte hay. Le dan armas a cualquiera y matan a los chicos. ¿Qué seguridad podés pedir si un vigilante te mata un hijo. Traen más policías para que sigan matando”.
Los organizadores de la marcha rechazan las nuevas medidas de seguridad implementadas en la región (incluida la llegada de gendarmes) y la criminalización de la niñez, y repudian el debate reabierto en plena campaña electoral sobre la baja de la edad de imputabilidad. Al mismo tiempo, exigen políticas de inclusión, como la plena implementación del Sistema de Promoción y Protección Integral de los Derechos de la Niñez.
El documento que elaboraron finaliza reclamando “prioridad en la asignación presupuestaria para políticas públicas en materia de niñez, adolescencia y juventud”. Está firmado por el Foro por los Derechos de la Niñez, el Espacio de Niñez del Frente Popular Darío Santillán Corriente Nacional, el Programa Niñez: DDHH y Políticas Públicas de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la UNLP, Atrapamuros – Colectivo de Educación Popular en Cárceles, Colectivo Garabatos, Olla Popular de plaza San Martín,