Contra la pedagogía de la resignación

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131-Media25La Media 25, una Secundaria para adultos ubicada en el centro de La Plata, le reclama al gobierno de Daniel Scioli un edificio propio y digno para ejercer el derecho a la educación. La Pulseada entrevistó a docentes y alumnos que bancan su escuela y pelean contra el abandono.

Por María Soledad Vampa

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En uno de los primeros días fríos de junio pasado, una decena de escuelas de La Plata salieron a la calle a reclamar soluciones para problemas edilicios y de infraestructura que vienen arrastrando hace años. Las comunidades educativas del Instituto Superior de Formación Docente y Técnica (ISFDyT) Nº9 (donde al cierre de esta revista la caída de una persiana hirió a dos alumnas), de la Escuela de Teatro de La Plata, de la Escuela Secundaria Básica Nº 37 (de Arana), de la Secundaria Nº 57 y la Primaria Nº 67 (de Los Porteños) acompañados por la Secundaria Básica Nº 37 (de Gorina) y de la Nº 3 (de Villa Garibaldi), de las Escuelas Medias Nº 25 y 21 de La Plata, y de la Primaria Nº 37 de La Plata, decidieron tomar distintas medidas y realizaron, simultáneamente, jornadas culturales, asambleas, intervenciones artísticas y cortes de calle para hacer visibles sus demandas por cuestiones tan básicas como un edificio donde aprender y enseñar.

La Media Nº 25 Alicia Moreau de Justo funciona en una casa ubicada en la esquina de 2 y 54, donde reciben a La Pulseada los docentes Daniela, Cristian y Anabela junto a un grupo de estudiantes y a más docentes que organizan la jornada y matean para combatir el frío. Cada uno de ellos fue llegando, en distintos momentos, a trabajar o estudiar en ese espacio, que los contiene desde diversos puntos de vista, y constituye una propuesta pedagógica distinta, inclusiva, centrada en la educación popular.

En los últimos dos años, este bachillerato para adultos fue recibiendo a estudiantes cada vez más jóvenes, que hoy van desde los 14 ó 15 años hasta los 25 ó 30. Este cambio comenzó a darse desde que la normativa provincial se flexibilizó y permitió primero incorporar en los bachilleratos de adultos a jóvenes de 16 años, y luego de 14.

El edificio de 2 y 54, donde funciona esta escuela, tiene dos problemas centrales. Por un lado, déficit de infraestructura (ver aparte) que debe resolver la Dirección General de Cultura y Educación de la provincia de Buenos Aires, a cargo de Nora de Lucía. Por otro lado, una larga disputa con la Secretaría de Niñez y Adolescencia bonaerense, por el uso de la casa. La Media 25 está “conveniada” con esa dependencia, que conduce Pablo Navarro, por eso al principio los educadores provenían de allí, con experiencia de trabajo en institutos de menores y con recorridos profesionales asociados a esas perspectivas; en la actualidad, en cambio, el equipo se conforma con docentes que ingresan por concurso y deben presentar una propuesta pedagógica, algo que fue inclinando el perfil de la escuela hacia una formación pensada en clave popular.

Terminando noviembre de 2014, un día llegó a la escuela personal de Niñez con la intención de instalarse en dos aulas y luego ocupar toda la planta baja. Sin previo aviso ni aval de las autoridades de la escuela, habían firmado un acta acuerdo con Educación para disponer de ese espacio e instalar el call center de atención de la línea telefónica de Niñez 102. La escuela entonces debía reacomodarse usando sólo el primer piso. Allí no hay más que dos aulas, la secretaría y la dirección, y un baño clausurado. “Si nos sacaban la parte de abajo directamente nos sacaban la escuela. Nosotros necesitamos los salones y usar la biblioteca, y un día llegamos y las aulas están con llave porque las cerró la secretaría de Niñez”, cuenta Ariel, un estudiante de 4º año.

Ese mismo día hicieron una asamblea y comenzaron con un plan de lucha que mantuvo a estudiantes, docentes, ex alumnos, familiares y autoridades movilizados aún mientras rendían mesas de examen y cerraban el ciclo lectivo. “Movilizamos, cortamos la calle, hicimos clases públicas, resolvíamos sobre el día qué hacer y así estuvimos hasta el 20 de diciembre. Hasta que presentamos una medida cautelar en el marco de un recurso de amparo que tiene Arias contra la provincia por el no cumplimiento de la ley de niñez. Y eso terminó de destrabar el conflicto”, cuentan los docentes.

“Y empezamos el año con ese triunfo, pero lo que está de fondo es que el edificio no es propio y nadie nos garantiza que Niñez mañana, después de las elecciones o el año que viene quiera ocupar nuevamente el edificio que legalmente es de ellos pero legítimamente hace 20 años que lo tiene la escuela para funcionar”, explican. Por eso se sumaron con otra decena de escuelas para reclamar por su lugar.

Daniela, profesora de Taller social en primero y segundo año, igual señala que “las condiciones del edificio están muy lejos de ser las mejores: no tenemos patio, hay baños que no funcionan, aulas con ventanas que no se pueden abrir… la cooperadora por suerte es muy activa porque debe hacerse cargo de todos los arreglos … porque acá como Niñez no tiene nada que ver con el proyecto no invierte, y Educación, como no le pertenece el edificio, tampoco, y así estamos nosotros en estas condiciones”. Otro problema con el que conviven son balcones a los que no se pueden acercar porque están en peligro de derrumbe.

Cristian, que da clases de Taller 1, agrega la tensión que se da cuando “por un lado las autoridades llaman todo el tiempo pidiendo vacantes, entonces la escuela tiene que tener lugar, y por el otro esos mismas responsables son parte de quitarle el espacio a la escuela… es bastante siniestro el mecanismo. Hay una connivencia entre Educación y Niñez en clave de responsabilidades”, denuncia.

Aun en esa adversidad hay algo que se construye. “Al final, estas políticas de muerte con que te convidan, este abandono lo que hizo fue fortalecernos, porque nos permitió organizarnos. Y ahora ves lo que los chicos maduraron en este proceso y hoy están ellos organizando las actividades y han crecido”, asegura Anabela, profesora de Literatura en los dos primeros años.

Siguen llegando

Con 9 cursos y 200 estudiantes, este año se abrió una tercera división de 1º año, por la cantidad de matrícula. Y siguen llegando. Los chicos comparten historias comunes de peregrinajes por escuelas en las que no se sentían cómodos, o “no se le daba tanta importancia al estudio”, o donde sentían que “no te preparan para salir a la calle a dar tu opinión”. En la 25, en cambio, “desde los directores hasta los profesores y alumnos te acompañan en todo, con cualquier problemática”, como dice Bruno, que ya se recibe este año, o “los temas que se dan en la escuela son temas de la realidad” como apunta Ariel. “Si es sólo el profesor el que habla, como pasa en la mayoría de los colegios, salís a la calle y no podés dar tu opinión, no sabés, y eso también frustra en la adolescencia creo yo. Acá es diferente”, considera Ignacio, que cursa 3º.

“A mí lo que me gusta de la escuela 25 es que es la demostración de que los sectores populares pueden tener una educación de calidad y terminarla, y tener un título con contenido —reivindica Anabela—. Esta escuela tiene un año más que otras escuelas de adultos y los chicos egresan, y lo hacen escribiendo una tesis, por ejemplo. Tienen materias como Metodología de la investigación, entonces salen con esas herramientas. Frente a la propuesta demagógica de ofrecer algo más fácil porque supuestamente estos sectores no pueden, porque tienen familia, porque trabajan, etc., la 25 es una demostración de que esos jóvenes pueden egresar con una educación de calidad”.

La docente es conciente de que el bachillerato de alguna manera “compite” con planes para completar la Secundaria, como el FinEs 2, “que ofrece para quienes necesiten terminar la secundaria un programa con muchos menos tiempo, pero también una oferta educativa mucho más precaria tanto para los estudiantes como para las condiciones laborales de los docentes”, opina.

Cristian lo vive como la parte más interesante del proyecto. “Acompañar a los pibes en el momento en que van tomando conciencia de esos procesos de exclusión te hace ver que vienen acá y se quedan porque ingresan a una cosa distinta. Hasta ahí no más porque esto no deja de ser una escuela, no es la casa de Freire –bromea- pero repensar el lugar y que sean protagonistas de la experiencia educativa es el desafío”.

“Integración” es una de las palabras que más aparecen al hablar con los estudiantes. “Cuando vine acá cambió mucho mi pensamiento respecto de cómo me llevaba con mis compañeros, y más con mis profesores. Porque lo bueno del colegio, por ejemplo es que estamos en círculo y todos podemos debatir y decir lo que pensamos, y eso te abre”, asegura Ignacio.

Nicolás también quiere contar en La Pulseada su experiencia. Tiene 17 años y cursa en la 25 su primer año después de pasar por otras tres instituciones. “Yo a la escuela llegué por mi vecino, que venía acá también. Después de pasar por otras, incluso privadas. Y decidí venir a una de adultos y realmente me encantó, me siento muy cómodo. Es tranquilo, los profesores son más amigos que profesores y eso te incentiva a estudiar”, dice, y cuenta que por eso están realizando protestas pacíficas para defender ese lugar.

Por eso no logran entender cómo es que las instituciones que deberían garantizar su derecho a una educación digna son las que serían capaces de sacarlos del edificio donde estudian, donde recuperaron un pequeño patio pintando un mural contra la represión, donde aprendieron a convivir y aceptarse entre sí y con sus diferencias.

Por eso las sillas y los pupitres en la calle, por eso las banderas de una escuela en lucha. “Acá y en el resto de las escuelas que están hoy reclamando, porque ésta no es una situación aislada, no enseñamos la resignación, no educamos para resignarnos y esto lo que ha hecho es fortalecernos”, concluye Anabela, con una sonrisa. La media 25 se siente como un territorio ganado a la desidia y al abandono, y van por más.

Edificios penosos

“Faltan aulas, mobiliario, los baños se rebalsan, los techos se caen, hay cables sueltos, los laboratorios y bibliotecas hacen las veces de aulas, las aulas son piletas o parecen el cuarto oscuro de la escuela. Estos no son problemas edilicios, son políticas educativas que, como toda política también ensaya una pedagogía: la pedagogía de la resignación —plantearon en un comunicado reciente alumnos y docentes de la Escuela Media 25—. ¡La educación pública no se vende, se defiende! ¡Sin edificio propio no hay inclusión!”.

Además de “las penosas condiciones de infraestructura en las que enseñamos y aprendemos” y de un edificio propio —necesitan que se construya uno o que el de 2 y 54 pase de la órbita de Niñez a la de Educación—, denuncian globalmente “las políticas de abandono hacia la educación y “las promesas incumplidas de las autoridades de Educación”.

Sin los chicos

En mayo pasado, después de realizar una jornada de reclamos junto a otras comunidades educativas de la ciudad con problemáticas similares, la Media 25 publicó en un comunicado difundido por Facebook que en la Dirección General de Escuelas los recibieron “con las puertas cerradas con candado y mandaron a dialogar a personal de seguridad”. Agregaron que la reunión que debían tener “se demoró porque, a pesar de que todas las normativas vigentes promueven la participación de lxs estudiantes, las autoridades se negaban a mantener la reunión en presencia de lxs mismxs”.

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