MÚSICA
Vereda al campo
Martín Raninqueo con Diego Rolón
Churrasco Récords
La Plata – 2019
Exorcizar algunos fantasmas, expulsar la melancolía para abrir camino a escenas más luminosas. El camino lírico y musical que emprende Martín Raninqueo en su disco doble recientemente publicado asoma como un peregrinaje titánico. Y encuentra en Diego Rolón al mejor compañero de ruta. Guitarra y voz, sonido y poesía, se asocian en 37 canciones grabadas en 2013, algunas de ellas improvisadas en el estudio, pero terminadas de mezclar y masterizar en diciembre pasado. Todo un viaje, literal y metafórico, de la ciudad al campo. De La Plata a Ignacio Correas en el caso de Martín. De La Plata a Chivilcoy y de vuelta al sur de la ciudad donde ambos habitan, en el caso de Diego. Lo urbano y lo rural, es el contraste. Canciones oscuras, para escuchar de noche y tomando un vino, al decir del autor, las de Vereda. Folclore más “llevadero”, con chacareras, vidalas y zambas, las de Campo. Hay en la primera parte mucho del cine que cautivó a Raninqueo. Escenas de Jim Jarmusch (Último viaje) y Andrei Tarkovski (Los Tres). Pero también de poetas y decidores referenciales (de Charles Boudelaire a Eduardo Darnauchans, Bob Dylan, Héctor Viel Temperley). Pero también una crítica al ser platense cultor de la apariencia en Por la plata (“abogados y rugbiers son todos”) o la tragedia de Fondo del mar, dedicada a las víctimas de la inundación del 2A (“la ropa a la deriva… corales de naftalina”). Sudestada abre Campo en clave de chacarera, para desdibujar la ciudad e iniciar otra búsqueda. No se despoja de la melancolía (la vidalita Agua de tristeza) y se vuelve búsqueda ancestral en el Saludo mapuche cantado en mapuzungum, en Caldén y Florecitas secas, la canción que cierra el disco.
Pablo Spinelli