CINE
Vida privada
Dirección y guión: Tamara Jenkins
(Estados Unidos, 2018)
123 minutos
Disponible en Netflix
Solo tres films en tres décadas bastaron para convertir a Tamara Jenkins en una de las más prestigiosas directoras del cine indie norteamericano: Suburbios de Beverly Hills (1998), La familia Savage (2007) y Vida privada (2018). Es otra prueba que desde el año pasado Netflix decidió apostar por la calidad. Pese a las muchas parejas que ya atravesaron el calvario de pasar por sucesivos tratamientos de fertilización, la cuestión había sido poco tratada hasta ahora. Aquí se cuenta la historia de Rachel y Richard, dos intelectuales neoyorquinos cuarentones que, ante el hijo que no llega, intentan adoptar o someterse a los diferentes métodos creados por la ciencia. Un proceso en el que se pasa rápido de la esperanza al desaliento, lo que lleva a la obra a bascular entre la comedia y el drama. No falta la crítica al gran negocio montado detrás. Pero el acento está puesto en los costos emocionales de cada intento frustrado. Sadie, una sobrina política de 25 años que no sabe bien qué hacer con su vida, se ofrece –para horror de sus padres– a donar un óvulo que haga realidad el sueño de sus admirados tíos. Aunque todas las actuaciones son soberbias, se lucen en los roles principales Kathryn Hahn (Rachel), Paul Giamatti (Richard) y Kayli Carter (Sadie). Jenkins logra despertarnos empatía hacia estos sufridos personajes y, cuando la carga dramática se vuelve demasiado pesada, la descomprime con oportunos toques de humor. Un tema que merecía este sensible e inteligente abordaje.
Carlos Gassmann