Los inicios. Los espacios. Los artistas. En esta entrevista, Ignacio Villabona, impulsor del ciclo desde 2015, repasa las diferentes facetas del género en el siglo XXI y cuenta cómo es difundir una música en construcción.
Por Luciana Petrocchi
Fotos Gabriela Hernández
La Plata es una ciudad de milongas de lunes a lunes, de pibes y pibas que se acercan, se mueven y sostienen esos espacios que para los burócratas no serán más que rayones en el piso. El Ciclo Mistongo produce las condiciones para la circulación del tango en los escenarios platenses, y como todo ciclo crece, se transforma y genera un movimiento, tejiendo historias nuevas de un género que se abre cancha en radios, espacios públicos, en el cuerpo y en la memoria. Portador de una o muchas militancias, lleva una sonoridad que se construye con las herramientas contestatarias del presente, permitiendo gambetear con gracia los intentos por apagar las ideas que rompen compases.
La Pulseada entrevistó a Ignacio Villabona, periodista, productor y gestor del “Ciclo Mistongo”, una propuesta cultural que se inició en el 2015, inventando recorridos por los espacios platenses con el fin de parar la oreja en la música en vivo desde la sonoridad del “Tango del siglo XXI”.
–¿Cómo surgió el Ciclo Mistongo?
–La idea en un principio fue en conjunto con Hernán Menard, integrante de “Malayunta Orquestita”, él había organizado un ciclo de tango en el bar Moura, un boliche de rock un poco subsidiario de Pura Vida. Allí la convocatoria para el “Gotan en el Moura” era abierta a músicos rockeros y era bastante variado. A mí me convocaron para pasar música, se llevó adelante un tiempo y luego se dejó de hacer. A principios de ese año ya nos habíamos juntado con la necesidad de organizar algunos shows en torno al tango, pero que incluya muchos bordes que se toquen con otros géneros, por ejemplo, que toquen músicos de rock que tengan alguna vinculación con el tango, hacerlo abierto, mezclar algunas generaciones, nada que ver con un tango muy tradicional.
Menard es quien bautizó el ciclo como Mistongo, y para Nacho Villabona ese es un valor identitario.
–Tiene que ver con el espíritu de arrimar, de abrir la cancha –dice Villabona–, y que se acerque gente de “otro palo” y sea parte, él siempre estuvo, ha vuelto a tocar en el ciclo y siempre está presente. Creo que el tango que se hace ahora tiene un montón de elementos que vienen de otros lados, todos nosotros tenemos en nuestra formación y consumos culturales una mezcla de cosas que no podemos comparar a cómo se pensaba el tango en la década del ’30, ’40 o ’50. El tango del ciclo es un tango atravesado por un montón de cosas, y tiene que ver con eso, con darle lugar a un montón de grupos y mostrar, acá en la ciudad de La Plata, de qué se trata esto.
–Esa diversidad identifica al tango del siglo XXI.
–Alorsa (Jorge Pandelucos) sabía todo lo que estaba pasando en Buenos Aires, conocía a La Chicana, a Lucio Arce, al “Tape” Rubin, a “Cucuza” Castielo, a 34 puñaladas, y quería arrimarlos acá. Yo no sé culpa de quién, pero sé que cuando se hablaba de Alorsa algunos decían que no es tango, aunque estaba esa identidad, pero inmediatamente se asociaba a las letras graciosas, creo que no tuvo compañeros platenses que lo ayudaran a hacer crecer eso. Después vino El Manizajo, Va Tangueando… es decir, tenía un público que iba a verlo específicamente a Alorsa y que no lo relacionaba con el tango.
El puntapié inicial
Villabona cuenta sobre los inicios del ciclo Mistongo.
–La primer fecha tocó Malayunta, y una banda de capital que no está más, se llamaba Barsut que tenían todo un rollo literario con Roberto Arlt y tangos con mucho desarrollo de historias, con un mundo marginal como el que planteaba Arlt y una poética romántica, y cantó Nicolás Capra que también viene del rock y es cantante del Machaque.
Consecuente con su idea original, el Ciclo Mistongo tiene varios bordes: difundir una música en construcción, llevar adelante un aporte para su crecimiento, conformar un público local con mayor conocimiento cada vez, habitar el circuito cultural platense, relacionar músicos y vincularlos salvando distancias entre Buenos Aires y nuestra ciudad. Porque nuestras músicas populares están influenciadas por esos circuitos por dónde camina. Dice Villabona:
–Hay una etiqueta del tango del siglo XXI, y yo sentía que ese tango no llegaba, o tal vez de manera dispersa en algunos conciertos, por ejemplo en el Espacio Don Juan, pero no había una regularidad y un montón de grupos nunca venían. Yo le preguntaba a músicos de capital, ¿por qué nunca vinieron a La Plata?. Y me respondían: “Porque nunca nos invitaron”. Y bueno, se fue armando.
Así, los convites que hubiese desarrollado Alorsa, el cantor y compositor que encabezó La Guardia Hereje y ya había comenzado a construir un circuito de difusión, una casa donde habite el tango nuevo y que reciba amigos y sonoridades rebeldes del Río de la plata, son una madeja que hoy deshilvana el ciclo.
–La forma del ciclo fue cambiando, pero se mantiene siempre bajo la misma idea, generar un espacio para el tango nuevo en La Plata, con lugares referenciados. Pero hubo dos espacios precedentes, uno me lo indicó Lucio Arce, el ciclo de Jorge Alorsa en Hemisferio, el “Tango Criollo Club”.
Por esos vínculos que forjó Alorsa, músicos habitué del Ciclo Mistongo también visitan el escenario platense que se monta sobre una esquina del barrio tolosano del cantor, para homenajearlo en el marco de “Un domingo con Alorsa” gestionado por su amigo, el periodista Martín Luna en conjunto con diversos espacios culturales y comunicacionales.
–¿Y el otro precedente?
–El otro fue “El Choco Invita” un espacio no específico de tango que gestionó el guitarrista Nicolás Ciocchini, un gran creador de puentes, vinculando artistas platenses y porteños. En este último, fueron invitados a nuestros escenarios locales el Tape Rubin, Lucio Arce, Lucho Guedes, entre otros.
“Hay algunos que tienen inclinaciones más jazzeras, otros experimentales, a otros le gustan lo criollo, otros la música más rioplatense y uruguaya, o con un espíritu más rockero”
El ciclo empezó realizándose de manera mensual, con tres bandas artísticas en escena, dos locales y una invitada desde Buenos Aires. Recuerda Villabona que “en un momento era complicado hacer un show con tres artistas distintos, porque la cantidad de público dificultaba sostener esa propuesta. El ciclo fue avanzando y empezaron a comunicarse bandas para participar. Y tal vez los shows que se propusieron en un principio fueron cambiando, pero surgían nuevas propuestas, por ejemplo Altertango, músicos mendocinos que nunca se habían presentado en La Plata, y quisieron traer su disco con un espectáculo donde toquen artistas platenses invitados. Lo que siempre estuvo vigente es la idea de acercar al público platense ese “tango nuevo” con espectáculos en vivo, así como también relacionar a esos músicos con otros músicos de La Plata interesados. Así fue que terminaron tocando en el ciclo Sergio Poli, la cantora Nadia Matilde, Nataniel Ullón el guitarrista de la agrupación litoraleña de Vanina Rivarola”.
Producir un público
El Ciclo Mistongo no sólo propone una grilla de artistas de localidades diversas en el escenario, sino que configura un espacio para la interpretación y arreglo de canciones en común-unión.
“Para mí sigue habiendo entre la gente desconocimiento de lo que pasa en Buenos Aires –agrega Villabona– y eso también repercute en que no haya tantas manifestaciones de músicos platenses componiendo en este sentido, cada vez hay más, pero no está tan armado. Sobre todo de público, no hay un público que se identifique y que vaya a ver estos espectáculos, aunque ahora se va ampliando. La idea principal es que el público de La Plata cambie la forma de relacionarse con el tango, se acerque, tenga conocimiento y que le guste. Una vez, mi amigo que es un referente para mi, Nicolás Capra, me dijo: “Hay un montón de gente que le gustaría esta música pero no la conoce”, refiriéndose por ejemplo a los rockeros, en una ciudad donde el rock copa todo, y bien podrían relacionarse con estas músicas. A algunos le gustaría por cuestiones de sonido, a otros por las letras y las historias que se cuentan, y este tango aún no les llegó, sino que tienen referencias de otro tango que no los representa. Para mí hay un público potencial.
–¿Quiénes conforman hoy el público que desanda el camino del ciclo Mistongo?
–Curiosos, gente permeable a escuchar cosas nuevas, gente que cada vez tiene mayor conocimiento sobre los artistas que convocan. Hoy que ya no podemos ver en vivo las orquestas de Jorge Falcón, ni de Floreal Ruiz, ni de Troilo, Pugliese o Piazolla, aunque haya grupos que recrean los estilos, si uno es curioso quiere ver para dónde va el tango, pensando para adelante. Los espacios, como un club de barrio, se van apropiando por gente joven que cantan los clásicos y van abordando también un repertorio nuevo, se va moviendo, es un género que se va moviendo.
–¿Que implica montar una fecha?
–Todo lo que implica en la escala que manejamos nosotros, es desde lo humano y desde las ganas y la confianza entre los músicos y el ciclo, y entre nosotros y los espacios culturales. No hay ni un peso en el medio, puede haber un saldo para imprimir unas entradas para vender, que antes ni siquiera lo hacíamos. Pero no hay otra cosa que las ganas que tengan los músicos para venir, las ganas que tengo para invitarlos y hacer lo posible para que vengan, las ganas de los medios y los periodistas para difundir. En esta escala, no hay ni otro impedimento ni otro atractivo, es casi artesanal.
“No hay un público que se identifique aunque ahora se va ampliando. La idea principal es que el público de La Plata cambie la forma de relacionarse con el tango”.
La Plata tiene una memoria de elefante de espacios culturales que signan y acompañan el movimiento cultural local, y el Ciclo Mistongo convoca a hacernos parte de ellos. “El ciclo pasó por La carpintería cultural, Guajira, La Comarca, La Mulata, La Caipo, Estación Provincial, Casa Cultural Pen Jaus, La Bicicleteria Creación Colectiva y el espacio inaugurado más reciente, Casa Cuchá, de músicos platenses organizados, todos los espacios han sido respetuosos con la propuesta y les interesaba artísticamente”, dice Vilabona.
Y completa: “Ahora nos sumamos a colaborar con un ciclo que es paralelo y que inventó Matias Di Loreto y Penélope Pen, el Ciclo Piano Movile, que son conciertos de piano que surgieron a partir de la posibilidad de usar La Casa Pesci, una reconocida casa de vanguardia arquitectónica y donde no se hacían shows musicales, allí ellos vieron un potencial a partir de un estudio donde se daban conferencias y que tiene un piano de cola Stenwais & Sons de la década del ‘40.
En el barro de las resistencias
Villabona repasa los afluentes del tango del siglo XXI.
–El tango que se hace ahora está construido de un montón de cosas. Hay algunos que tienen inclinaciones más jazzeras, otros son más experimentales, a otros le gustan lo criollo, otros la música más rioplatense y uruguaya, otros tienen un espíritu más rockero porque fueron intérpretes de rock e interpretan el tango desde ese bagaje, otros son más fiesteros, como los chicos de El Manijazo, que es una banda vinculada al ska, pero ¿por qué les vas a decir que no hacen tango? Si ellos mismos se identifican, nadie es quién para decirles que no tienen nada que ver con el tango, ellos lo van construyendo.
–Y suena la presencia del plantel femenino.
–Yo veo que hay un montón de mujeres que forman parte de esto y hacen tango, y en lugares importantes. Ahora está en vigencia el reclamo por el cupo femenino en los grandes festivales que reflejan los movimientos y me parece justo. Han formado parte del ciclo Elbi Olalla, Rosario Huertas, Cintia Trigo, Bárbara Aguirre, Rosana Lofeudo, Gisela Magri, Noelia Sinkunas, Vanina Rivarola, Marina Ríos, Cintia Barrionuevo, y dentro de los grupos hay mujeres instrumentistas, así como grupos de varones que cantan canciones compuestas por mujeres, por ejemplo, canciones de Cintia Trigo son interpretadas por la Orquesta Fernández Fierro, o por la Orquesta de Julián Peralta, son canciones que forman parte de un universo donde todos van a buscar ahí y se va armando entre todos como movimiento, y yo me siento parte de eso.
Nacho Villabona busca en su bagaje y trae al maestro de maestros. “Como decía Pugliese, que él era un engranaje más de la maquinaria tanguera. ¡Lo decía Pugliese! No era un engranaje más, y a la vez sí, era un delirio lo que decía pero era verdad, las dos cosas a la vez”.
–Allí está la mirada política sobre lo que uno hace.
–Ahora también hay una mirada política. Ahora hay gente que escribe dentro del marco del tango, que le da una encuadre estético, que puede ser más profundo, más denso, más difícil de escuchar y que te predispone a una escucha más atenta y no tan complaciente como otras músicas, y se ponen a contar cosas que son más incómodas y que otra gente no las cuenta. Tal vez el lenguaje musical te permita eso, así como la escucha te permite meterte dentro de historias más comprometidas, de expresar sentimientos más duros. Tal vez uno no tiene ganas de escuchar desgracias de un tipo, o sufrimientos por carencias, y la estética te da un marco para eso. Veo que todos tienen su mirada política y ponen el foco en contar estas cosas.
La Hoja de ruta
El ciclo es una huella de artistas conociéndose con el público nuevo, una hoja de ruta para abordar las obras de Astillero, Cuarteto La Pua , Pacha González, Cuarteto Bonavena, Quinteto Criollo González Caló, Juan Serén, Puente Roma, Pablo Murgier, Negro Latini, Guido Arce, Agustín Guerrero , Juan Martín Scalerandi, Orquesta Típica La Vidu, Yuyi Gouman, Dúo Aguirre Lorenzo, Quinteto Negro La Boca, Julio Coviello, Ricardo Pilu Pontano y otros más que abordaran en las próximas estaciones.
Próximas fechas
Sábado 27 de octubre
Linea de Tres + Cintia Trigo y La Vagabunda
en Casa Cuchá! diagonal 77 numero 195 entre 3 y 48
Viernes 9 de noviembre
Gisela Magri + Cuarteto La Púa y Victoria Di Raimondo
en Estación Provincial 17 y 71
Repensar el tango
Con el ciclo, Nacho Villabona construye miradas. “El espíritu de la movida del tango nuevo tiene que ver con una cosa en la que entre todos se empujan, y el tango fue así siempre, el tango está por arriba de los artistas. No es un pensamiento que esté en otras músicas, otros géneros son más personalistas, por ejemplo los grandes del rock fueron tipos que revolucionaron por ellos mismos, y el tango no, los creadores siempre estuvieron relegados a un género que estuvo por encima de ellos, y ahí había muchos cruces: lo que escribía uno lo cantaban los demás, y había gente que escribía y no cantaba, y distintos cantores elegían un mismo repertorio, se fue uniendo y se fue tejiendo entre todos. Ahora pasa que los músicos se invitan permanentemente, o un músico de un grupo escribe una canción con un cantor de otro grupo, y tal vez la cantan en conjunto, hay una cosa de sacar adelante y darle forma a un lenguaje nuevo que está por encima de los nombres. Seguramente en el folclore pasa, el Cuchi Leguizamón estaba por debajo de la zamba, y hay mucha gente que homenajea al Cuchi y tienen toda la chapa para ponerse en un lugar de estrella y no lo hacen. Los músicos se cruzan, los chicos de “Aca Seca” ¿cuántos proyectos tienen en paralelo? y Nadia Larchner, Luciana Jury o Liliana Herrero ¿cuántos proyectos tejen? y la música está por arriba de ellos”, reflexiona.