¿Qué quieren y qué odian los opositores a la Revolución Bolivariana? Recorrimos sus actos, escuchamos los discursos del candidato opositor, viajamos junto a sus seguidores y analizamos su estrategia de campaña. Un “viva el cancer” en la Avenida que lleva el nombre del Libertador, un Cristóbal Colón de la salsa caribeña y una actriz de telenovela que pide “la reconciliación del país». /
Por Javier Sahade / La Pulseada en Caracas
Agarra el celular con la mano derecha y escribe: “Voy p sn ignacio”. Envía, guarda el teléfono en la cartera y grita “una buuya” por Capriles: “uhhhh”. En el metro (subterráneo) de Caracas, sentido hacia Palo Verde, miles de personas se vuelven para sus casas en el Este de la ciudad, donde está el Centro Comercial San Ignacio y los sectores más pudientes. Son las 4.30 de la tarde y acaba de terminar una masiva concentración opositora encabezada por el candidato de la derecha, Henrique Capriles Radonski en medio de la campaña electoral. A las 5 de la tarde, la mayoría ya dejó la Avenida Bolivar, el lugar donde se hizo el acto. En la calle quedan botellas de agua, algunas latas de refrescos (gaseosas), paquetes de helados, vasitos y algunos volantes. En las paredes, pintadas antichavistas y un mensaje de odio, conocido en la historia argentina: “Viva el Cáncer”.
“La democracia de Venezuela está totalmente debilitada, es un país que tiene muy pocas libertades en este momento… va a costar, va a costar mucho la reconstrucción pero tenemos que empezar”, le dice a La Pulseada la actriz de telenovela Carola Sosa. Son las 14.15 de la tarde y el sol caribeño ataca a la capital venezolana. Suena Diego Torres y su “Color Esperanza”. La piel de Carola se aclara cada vez más cuando la transpiración le quita el maquillaje. Carola forma parte de un sector de la sociedad que le provoca náuseas el socialismo del Siglo XXI y que con 6 millones de votos, alcanzó el 44 por ciento en las últimas elecciones de octubre.
Carola dice que “Chávez aglutinaba a ese mitad de la sociedad que alguna vez se sintió excluida”. Según ella, “el discurso del presidente Chávez los hizo sentirse incluidos”. Para Carola, la tarea “más importante y difícil” de su candidato va a ser “la reconciliación del país”.
En la marcha de los que buscan la “conciliación del país”, unos escriben “viva el cáncer” y otros provocan daños en un edificio de la Misión Vivienda, uno de los miles que destinó la Revolución Bolivariana para los venezolanos sin hogar.
A las 14.50, la cantante y militante opositora Soledad Bravo, sube al escenario (la tarima, para los caraqueños) y canta el himno nacional. La canción patria, revalorizada por el gobierno de Hugo Chávez, es uno de los símbolos que el caprilismo tuvo que apropiarse, como estrategia de campaña. Lo mismo hizo con el nombre de Simón Bolívar que adoptó para identificar a su comando de campaña y también con la música de Alí Primera, el histórico trovador revolucionario. “Entienda, mi hermana, mi hermano. A todos los que piensan distinto a mi, yo sí quiero su confianza y vengo aquí a pedirles su voto. Yo quiero que voten por mí, le pido a los seguidores del presidente que voten por mí. Yo no soy la oposición, soy la solución”, dice Capriles Radonski en la mitad de su discurso, a las 15.33. Habla ante miles de personas bulliciosas, un metro y medio de su mamá y a unos 30 metros de un busto del Che Guevara, instalado desde hace años al costado de la Avenida Bolivar junto a una bandera cubana. Capriles conoció esa bandera hace exactamente 11 años, cuando formó parte del golpe de Estado contra Chávez en Abril de 2002. El fue uno de los que intentó violar el derecho soberano del gobierno cubano al ingresar ilegalmente a la embajada de ese país en Caracas para evitar que funcionarios chavistas se refugien en esa sede diplomática.
“Soy la solución”, repite el joven abogado y empresario, Henrique. Y propone: “A los médicos cubanos que trabajan en las misiones, les voy a dar la nacionalidad venezolana porque los voy a invitar a que sean ciudadanos de un país, donde hay democracia”. Levanta la voz y remata entre cornetas, aplausos y gritos: “Aquí no vamos a tener injerencia de ningún interés extranjero”. Son millones los que lo votaron en octubre y miles los que se movilizan por la oposición en esta campaña, antes de las elecciones del próximo domingo. No son todos de clase alta, pero el 80 o 90% de la elíte venezolana está identificada con Capriles. “Hay una fuerte cultura yanqui que no se logró eliminar”, explica un funcionario de la cancillería. Se ven clases populares en los actos de la oposición, pero también se ve lo que no es frecuente en las concentraciones chavistas, hombres bien vestidos y perfumados, y cantidad de mujeres con evidentes cirugías estéticas en labios, narices y pechos. “Están tan desacostumbrados a usar el metro que los he escuchado quejándose del calor que hace ahí abajo y atentos para no pasarse de las estaciones”, cuenta el periodista brasilero Roberto Gago, enviado especial para las elecciones.
“Venezuela libre”, grita una mujer, de unos 50 años. “Hace 14 años que nos roban el petróleo, mientras nuestro pueblo se muere de hambre”, dice una pancarta. En el metro, rumbo al Este, son las 4.30 y una mujer, guarda el celular en su cartera. Espera encontrarse con alguien en el centro comercial San Ignacio. Llegará con el cachete pintado con una banderita que dice “hay un camino”. Rumbo a las estaciones Chacao, Chacaíto y, Altamira, venezolanos antichavistas tararean las pegadizas canciones de campaña: “somos miles y miles”, repiten. Las más jóvenes, con el ritmo caribeño en la sangre, bailan al son de Willie Colón, el músico puertorriqueño/estadounidense, con apellido de conquistador, que le regaló una canción de campaña a Capriles. El referente mundial de la salsa es el mismo que tras la muerte de Chávez escribió en las redes sociales: “Dios bendiga a Venezuela que tiene ahora dos Presidentes… uno maduro y el otro podrido”.
Es tarde, ya oscureció en Caracas. “Viva el cáncer” queda en la Avenida Bolivar, como huella de la marcha opositora. Nos ponemos a escribir esta crónica y volvemos a escuchar a Carola, la actriz: “La tarea más importante y difícil” va a ser “la reconciliación del país” y todo se confunde. Ya uno no sabe si comenzó la novela de la tarde.