Buenas maderas

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136-JuguetesParador¿Qué puede un juguete? Con pedazos de madera, cartón y otras cosas encontradas por ahí, un grupo de personas construye dominós y laberintos de colores. También construyen poesía y se organizan, con amor, para pelearle a estos tiempos. La Pulseada mateó con ellos, en el Centro de Asistencia para Personas en Situación de Calle de La Plata.

 “(…) cuando la tormenta del dolor
llueva en tu corazón… yo seré tu sol
y te alumbraré con mis rayitos de esperanzas
para que cambies tu tempestad y tormentas
en horizontes de bonanzas”.

(“Para un amor sin aguas”, Sonia)

 Por Nacho Babino

 

  • ¿Cómo anda Luis?
  • Tzs… bien, bien. Ya ve.
  • ¿Me puedo sentar?
  • Ahí.

Luis –morochón, sesenta años- señala una silla a su lado. Está sentado en lo que podría considerarse el último confín de esta casa: una de las esquinas del patio, cerca de una parrilla invadida y ganada por cajas, unas poquísimas herramientas, bolsas. Y maderas y cajones desarmados y maderas. Es apenas poco más de las diez de la mañana de un miércoles y el sol empezó ya a picar fuerte pero Luis encontró su lugar a la sombra. Aunque, vale decir, puede ser que haya encontrado algo más que un lugar a la sombra.

ŸÉl es una de las casi veinte personas que tienen abrigo permanente aquí, en el Primer Centro municipal de Asistencia a Personas en Situación de Calle, ubicado en diagonal 79 entre 1 y 115. La legislación provincial y municipal para este tipo de instituciones dice que el Centro, dependiente de la Secretaría de Desarrollo Social de la Comuna, debe dar “alojamiento transitorio, asistencia primaria de la salud, alimentación, atención psicológica, asesoramiento jurídico, revinculación familiar y derivación a distintas instancias gubernamentales, provinciales o nacionales, en caso de revestir mayor complejidad en su resolución”. Pues bien, la realidad marca algunas cosas un tanto distintas: de todo ello, pocas cosas se cumplen. Jorge dirige el centro y dice, ante la persistente inquietud nerviosa de saber qué va a pasar con el cambio de gobierno en La Plata: “Este no lo van a cerrar. Los otros quizás, sí. Este no. Aunque ahora, por ejemplo, se han cortado las tarjetas de alimentos. Y no, no. Nunca se trabajó seriamente desde la Municipalidad. Los problemas no se arreglan con una Cafiaspirina, no. No hay seguimiento”.

Es viernes y atardece. Y Soledad una de las más jóvenes que abriga el Centro, amasa unas pizzas en la cocina de la casa. Fue una mala tarde: en algún momento faltó un vuelto de alguna compra pero se decidió hacer una “vaca” entre todos: ahí están, entonces, las pizzas. “Si está media porfiada la masa, dejala un rato y después volvés a estirarla”, le sugiere Jorge. Y cuenta que no va más a la oficina porque lo único que hacen es “chusmerío” y que “para escuchar boludeces, no”, que cuando en los actos o en alguna reunión lo nombran a él y lo aplauden, los del equipo le preguntan por qué y les dice “porque soy el único que les da bola”, que se agarró dos enfermedades graves desde que está aquí pero que no le está pasando cuentas a nadie y que también quiere dejar un poco.

Ÿ “Soy muy dolorido a veces”, dice Luis. Y cuenta que llegó hace más de veinte años de General Alvear, Corrientes. “Allí trabajé mucho en la construcción. Estaba arriba y abajo. Estaba bien. A veces había mucho trabajo, y a veces no. Entonces limpiábamos un poco nomás”.

  • ¿Y ahora que está haciendo?
  • Una cajita para unos juegos. ¿Quiere ver el laberinto?
  • ¿Laberinto?
  • Sí…
  • A ver.

Un cuadrado de madera oscura demarcado y dividido por puntos y clavos que forman franjas paralelas y cruzadas –una especie de cuadrícula- y, entre clavo y clavo, pequeños elásticos de colores: un laberinto. “Esto viene con una pelotita y el juego es mover el laberinto para poder sacarla. Y podés cambiar la forma, ¿no ves?”, enseña Luis. “Yo estaba muy mal cuando llegué. Andaba así –señala uno de los niños que está con los juguetes en el piso- y me arrastraba. Ahora no, ando mejor. El miércoles tengo visita al médico”.

Él es uno de los que lleva adelante y participa del productivo del Centro, una idea que surgió del grupo de Terapistas Ocupacionales que colaboran con el lugar: Luis hace juguetes, juegos de mesa y también sillas y banquetas con algunas maderas que encuentran, cartones, etc., y con las pocas herramientas con las que cuentan: un serrucho, algunas reglas, una trincheta, un martillo. Laberinto, dominós, solitarios, cajas: a medida que le encargan va haciendo y vendiendo. El otro productivo son las “porta SUBE” que hacen con bolsas, que también venden para que algunas de las personas que abrigan allí puedan generarse un ingreso que, a veces, es el único que tienen.

  • ¿Quiere un mate?

El que interrumpe es Carranza, otra de las personas que para aquí.

  • Sí, claro.
  • ¿Dulce o amargo?
  • Como usted lo tome.
  • Bueno… ¿Cómo se llama usted?
  • Yo soy Carranza. Eduardo. Un gusto. A Luis le gusta trabajar solo. Y le gusta. Si necesita que lo ayudemos, lo ayudamos, sí.

Y le echa, Carranza, un poco de azúcar al mate.Ÿ Ÿ

María Teresa Iribar forma parte del grupo de Terapistas Ocupacionales que trabajan aquí, que se completa con Jimena, Juan, Cecilia y Malú. Ellos pertenecen a una de las Cátedras de la Carrera de Terapia Ocupacional de la Universidad Católica (UCALP) y en cada cuatrimestre, con el grupo de alumnos correspondientes, realizan diversas tareas y llevan a cabo diferentes actividades en el lugar. Trabajan por iniciativa propia y fueron ellas las que se acercaron al lugar.

  • ¿Cómo es el funcionamiento del Centro?
  • La ley establece ciertas cosas, como por ejemplo, determinado tiempo que las personas pueden estar acá. Aquí hay quince personas permanentes y otros que vienen un día y se van, vienen a dormir quizás. Los tiempos que la ley establece, que está bueno establecerlos, a veces son medios tiranos porque la realidad es mucho más compleja que algo solucionable en los tres meses. A veces, llegar a la situación de calle, implica no tener una red de contención, sino uno termina en la casa de un amigo, un familiar. Cuando todo eso se viene abajo, cuando la empleabilidad se viene abajo también, la subjetividad está tan desarmada que no se ve la posibilidad de transformación de su realidad, entonces las ganas se vienen al suelo, las expectativas y eso, cuando no hay red que contenga, eso es la situación de calle. Quedar por fuera de todo lo posible.
  • ¿Además de los productivos, qué otras tareas llevan a cabo ustedes?
  • Las actividades tienen que ver con cuestiones básicas de higiene, alimentación, productivas, recreativas. Cada grupo hace un relevamiento barrial para ver qué recursos hay en la comunidad y tratan de ir completando un poco más el trabajo anterior. Por ejemplo, se trata de conocer los espacios públicos que hay porque uno piensa en las personas que viven en la calle y dicen: la calle se la conocen. Y no es ese conocimiento que uno tiene de lo público. Tiene que ver con la subjetividad y con el lugar que cada uno puede darse. Lo del espacio público tiene que ver con hacer propio también ese espacio porque vemos, además, que las personas en situación de calle, en muchos casos aún viviendo en la calle, ni siquiera la sienten como propia. No es que ese es su lugar, están hasta expulsados de ese lugar en cierta manera. Con los niños trabajamos mucho el juego. Hay varias ideas para poder ir un poco más allá, pero no nos da la estructura. Algunas ideas tienen que ver, por ejemplo, con cuestiones gastronómicas pero no podemos llevarlas a cabo. De hecho hay gente que tiene sus propios saberes, sus propios recorridos, cosas que puede brindar a otros. Yo algo puedo hacer para transformar mis circunstancias. Poder algo. Poder con algo. Y nos vemos súper limitados. Y no estamos hablando de grandes cosas, usar los recursos que están. Pero hay una infraestructura básica que entendemos correspondería al Estado aportar.
  • El encargado del lugar fue muy crítico respecto al abordaje y el acompañamiento que se hace desde la Municipalidad…
  • Creo que la infraestructura no es la adecuada para abordar la problemática. No hay recurso humano ni económico. Entonces, las acciones que pueden llevar a cabo quedan truncadas muchas veces. Ahora aparentemente estaría garantizado que se queden aquí, pero la historia nos dice que ya en cambios de gestión anteriores estuvieron varios meses sin la prestación del servicio. O sea, esto se desalojó y la gente quedó nuevamente en la calle. Y eso genera una situación de mucha tensión en una población vulnerable. Nos parece que sí es necesario que se amplíe y fortalezca el servicio, básicamente. Las condiciones de higiene no son las adecuadas. El alimento también es bastante básico, muchas veces generado por los propios vecinos, no por la Municipalidad. Es la misma comunidad la que lo ha sostenido.
  • El problema va mucho más allá de sacar a la persona de la calle…
  • Es mucho más complejo que solamente eso. No hay un abordaje a la solución del problema, sí a sacar a la persona de la calle pero después cómo resolver esa situación, es más complejo. No es sólo quedarse sin un techo, sino sin una red, sin el afecto, sin la familia. Es quedarse sin nada. Es una desafiliación, una desvinculación. Porque el pibe que no tiene una familia, no tiene un lazo. Es muy duro. Porque en un sistema capitalista es muy fácil que eso corra como tobogán para abajo y el “no” empieza a reproducirse: no, no, no; y después para subir es raro que haya escalera. Es muy complejo, porque además la persona no se siente que tiene ese lugar dentro; sino que siente y cree que tiene que estar por fuera. Entonces se forma una subjetividad desde el afuera, de algo que sería un dentro y después ¿cómo haces? Nosotros venimos pidiendo que la Municipalidad o alguna entidad nos dé un lugar físico para poder llevar a cabo las actividades productivas, porque fijate que están las mamás, junto con los nenes, Luis con las cosas de carpintería y el serrucho. Es como muy inestable la posibilidad de emprender algo productivo con el contexto de lo productivo y darle continuidad con la posibilidad de tener herramientas, guardarlas, acopiar material; más cuando se trabaja con lo reciclado. Nuestra idea es empezar a trabajar desde lo que hay. Por eso se empezó con bolsas, con maderas de cajones. La idea es no salir de eso porque si no es darle una herramienta que después desaparece.Ÿ Ÿ
  • ¡Che! Porqué no sacan esa música y bajan el volumen de la radio…

Es viernes por la tarde y en el patio hay otra ronda de mate. El que aparece es Alejandro quien sigue provocando a Sonia:

  • ¿Y qué querés? Es música de negro. Si vos sos negra y encima de River –le dice a Sonia. Entonces Alejandro se sienta y ella viene y le refriega su buzo de River en la cara y hacen que forcejean y se ríen y se abrazan.
  • ¿Y qué estás haciendo ahí?
  • Pintando una caja –responde ella.
  • ¿Para qué? ¿Y Luis?
  • ¡Para unos juguetes!, ¿no ves? Luis tenía médico hoy.
  • Ah… ¡Picasso un poroto! Sacá esa música de negros, ¡che!

Y ahí van, otra vez: se molestan, se abrazan, se ríen.

Él cuenta: “Yo llegué hace algunos años. Estoy bien. Estuve en la mala pero ahora estoy mejor. Quizás dentro de poco pueda alquilarme algo. Estuve en cosas feas, por eso esto, tuve un tiro y algunas operaciones” y se señala las piernas –tiene una marcada renguera al caminar- y la cabeza. “Y acá tengo contención, ¿viste? Por ellos y por las chicas. Y Jorge es un pingazo” y se ríe. Y “ellos” son Luis y Sonia y Carranza y los demás. Y “las chicas” son Teresa y Malú y Juan y Jimena y las alumnas.

“Yo soy un poco de todos lados. De allá y de acá”. La que cuenta es Sonia, que acaba de darle la caja y el pincel a Soledad. “Nací en Córdoba pero hace mucho tiempo que vine para acá”.

  • Pasé los poemas en limpio…
  • ¿Si?
  • Sí… Ahí te los muestro.
  • Muchas gracias… ¿Para quién son estos poemas?
  • Para la persona que amo. Que no puedo ver porque está encerrada, pero si Dios quiere dentro de poco la van a trasladar para La Plata.Ÿ Ÿ
  • ¿Y ahora qué está haciendo?
  • Como unos barriletes… Pero este hilo no es bueno. No se, las chicas después…
  • ¿Cómo le fue con el médico?
  • Ando mejor. Ahora el 23 tengo que volver.

Es lunes por la tarde y Luis está ensimismado tratando de terminar de armar unos barriletes. “Pero este hilo no es bueno”, vuelve a decir.

Y vuelve con los nudos de ese hilo malo, otra vez, a la sombra.

Sonia y el amor

Nadie te amara como yo: no te lo diré con un beso/te lo diré con el corazón/me enamoré de ti un día/no me creas si no quieres/si son sientes lo mismo que yo/espero que sepas que en este vida nadie te puede amar como yo, vida.

Para un amor con esperanza: Cuando estés triste vení conmigo/que yo te voy a dar todo de mí ¡hasta mi vida por verte sonreír!/no te voy a dar el cielo porque para mí el cielo sos vos. Y si en la vida no te dieron valor es porque no saben que es el amor/y si algún día te acuerdas de mí, llamame que voy a estar con vos sin importar la distancia ni nada porque sos una gran persona

Para un amor sin aguas: para que las frías aguas no inunden tus pensamientos dejándolos ahogados, en un mar lágrimas… y recuerda que cuando la tormenta del dolor llueva en tu corazón yo seré tu sol y te alumbraré con mis rayitos de esperanzas para que cambies tu tempestades y tormentas en horizontes de bonanzas.

No más lágrimas: una lágrima… no vas a dejar de ser feliz… todo problema tiene solución… después de una noche de lluvia siempre sale el sol… no pienses que todo acabó, ¡piensa que vendrá algo mejor! Que el viento se llevará tu dolor… no pienses en alguien que te lastimó… si no en quien te da amor… te quiero.

*Todos estos poemas fueron escritos por Sonia, una de las mujeres que duerme en el parador.

 

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