Bien de al lado

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Foto Archivo Gabriela Hernández

“Que todo el barrio lo sepa, ensaya La Gran Muñeca, hoy de nuevo es carnaval”, cierra, con indisimulada euforia, la primera canción compuesta por Eduardo Pitufo Lombardo. Con 41 carnavales montevideanos encima, desde su debut a los 9 años con la murga de niños El Firulete, es uno de los directores con más concursos ganados.. Vino a La Plata con su espectáculo solista “Más sólo que el uno”

Por Fredy González

Nuevamente Edú Lombardo se presentó en La Plata con su espectáculo Más solo que el uno, acompañado por guitarra, pandeiro y loop station o caja de ritmos, instrumento éste con el que sobre el final logró incluso montar una murga en el escenario a partir de su sola voz repetida armónicamente. El Pitufo, sobrenombre con el que fue bautizado al ingresar como platillero a Falta y Resto en 1984, a diferencia de otros destacados murguistas, apoya la existencia del concurso oficial de agrupaciones “porque el que no concursa no sale a hacer tablados”, el mismo argumento por el que sus detractores le niegan ese valor.

Pero el Pitufo no es sólo hombre de carnaval, sino que desde la adolescencia se ha venido perfeccionando en el estudio y la ejecución de instrumentos de percusión, como quedó demostrado en su participación en la agrupación de solistas Los Que Iban Cantando (LQIC) -1987/88-, un colectivo que en esa última formación estuvo además integrado por Jorge Choncho Lazaroff, Jorge Bonaldi y Luis Trochón, donde dos de sus principales particularidades eran la desestructuración instrumental y el lenguaje directo y mordaz. Hoy, en su formato solista, el Pitufo Lombardo tiene editados dos trabajos discográficos: “Rocanrol” (2007) e “Ilustrados y valientes” (2012), y para este año tiene prevista la presentación de su tercer disco, titulado “Músicos ambulantes”. Con La Pulseada dialogó sobre diferentes etapas de su vida y obra.

-¿Qué pasó a tus cinco años?

-A los cinco años de mi vida conocí la murga, conocí el carnaval. Mis viejos me llevaron al primer tablado y me enamoré de ese género. Después me mudé de barrio y ya fui a ver las murgas con mis amigos. A mis cinco años nació esta pasión.

-Pero hace cuarenta y cinco años las murgas no eran como hoy.

-No, no eran como hoy. Han cambiado los tiempos, han cambiado mucho. Eran otras murgas, otro tiempo, otro contexto político, social y cultural.

-En algunos ámbitos se habla de códigos. ¿También cambiaron los códigos en el carnaval?

-Algunos códigos se siguen manteniendo. Lo que pasa es que en el tratamiento estético las cosas van cambiando, y como avanza la ciencia avanzan otras cosas. Yo creo que es interesante conocer nuestras raíces y respetarlas. Y si uno quiere cambiar las reglas está bueno conocerlas antes. Me parece que hay mucha gente que ha aportado mucho y que hay generaciones que ya no están con nosotros que le han dado mucho al carnaval, pero también se han modificado estructuras, formas de cantar, otras herramientas a la hora de cantar, de componer, de escribir. La mirada de una persona que salió en el carnaval en la década del ’70 es una mirada que está dentro del contexto del país en esa época, y un gurí que tiene 23 años piensa diferente que una persona que tiene 50, y es totalmente natural. Yo lo veo como ley natural.

-¿El concurso oficial le aporta algo al carnaval o le quita?

-Yo no creo que le quite, yo creo que le aporta, como otros varios puntos. Que se transmita por televisión el carnaval me parece que está bueno porque llega a todo el Uruguay, sobre todo a la gente que no tiene la posibilidad de ir a Montevideo a ver el carnaval. Por otro lado creo que está bueno que de un programa hagan un programa y no te hagan veintisiete. Con eso no estoy muy de acuerdo. Y el carnaval es como una pequeña zanahoria por el tema de la competencia. Ahora, el fin primordial es hacer un espectáculo, después lo otro… Y el concurso está bueno porque el que no concursa no sale a hacer tablados, no existiría el carnaval, pero me parece que hay un desequilibrio entre lo que es el concurso y el carnaval de los barrios de Montevideo. Ese carnaval popular se ha perdido un poco.

-Cuando vos creciste en La Comercial y en Sayago había cientos de tablados en Montevideo. ¿Por qué se siguen perdiendo?

-No se pueden mantener. El carnaval es un gran negocio. Los tablados son grandes supermercados ya. Hay tablados que llevan ocho mil personas, cuando antes llevaban trescientas o cuatrocientas, mil a lo sumo.

-La mayoría de la gente te recuerda como integrante de La Gran Muñeca, Contrafarsa, Falta y Resto, pero muy pocos por aquella hermosa experiencia que dirigiste, que fue murga La Matinée.

-Es verdad, una murga de murguistas veteranos. Tremenda murga era.

-¿Por qué abandonaste carnaval en 2007 con Asaltantes con Patente?

-Después les hice algunos arreglos a La Mojigata (2010) y a Diablos Verdes (2013), pero me dediqué a tocar mi música y tenía ganas de ver otras cosas por ahí, compartir con otros artistas… Ando con ganas de hacer un añito más de carnaval porque ya estoy bastante veterano y no me queda mucho, entonces los últimos movimientos que tengo en la rodilla los tengo que aprovechar ahora, sino no puedo salir más.

-Dirigiste Falta y Resto en 1988 y 1989, los únicos dos años en que esta murga obtuvo el primer premio. ¿Cuánto aportó para esos resultados el trabajo de Jorge Choncho Lazaroff?

-Muchísimo. Fue un gran artista el Choncho, un creativo tremendo. Sus cuplés de cada uno de esos años, El cuplé de la gente y El Pepe Revolución fueron tremendos. Y le aportó mucho no sólo al carnaval sino a toda la música uruguaya. Se extraña mucho el Choncho, mucho, mucho.

-Uno de sus grandes anhelos era salir en Falta y Resto. Murió antes…

-Sí, pero, bueno, esos años trabajamos cerca de él, él compuso esas cosas, y estuvo buenísimo, fue una experiencia increíble.

-Te nombré al Choncho también porque te conocí gracias a él en el teatro Circular de Montevideo, cuando a los 21 años integraste la última formación de Los Que Iban Cantando.

-¡Yo era un niño, bo! Ellos tenían una trayectoria de treinta años y yo una de tres. ¡Imaginate!

-¿Cómo viviste esa experiencia?

-¡Yo temblaba, loco! Porque yo iba a los ensayos con esos tipos, que eran unos monstruos, veía todo lo que sabían y lo que tocaban y yo decía “qué estoy haciendo acá”. Pero me recibieron muy bien, fue de gran aprendizaje, yo desde lo poquito que iba aprendiendo iba aportando desde mi lugar, pero fue un punto grande de referencia para mí estar con ellos. Yo recién estaba empezando.

-¿Cuándo tomaste conciencia de que formaste parte de ese grupo que revolucionó la música uruguaya?

-Cuando entré y empecé a ensayar con ellos. Porque la forma de trabajar de LQIC era de muchas horas de laburo, todos participaban, todos creaban, era muy creativo el ensayo, y ahí me di cuenta que esos tipos eran cosa seria, que trabajaban en serio.

-¿Compartías el contenido político de sus letras, que también fueron de las más jugadas del Uruguay desde 1977?

-Por supuesto. Yo no componía en esa época, sólo tocaba percusión y guitarra en algunos temas, pero por supuesto que adhería.

-Tu primera canción fue Bien de al lado en 1996?

-Exactamente.

-¿Cómo fue disponerte a hacer algo que vos venías admirando desde abajo del escenario?

-Mirá, yo hice esa canción y después la presenté en un concurso y lo gané, pero no sé cómo la hice, me salió. Nació como muy del alma, una cosa muy fresca.

-Cuando tenías nueve años formaste tu primera murga con apenas cuatro integrantes, El Firulete, que muchos años después tuvo como heredera a Contrafarsa. ¿Por qué se disolvió Contrafarsa?

-Sí, después El Firulete fue registrada en el carnaval mayor, por lo que se adoptó el nombre de Contrafarsa para poder participar. Y sobre la disolución… yo creo que son épocas, las cosas se dan en determinado momento, los integrantes van tomando caminos diferentes y los pensamientos a medida que uno va creciendo van cambiando, y sobre todo se cumplen ciclos.

-En 2007 comenzaste tu carrera solista. Contame alguno de los puntos altos en esta carrera y alguno de los fracasos.

-Yo siempre que puedo estar tocando, ya sea para uno, para seis, para mil, para tres mil o para cincuenta mil, nunca siento que sea un fracaso. El Choncho decía que siempre hay un oído receptor. Te cuento varias cosas. Nosotros arrancamos a hacer el espectáculo teatral Murga madre y fuimos al estreno y se llenó porque la gente quería saber qué pasaba. Después empezamos a bajar en cantidad de público y llegamos a actuar para diez personas, seis personas, hasta que después decidimos tocar con la banda en vivo y hacer la obra y llenamos un Solís y un Teatro de Verano, dos escenarios grandes. Y con mi carrera solista hace nueve años que vengo tocando y no he parado de tocar. Sí he ido a lugares donde está lleno y he ido a lugares donde hay muy poca gente, pero nunca me debilitan esas cosas, siempre siento que si va una persona o dos siempre esa gente está escuchando y va a recibir lo que uno hace. No siento fracaso por los números. Creo que uno fracasa cuando no sigue su misma línea.

-Para uno o para diez mil, ¿por qué creés que te contratan para tocar?

-Yo supongo que porque dentro de mis años de música y de hacer muchos espectáculos con diferentes músicos creo que la gente sabe lo que he hecho, y he tratado de hacer las cosas lo mejor posible. He tenido la suerte… Yo nunca digo estas cosas, pero son reales: yo he tocado con todos los músicos uruguayos, como percusionista he acompañado a muchos y sigo acompañando, como el caso de Jorge Drexler, Fernando Cabrera, LQIC, Jaime Roos, Mariana Ingold… Y he tenido la suerte de ser telonero de Serrat y Sabina, de Mercedes Sosa, de Lenine… Porque me parece que tengo respeto y amor por las cosas que hago, y cada vez que hago algo me brindo por entero.

-Hay un Rocanrol primero, hay un Ilustrados y valientes después… Yo no sé qué tan ilustrados y valientes somos.

-(risas) Es verdad, yo tampoco. Da para hablar mucho, pero creo que no lo somos tanto, no.

-¿Qué se viene ahora en materia discográfica?

-Un tercer disco que se va a llamar Músicos ambulantes. Es un disco que hace bastante tiempo que vengo grabando pero debido a diferentes cosas se ha trancado un poco. Grabé algunas cosas en el norte y en el sur de España con gente de allá y ahora estoy grabando en Montevideo con diferentes músicos de Montevideo, y quiero sacarlo este año y va a salir este año.

-Tienen una estética muy particular todas las murgas por donde el Pitufo ha pasado. ¿Qué creés que le has aportado al carnaval?

-Yo nunca le he pedido al carnaval, no le quiero pedir al carnaval. Yo intento darle al carnaval lo que yo sé, lo que yo aprendí, lo que mis maestros aprendieron, y brindarle el respeto de la gente que me enseñó y de los que la hicieron antes que yo. Simplemente eso. Y tratar de hacer lo mejor que pueda para que el público lo pase bien, porque en realidad el objetivo del arte es poder tocar en algún lado y tratar de transformar algunas cosas. Si yo puedo desde mi lugar, conjuntamente con dieciséis compañeros más, hacer algo, la tarea está cumplida.

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