Maldigo
Liliana Herrero
S Music
¿Cuán grande puede ser cierto espíritu de búsqueda? ¿Cuán grande puede ser el espíritu curioso, arriesgado e indomable de esta niña hermosa de 65 años? Liliana Herrero acaba de publicar un nuevo disco. Es un producto enorme, intenso, rabioso. Se llama Maldigo y vuelve a surcar el panorama de la música actual sin que todavía se vislumbre cuánto pesa esa huella suya. El disco recorre en trece canciones el vasto cancionero de Latinoamérica. Al igual que en su anterior producción, Liliana se acompaña exquisitamente de Pedro Rossi en guitarras, de Ariel Naón en bajo y contrabajo, de Martín Pantyrer en vientos y de Mario Gusso en batería y percusiones. El disco comienza con toda la potencia en Bagualín (de Fernando Barrientos) mientras ella canta, como rugiente: “Los ojos de los niños cuando el mundo los disfraza de cautivos”. Entre otras canciones, están en este nuevo disco: La garra del corazón, de Fernando Cabrera; una cautivante versión de Oye, niño,de Miguel Abuelo; Marte, de Tomás Aristimuño; La diablera, de Castro y Herrera; y más de Violeta Parra, de Atahualpa Yupanqui, de Dorival Caymmi, etc. Producido junto a Lisandro Aristimuño, Maldigo tiene como invitados a Diego Arnedo, Leila Cherro, Mauricio Bernal y Raly Barrionuevo, y contó con una hermosa producción fotográfica de Nora Lezano y Marcos Crapa. No hay pose ni artificios. Hay verdades —gritadas, cantadas—; hay un descarnar hondísimo en cada tonada, en cada canción. Hay una belleza demoledora. Vibrante, doliente, agonizante. Así es que Liliana se rinde y redime ante esas canciones. Maldiciendo, disfónica, a los gritos, en susurros. Pero nunca —nunca— sin decir.
Nacho Babino