En Alberti, pequeño pueblo bonaerense, se respira miedo. Se respira desidia y complicidad. La soja avanza allí donde rotaba una variedad de cultivos. Las fumigaciones envenenan aire, agua y tierra. Y un sector pelea por vivir de otro modo. Se levantó la huelga de hambre pero se mantiene el acampe vecinal.
Por María Soledad Iparraguirre
No importan los recurrentes casos de cáncer ni los chiquitos malformados. Importa la renta que beneficia a los sectores comprometidos con un modelo agrícola exitoso. Importa ser parte del tan ansiado progreso. En Alberti, detrás de los productores agropecuarios vinculados a la plantación de soja transgénica están los trabajadores y peones, que callan por temor a perder las “changas” y los planes sociales con los que subsisten.
En absoluta complicidad con el sector sojero, el poder político local autoriza fumigaciones pasando por encima un fallo judicial de la Suprema Corte bonaerense que las prohibió a 1km de los centros poblados (agosto de 2012) y una ordenanza por la que se creó un área ecológica protegida.
Pero en Alberti, también se respira lucha. Cansados de no ser escuchados, un grupo de vecinos sostiene un acampe frente al municipio, en la plaza General Arias, la principal del pueblo. Antes, el periodista ambiental Oscar Di Vincensi mantuvo por más de cuarenta días una huelga de hambre a la que se sumó la vecina Mariana Agüero. Di Vincensi fue fumigado en enero pasado mientras intentaba cubrir una fumigación en un campo aledaño a viviendas. Lo fumigó Juan Manuel Zunino, hermano de la jefa de Bromatología y Medio Ambiente, María Zunino. Ella es la encargada, entre otras cosas, de autorizar que se fumigue con agrotóxicos…
En repudio a la indiferencia de la intendente, Marta Médici, y de los 12 concejales que integran el poder legislativo local, Di Vincensi levantó la huelga de hambre el 13 de mayo. “Decidimos levantarla después de asistir a la sesión en el Concejo Deliberante donde los vecinos autoconvocados presentamos un proyecto de ordenanza para que se prohíban las fumigaciones terrestres y aéreas hasta tanto se tenga el resultado del estudio epidemiológico que esperamos se haga. Los concejales de los dos partidos tradicionales pasaron a comisión el proyecto, burlándose de nosotros” señaló Di Vincensi a La Pulseada.
El periodista estuvo internado con suero hasta recuperar energías y volvió al acampe, que mantienen desde hace un mes y medio ya. Junto al grupo de vecinos que acompaña su lucha, De Vincensi presentó un petitorio en el que exigen entre otras cosas, la prohibición de fumigaciones terrestres y aéreas a menos de 1 km del caso urbano, la realización de un estudio epidemiológico y la inmediata renuncia de la jefa de Medio Ambiente, María Zunino.
“Entendimos que estos funcionarios viven en una burbuja y en un autismo político que no merece que nuestra salud se vea afectada. Decidimos reforzar el acampe y cada medio día hacer una olla popular, para todos los vecinos que quieran acercarse. En la semana vamos a convocar a una asamblea para que todos puedan participar y presentar sus propuestas. La lucha continuará sin descanso. Salí bien de la huelga. Estoy acompañado. Me estoy reponiendo y ando con la adrenalina a full” contó Di Vincensi.
El frío comenzó a arreciar, pero el acampe se mantiene. Reforzado.
(Informe completo en nuestra edición impresa de junio)