En el conurbano, en el Gran La Plata y en cualquier punto de la Provincia, las empresas radicadas en zonas urbanas producen emanaciones que afectan la calidad de vida. Un recorrido por la región donde prima la falta de control y la desidia estatal frente al envenenamiento provocado por multinacionales e industrias locales.
Anemias. Asma y enfermedades respiratorias. Deterioro cognitivo. Leucemias y distintos tipos de cáncer. Son algunas de las enfermedades con las que conviven miles de habitantes en distintos barrios bonaerenses causadas por la actividad de empresas contaminantes que, por su impacto en la salud humana y el ambiente, deberían estar ubicadas en Parques Industriales o en zonas rurales. La Ley de Radicación Industrial Nº 11.459, establece distintas categorías para los establecimientos según el material que elaboren y almacenen y la calidad o cantidad de sus efluentes, entre otros requisitos. Las empresas categoría 3 son consideradas peligrosas porque su funcionamiento “constituye un riesgo para la seguridad, salubridad e higiene de la población u ocasiona daños graves a los bienes y al medio ambiente”.
Las luchas vecinales llevan años o décadas, la desidia de los poderes estatales frente al pedido de vivir en un medio ambiente sano –derecho establecido por la Constitución Nacional y por la legislación vigente– y la inacción u omisión de los organismos de control se repiten como postales trágicas en lugares donde se respira carbón de coque, sílice cristalina, plomo y metales pesados. Las empresas aducen que se radicaron antes de que estos lugares se constituyeran en barriadas, pero los datos demuestran que las poblaciones son preexistentes.
Barrio Campamento, Ensenada
Julieta Kolak, integrante de Vecinos Contaminados por Copetro, en el Barrio Campamento de Ensenada, explica lo que es una “zona de sacrificio” y la definición podría extenderse a todas las regiones en conflicto: “Es un territorio altamente contaminado donde predominan actividades ‘productivas’ extractivas y contaminantes que afectan la calidad de vida dañando tanto nuestros cuerpos y psiquis como también al ambiente”. A lo que suma la existencia de “un Estado y gobiernos que abandonan a la población y son cómplices del sacrificio de muchos, para el beneficio de unos pocos”.
Copetro es la única productora de carbón de coque calcinado del país y se instaló en barrio Campamento de Ensenada en 1980 con un permiso provisorio del entonces presidente de facto, Jorge Rafael Videla. La sustancia, un subproducto de la refinación del petróleo de bajo costo, se utiliza en la industria del aluminio y el acero, y la mayor parte se destina a la exportación.
Desde hace cuatro décadas, los vecinos de Berisso y Ensenada conviven con un polvillo negro en sus hogares emanado por las chimeneas de la empresa. Son restos de carbón de coque que contaminan agua, tierra y aire. Desde que se estableció, la planta produce día y noche. Los vecinos juntan los restos de hollín en frascos de café. Ese polvo negro entra en las casas y en sus pulmones. “Lo riesgoso de estas sustancias contaminantes es la presencia de material particulado. Las micro partículas de carbón se dividen por su tamaño y las más pequeñas atraviesan órganos, pasan por los bronquios y llegan a los pulmones, provocando daño”, señala Leda Gianuzzi, doctora en Química de la UNLP.
Las micro partículas de carbón se dividen por su tamaño y las más pequeñas atraviesan órganos, pasan por los bronquios y llegan a los pulmones
El Departamento de Trabajo de los Estados Unidos cataloga a las emisiones de coque como “sustancias tóxicas y peligrosas”. En su Hoja de Información de Sustancias, el organismo señala que “la exposición a las emisiones de hornos de coque es una causa de cáncer de pulmón y cáncer de riñón, en los seres humanos”. Por su parte, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) detalla un listado de contaminantes peligrosos de aire, no cubiertos por los estándares de calidad del aire ambiental que conllevan una amenaza para la salud humana, entre los que se encuentran el asbesto, el mercurio y las emisiones de hornos de coque.
Las Mercedes, Virrey Del Pino
Cuando en el año 2009 explotó una de las 16 tolvas de la firma Klaukol, el barrio Las Mercedes, en Virrey del Pino, partido de La Matanza, quedó envuelto en una densa nube de polvo que lo cubrió todo. La sociedad de fomento reunió a los vecinos: Klaukol destinaría dinero y artículos de limpieza a cada familia afectada. A Susana Aranda le sorprendió el gesto de disfrazada amabilidad. A cambio de recibir la “ayuda” de la empresa, los vecinos debían firmar un documento en el que renunciaban a iniciar a la firma todo futuro reclamo por contaminación. Al tiempo, niños y adultos comenzaron a desarrollar severas patologías como enfermedades respiratorias, leucemia y cáncer, que se fueron multiplicando de modo exponencial.
Las Mercedes es una barriada obrera e industrial, donde también están afincadas Mercedes Benz, Aerofarma Laboratorios y Royal Canin, entre otras. La multinacional Klaukol, dedicada a la fabricación de materiales para la construcción, se instaló allí en el 2000. Desde que se fusionó con Parex –uno de los principales productores de morteros en el mundo– la actividad de la planta matancera se reactivó aceleradamente.
Al barrio arriban cada día entre 30 y 50 camiones de arena que será mezclada con agregados tóxicos, como aditivos, gases y aerosoles. Del tratamiento de ese cóctel se desprenden partículas de sílice cristalina, clasificada como cancerígeno humano según las hojas de seguridad de Lafarge North América Inc., organización de la cual forma parte la empresa, que en otras partes del mundo, por ejemplo Francia, se ocupa de tomar los resguardos ambientales correspondientes.
La emanación crónica de sílice contaminante provoca silicosis, una patología fibrósica-cardiovascular de carácter irreversible, desarrolla fibrosis nodulares en los pulmones y aumenta el riesgo de tuberculosis
Las tolvas (chimeneas) de la fábrica despiden esta sílice contaminante durante las 24 horas, todos los días del año. La emanación crónica de este compuesto provoca silicosis, una patología fibrósica-cardiovascular de carácter irreversible. La silicosis desarrolla fibrosis nodulares en los pulmones y aumenta el riesgo de contraer tuberculosis.
Susana Aranda inició un relevamiento casero. En cada casa visitada había enfermos y muertos por cáncer. “Las casas pasaron a ser mausoleos, en algunas murió la familia completa”, recuerda. Y rememora a los vecinos que ya no están: de los Cappatelli fallecieron mamá, papá y dos hijos; de la familia Acosta, mamá, papá y un hermano. «Quedó la hija, que fue operada por una malformación y dejó el barrio. Da mucha bronca: son muertes silenciadas”.
En medio de un sinuoso recorrido de presentaciones ante la justicia y pedidos de informes a los organismos municipales, provinciales y de control, Aranda se presentó como querellante en una causa judicial que ya lleva 12 años. La denuncia contra Parex Klaukol fue inicialmente radicada en el Juzgado Federal de Morón, en aquel entonces a cargo de Jorge Rodríguez. Por allí pasaron los jueces Juan Pablo Salas y Ernesto Barral. Éste último se declaró incompetente y derivó la causa al Juzgado de Garantías N° 4 de La Matanza, de órbita provincial. En 2018 intervino la Corte Suprema y resolvió que la causa regresara al juzgado inicial radicado en el distrito. Mientras, la UFI Nº 6 es la encargada de llevar adelante las investigaciones y pericias correspondientes.
Los vecinos siguen esperando respuestas. “A nosotros no nos mata el coronavirus, nos mata el aire que respiramos”, señala Susana que reconoce estar cansada. “Tenemos prueba de todo, la contaminación, las enfermedades que causa, las muertes. El problema es que a nadie le importa nuestra vida. El poder económico de Klaukol compra a todos y nosotros somos un negocio más para políticos, peritos y jueces que duermen la causa”, se lamenta.
La Rotonda, Florencio Varela
El barrio La Rotonda de Florencio Varela está constituido por 32 manzanas habitadas por más de 3.500 personas rodeadas de un anillo de industrias contaminantes, la mayoría de ellas de segunda y tercera categoría.
Industrial Varela, fundidora de baterías de plomo, libera al aire y los suelos este metal pesado ininterrumpidamente, cada día, desde hace casi 40 años. Un reciente fallo del Juzgado en lo Contencioso Administrativo de La Plata declaró a la firma responsable de daño ambiental en una causa colectiva iniciada en 2016 por los vecinos en lucha por su derecho a vivir en un ambiente sano. En ese recorrido, La Rotonda fue declarada en “emergencia sanitaria” en 1997 y bajo “crisis ambiental” en abril de 2006.
“Ellos dicen que estuvieron antes que el barrio y no es así. Yo me vine a vivir en el ‘70, y esto era todo campo, ahí no había ninguna empresa, ellos se instalaron después, de a poco, con un chaperìo, operando ilegalmente. Se instalaron acá porque vuelcan todos los desechos al arroyo. Cuando llegamos al barrio mis hijos se bañaban ahí. Ahora, no hay vida posible de la contaminación que tiene”, cuenta Lusía Choque a La Pulseada. Ella y su marido viven a una cuadra de la empresa y ambos tienen plomo en sangre.
Según la OMS, los niños pequeños son especialmente vulnerables a los efectos tóxicos del plomo, que puede afectar en particular al desarrollo del cerebro y del sistema nervioso
La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que el plomo se acumula en el organismo alcanzando el cerebro, el hígado, los riñones y los huesos. Durante el embarazo es liberado hacia la sangre exponiendo directamente al feto. Y agrega que “los niños pequeños son especialmente vulnerables a los efectos tóxicos del plomo, que puede tener consecuencias graves y permanentes en su salud y afectar en particular al desarrollo del cerebro y del sistema nervioso”. La exposición al plomo también causa anemia, hipertensión, disfunción renal, inmunotoxicidad y toxicidad en los órganos reproductores. La Ley Nacional de Residuos Peligrosos, sancionada en 1991, lo considera un residuo peligroso que puede “causar daño, directa o indirectamente a seres vivos o contaminar el suelo, el agua, la atmósfera y el ambiente en general”.
El daño provocado en la salud es irreversible, sobre todo en los más pequeños: sus organismos absorben cuatro veces más plomo que un adulto. En La Rotonda, un gran porcentaje de los niños analizados presentan altos niveles de plomo en sangre y muchos de ellos severas dificultades en el aprendizaje, entre otras patologías como asma, anemias y dificultades para respirar. “Yo no entendía cuál era la causa de que los chicos no aprendieran, no entendieran. No podían aprender y eran pibes normales, eso lo vi durante varios años en la escuela”, cuenta Choque, que fue docente en la escuela del barrio.
El fallo dictado por la jueza María Fernanda Bisio señala que “luego de casi 40 años de funcionamiento, Industrial Varela no contaba siquiera con los más elementales instrumentos establecidos en las normas ambientales, ni con certificado de aptitud ambiental, ni seguro ambiental, ni con permiso de vuelco de efluentes gaseosos, ni de gestión de residuos industriales especiales, entre otros”. Y agrega que la “Provincia incumplió su obligación de supervisar y fiscalizar a la empresa de tercera categoría que funde plomo en el mismo ambiente donde habitan miles de personas”.
“El diseño de nuestra vida social está muy regido por lo productivo, lo industrial. Es tan preeminente esta fuerza que los municipios, las provincias y hasta las propias poblaciones se vuelven ciegas frente al daño que producen empresas que son las que llamamos de tercera categoría porque provocan un perjuicio indudable al ambiente. Es la categoría más gravosa, la más peligrosa, es tal el afán de desarrollo de lo económico, de lo industrial, que es muy difícil poner en evidencia estos ciclos de ruina”, explica a La Pulseada José Martocci, director de la Clínica Jurídica en Derechos Humanos de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la UNLP, que llevó adelante la causa judicial contra Industrial Varela. Y agrega: “El daño ambiental es un daño de clase. El que tiene plata interrumpe el daño rápidamente. El hilo siempre se va a cortar por la población descartable”.
Parada El Gallo, Pilar
En este barrio de Pilar vive medio centenar de familias en un radio de quinientos metros rodeado de seis industrias altamente contaminantes, entre ellas Verasur, destiladora de petróleo, Tradec que recicla desechos industriales y un depósito municipal de chatarra. También se instalaron allí una asfaltera municipal y una industria de galvanoplastia con un piletón a cielo abierto de agua cianurada.
“Ninguna de las industrias tenía certificado de aptitud, pero con los años fueron apareciendo, mal hechos, plagado de irregularidades”, cuentan los vecinos de Pilar
Erica Hanh eligió el lugar buscando llevar una vida de campo. “Alrededor de 2000 empezaron a radicarse las industrias, se fue mal desarrollando todo. Lo primero fue denunciar unos olores nauseabundos. Ese fue el primer día de nuestro activismo ambiental”, recuerda.
Y agrega que ninguna de estas industrias tenía certificado de aptitud ambiental al principio. “Hoy fueron apareciendo, mal hechos, todo plagado de irregularidades”, denuncia a La Pulseada. Ella dirige la ONG Organización de Ambientalistas Autoconvocados que brinda apoyo jurídico y se opone al cambio en el Código de Ordenamiento Territorial que modifica la zona convirtiéndola en Industrial Exclusiva.
Desamparados. Así se sienten los habitantes de todas estas barriadas obreras donde el común denominador es la desidia e inacción de los poderes municipales, provinciales y nacionales. Las batallas judiciales emprendidas llevan años o décadas. Sea en La Matanza, Varela, la zona obrera de Pilar o las localidades afectadas de Berisso y Ensenada, mientras las chimeneas sigan humeando venenos, a los vecinos en lucha se les va la vida // LP
En La Pulseada
A lo largo de sus 20 años la revista también se ocupó de los temas de contaminación ambiental. EL uso de PCB en los transformadores de electricidad, el dragado de los canales de Berisso que afectó al paisaje protegido o la caza indiscriminada cuyos restos de plomo afectan a la fauna bonaerense son algunos de los ejemplos que fueron tapa.