Un collage narrativo hecho con los primeros pasos de Embajada Boliviana y Pensar o morir, dos referentes consagrados por el tiempo. Estado criminal, recitales en el patio de la escuela y tráfico de casetes, postales de una época signada por la urgencia y la rebeldía. (Segunda parte)
Nota relacionada > (Primera parte) La prehistoria del punk en La Plata
El episodio fundacional del estallido punk en La Plata está ligado a una tragedia. La desaparición de Miguel Bru a manos de la Bonaerense marca un antes y un después en la historia de la ciudad. A partir de ese momento, en agosto de 1993, la militancia en materia de derechos humanos irrumpe con bríos en el espacio público al tiempo que se desprende la careta de la institución policial, revelando el rostro de una fuerza que se mantiene imperturbable frente a la cometa, el narcotráfico y el caficheo, que tras diez años de democracia sigue arrastrando vicios de épocas anteriores, secuestrando, torturando y desapareciendo como si aún gobernase la dictadura que garantizaba su impunidad.
Todos los elementos que intervienen en la trama del caso reflejan la podredumbre institucional del modelo menemista: el oscuro proceder de la “maldita policía”, encarnado en los efectivos de la Comisaría 9° donde operaban los autores materiales del crimen; la encubridora pereza del juez Amílcar Vara, posteriormente apartado y destituido de su cargo; el inquietante silencio del Gobierno bonaerense, que luego muda en acartonada solidaridad ante la necesidad de preservar su imagen; y las odiosas versiones sembradas en la prensa adicta que se empeñaban en tratar de empantanar la imagen del joven.
Para reclamar por la aparición de Miguel Bru, el centro de estudiantes de la Escuela de Periodismo organiza un festival en el participan diferentes bandas punks
Entre las medidas que se impulsaron para darle visibilidad al hecho, el Centro de Estudiantes de la entonces Escuela Superior de Periodismo organizó un acto-festival para el jueves 14 de octubre bajo la consigna «¿Dónde está Miguel?», que por lluvia se pasó al día siguiente. La convocatoria reunió por primera vez a Furia, Enérgica y Monasterio con grupos de la nueva ola como Embajada Boliviana, Acción directa, Dulce suicidio, Sentimiento fatal y unos debutantes sin nombre -para su próximo concierto pasan a llamarse Pensar o morir-, que arriban al escenario escoltados por una manada de skaters. Pasada la medianoche, el sonidista amenaza con retirarse y algunas bandas negocian cederle su lugar a Chempes 69, grupo del que participaba Miguel, pero a mitad del set, Rubén «Bocasucia» Lopardo (cantante de Acción directa) manotea el micrófono y dispara críticas contra aquellos que sólo participan del evento por una motivación egoísta, en lugar de solidarizarse con el espíritu del reclamo. La acusación desata un zamarreo que casi termina a las piñas, dando por concluido el evento y sellando el desembarco del punk a la ciudad de las diagonales.
Hermanos de sangre
El nombre más ingenioso que una banda pueda pedir, las mejores canciones del mundo y una hinchada con aguante, Embajada Boliviana lo tiene todo. Lo que empieza como un grupo de amigos jugando a imitar a Ramones crece hasta convertirse en un hito del rock platense. En el traspaso de una etapa a la otra, Julián “Juli” Ibarrolaza, Emiliano “Cabeza” Elso, Esteban “Kuntaku” Guimaraynz y Matías “Matu” Isla se vuelven hermanos, definen una identidad y lanzan una serie de grabaciones entrañables, de entre las que se destaca Soñando locuras, uno de los discos más celebrados del punk nacional.
Embajada había nacido en octubre del ’92 con la mirada puesta en el Nacio-Rock, actividad recreativa de la que participan grupos exclusivamente formados por estudiantes del Nacional, colegio al que asisten Juli y Cabeza, dos pibes que se sienten ajenos a todo lo que transcurre en sus instalaciones. Flechados por El cielo puede esperar de Attaque 77 y la llegada de la ramonesmanía al país, convocan a Matu y Kuntaku, alumnos de la técnica Albert Thomas con idéntico ADN musical, para darle forma al sueño de una banda propia.
Programado para fines de noviembre, el Nacio-Rock se suspende por mal clima y se pasa para diciembre, en el medio tienen su bautismo de fuego en una fiesta de fin de año ante un grupo de alumnos de 7° grado en la Escuela N° 102, de 7 y 32, donde cambian el “aquí estoy tomando mi Termidor” de Termidor, por un más adecuado “aquí estoy jugando con mi yo-yo”. Sigue otro concierto en la Escuela de Enseñanza Media N° 11 de Tolosa, junto a Enfermo de todo, Vómito cultural y Coma-4, hasta que llega el gran debut en el Colegio Nacional, donde la lluvia vuelve a decir presente, interrumpiéndolos y aguándoles la tan esperada primera vez.
A comienzos del ’93 registran un demo de 16 canciones bajo la dirección de Alejandro “Poyo” Berenguer, un reconocido músico de la época que apadrina al conjunto. La cinta es recordada por el dibujo de portada expropiado del booklet de Rocket to Russia de Ramones, por la tirada inicial con idéntica cantidad de temas por lado (que implica su duplicado en casete de 90 minutos cortado y pegado a mano) y por la sorprendente demanda que lleva al dueño de la disquería Crazing a piratear copias propias. El registro es precario y la técnica musical no está desarrollada, pero hay un brillo en las composiciones que las salva de cualquier desprolijidad. Si bien la mayoría de las canciones están abordadas desde una mirada humorística, es en el terreno de la emotividad donde tienen su fuerte, así lo demuestran la crónica de solitarias borracheras de Otra vez, la nostálgica Viejas navidades y el homenaje a veteranos de Malvinas de Memorias de la guerra.
Embajada Boliviana se prepara para el Nacio-Rock de 1992, y para el siguiente año registran un demo con 16 canciones
El buen nombre de la banda comienza a expandirse con la venta del casete, a lo que suman presentaciones en el festival por la desaparición de Miguel Bru, un cierre de año junto a Pensar o morir y Jóvenes kadáveres en el sótano de la JIR-TE (rama juvenil del PTS) y un memorable show en el Club Avenida donde aparecen las primeras remeras pintadas a mano por sus fanáticos y nace “la número cinco”, suerte de hinchada formada por amigos y seguidores de distintos barrios platenses que los acompañaran en cada recital.
Perdiendo el control, su segunda cinta, marca una nueva escalada en la popularidad de Embajada, grabada en un estudio profesional, con un sonido más logrado que el de la anterior y composiciones con un tono más oscuro, influenciadas por los españoles Eskorbuto, que reflejan el pasar personal del cuarteto. El descaro juvenil sigue presente en canciones como Pedro y Juan, No pienso cambiar y Qué le voy a hacer. Se profundiza el costado romántico con Amor eterno y Pobre corazón. Y vuelven a sobresalir por sus baladas gracias a gemas como Adiós reina mía y la tristemente reflexiva Camino a la sanidad. La cinta se presenta el 15 de octubre de 1995 en Intermedio (de 48 entre diagonal 74 y 11), en un concierto junto a Pensar o morir y Komadreja, un show histórico para la ciudad tanto por la concurrencia como por el agite constante que prevalece desde el comienzo hasta el final de la velada.
El crecimiento de la banda alcanza tal magnitud que ya se comenta de su existencia más allá de la avenida 32. El público del Gran Buenos Aires tiene sus oídos puestos en ellos, más aún desde que un tal Ricky Espinosa los homenajea en el disco Underpunk de su banda Flemita. A pesar de los cielos nublados que hay en sus canciones, el futuro parece prometedor.
Nace una leyenda
Pensar o morir es la representación local de un sonido nuevo para el país: el hardcore de Buenos Aires. Lo que hasta entonces parece una movida exclusiva de ciertos barrios porteños es importada a la ciudad por un puñado de skaters ávidos del pogo y distorsión, que todos los fines de semana se toman el tren a Constitución y se meten en los más inhóspitos sucuchos de San Telmo. Inspirados por el sonido y las consignas éticas de No Demuestra Interés, Diferentes Actitudes Juveniles y Buscando Otra Diversión, deciden armar su propia banda. La energía que depositan en la organización de conciertos, la difusión de fanzines y casetes y el intercambio por correo con agitadores de todas partes, sumadas a una destreza musical sobresaliente, terminan por poner a La Plata en el mapa del hardcore mundial y a ellos como referentes dentro del estilo.
Los ideólogos detrás de POM son Sebastián “Tatan” Barbera y Juan “Juani” Naum, bajista y baterista respectivamente. Ellos arman Enfermo de todo (descarada traducción de Sick of it all, tradicional grupo neoyorkino de hardcore) junto a otros secuaces circunstanciales para el festival en la Escuela de Enseñanza Media N° 11 en el que participan con Embajada Boliviana y otras bandas. Más tarde reclutan a Juan Pedro Pereyra, Juan Manuel “Chueco” Larrosa y Juan Pablo “Gitano” Fava para los shows en las puertas de la Escuela de Periodismo y el sótano de la JIR-TE.
En el 94 Juani se va de viaje a Canadá y Estados Unidos y la banda reacomoda sus filas para la grabación de Hardcore, demo de cuatro canciones que los pone en contacto con bandas, zines y sellos de otras ciudades. Además de los conciertos locales junto a Embajada Boliviana, Komadreja y Acción directa, también realizan sus primeras presentaciones en Capital. El año termina con el desbande de esta formación y un futuro incierto hasta el regreso de Juani, que trae su maleta repleta de discos de la vanguardia hardcore neoyorkina, nunca antes escuchados por acá.
A través de fanzines, grabaciones de casetes e intercambio por correo postal, La Plata se pone en el mapa del hardcore mundial
Devenidos en cuarteto, apuestan a la creación de composiciones más arriesgadas, que brillan gracias al vuelo musical de Juani y Tatan, incursionando en terrenos desconocidos como el thrash metal, el punk melódico y el funk, distinguiéndose por el virtuosismo guitarrero de Gitano y el rapeo/griterío de Chueco.
El arduo trabajo compositivo se ve plasmado en Dolor, cinta que consigue la aceptación tanto del público platense como de los enlaces satelitales de otras ciudades y provincias que la reciben, regraban y pasan de mano en mano. Esta producción, inmortalizada por el dibujo de tapa con un niño asustado tras disparar accidentalmente a su hermano ante la horrorizada mirada de sus padres (adaptación de una obra del artista gráfico estadounidense Marc McKee), se graba en Estudios de la ciudad y contiene los primeros hits de la banda: el hardcore de factura neoyorkina contra el abuso policial de Armado (inspirada en el caso Bru) y el potente aliento de vida para una alma torturada en clave melódica de Dolor.
Las invitaciones a tocar a otras ciudades empiezan a llover a través del correo y el teléfono mientras Tatan envía decenas de copias diarias de la cinta y de su fanzine Otra oportunidad a todas partes del mundo. El ’95 cierra con el masivo show en Intermedio y una presentación en El Cafetal (49 entre 6 y 7) abriendo para los santafesinos Cabezones.
A fuerza de grandes canciones y estampillas adulteradas, la leyenda del hardcore platense comienza a grabar su nombre en la historia de la música alternativa.
La tribu de mi barrio
La Plata se gana la fama de tener una escena punk activa porque a la par de Embajada y POM se arman otras bandas, cada una con sonido, estética y actitud bien distintivas, agitando sus propios conciertos y producciones, atrayendo a gente de otros palos a la movida, compartiendo fechas, equipos y espacios, expandiendo el círculo social de antisociales que participan de ella.
Acción directa curte un sonido sucio y combativo, influenciado por The Clash y Dead Kennedys, al que bautizan como punk subversivo. Sus participaciones en festivales por los derechos de estudiantes y trabajadores, así como también sus consignas de lucha de clases, convocan no sólo a rockeros rebeldes sino también a militantes troskistas y de otras vertientes de izquierda.
Capitaneados por los hermanos Leandro y Sebastián Molfesa en guitarras y voz, con Nazareno Speroni en bajo y Matías “Tolo” Tolosa en batería, 5 sentidos se mueve dentro del mismo universo hardcore de POM, con una búsqueda más “volada» en sus letras -rozando lo abstracto-, y marcadas influencias melódicas propias del célebre sello californiano Epitaph.
Komadreja es una suerte de homenaje a los brasileños Ratos de porao (reconocidos por ser de las primeras bandas latinoamericanas en sumar elementos de thrash metal a su sonido hardcore). Formada por los hermanos Iván y Agustín Cavalieri, en batería y guitarra respectivamente, con Marcelo “Tati” Contreras en bajo y Pablo “Nari» Marchesi en voz, sus presentaciones reúnen tanto a punkis como metalheads.
El punk ramonero tiene en Cretinos a uno de sus mayores referentes locales. Inspirados en sus hermanos musicales de Embajada, pero con una búsqueda propia que se perfecciona al paso de los años, el cuarteto liderado por Lisandro “Toto” Ibarrolaza es la única banda punk de la ciudad que cuenta con el privilegio de presentarse en el estadio Obras Sanitarias.
En paralelo al desarrollo de este cenáculo, las Penadas por la ley saltan a la fama por ser el único grupo punk formado íntegramente por chicas (no sólo de La Plata, sino de todo el país), alcanzando rápida notoriedad gracias a su participación en el compilado Sick boy. La salida del disco Sexo débil? marca el batacazo de una carrera que hacia fines de los noventa se trasladará a España.
Pacto de Olivos mediante, el Califa de Anillaco consigue la reelección, garantizándose un nuevo mandato para seguir haciendo chanchadas a expensas del Estado. El desfalco le está saliendo a pedir de boca pero en algunos confines del país el espejismo cambiario ya no alcanza para entretener al tendal de pobres y desocupados que va quedando a su paso. Los movimientos sociales asoman su cabeza y se plantan en la ruta. Y el llamado a la insurrección deja de ser un canto exclusivamente punk.//LP