40 años de amor y de lucha

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Por Agustina Iafolla (*)

“El pibe es un futuro dirigente para la realización de un país distinto. Nosotros, de alguna manera, tenemos la esperanza de que este tipo de Obras, sirvan para formar cuadros, que el día de mañana vayan realizando un país para todos”.
Carlos Cajade

Ihan llegó al hogar diciendo que nos daba cinco días. Lo repetía una y otra vez cada vez que alguien se acercaba. Como si en su carta de presentación incluyera su corta pero intensa vida de exclusión. Había pasado por varios hogares el último año, y luego de amotinarse en el techo del último lugar en el que había estado, llegó a nuestro hogar, donde se quedaría transitoriamente. “Cinco días”, según él.

Me desesperaba saber que había tan poco tiempo para hacer algo distinto. Empezamos a armar un esquema con Gusti. La voy a ver a la Gorda (Lidia). Le hablo casi sin parar de la planificación de los días siguientes. Ella me deja terminar, sonríe y me dice “¿Sabes? me hace acordar a nosotros cuando éramos chicos: un pibe que se crió en la calle, que no pudo agarrarse a nada. Nos lo debe haber mandado Cajade. Vamos a darle unos días y vemos”.

Al otro día Ihan nos dice que se va a quedar 10 días mejor, pero que quería que lo “adopte” Lidia en su casa esos días. Ya va un mes y medio. Es que cuando hay dónde y hay quién, los pibes apuestan. Como cada apuesta, es incierta. Pero ahí renace cada vez, desde hace 40 años, nuestro Hogar.

El 24 de diciembre de 1984 Cajade decidía pasar la nochebuena en la casa de un grupo de pibes que pedían en la puerta de la iglesia. Así nacía nuestra Obra. Siempre me llamó la atención que entre las cosas que podría haber hecho esa noche (llevarlos con él a la cena familiar, comer con ellos en la iglesia, etc), eligió ir a su casa. Con la mezcla de elección e impulso que sucede cuando se produce algo del orden del encuentro.

Claro que después, ese primer encuentro se transformó en apuesta, esta apuesta en proyecto comunitario y ese proyecto comunitario en lucha. Esa que hoy mantiene viva su Obra adentro y afuera.

Pero es ahí, en esa capacidad de dejarnos tocar por el otro, que todo lo que sigue tiene sentido y potencia. En esa disposición a dejarnos encontrar por los pibes, a animarnos a conocer su realidad, entrar en su mundo y dejar que ellos entren en el nuestro.

Cada pesebre que hacemos con los chicos, revivo algo de ese punto de encuentro. Del que imagino esa Nochebuena y del que se da con cada pibe que llega al Hogar. Hay algo del amor y de la apuesta colectiva de cada batalla que damos en el cotidiano, que se siente cada año ahí, toda junta.

Porque Cajade es sobre todo eso que sembró en la Gorda cuando llegó con sus 4 años al hogar; es eso que continuamos sembrando en cada pibe. Por eso su Obra es esperanza en tiempos de grandes desilusiones e injusticias.

40 años después seguimos abrazando y sembrando humanidad en cada uno de los pibes que llegan. El “milagro” de esa Nochebuena sigue intacto y nos convence que la construcción de otro mundo para los pibes y las pibas, es posible. Y desde ahí nos obliga a luchar para realizarlo.

Acá tu Hogar, nuestro Hogar.

Acá tu Obra, que trasciende fronteras.

Acá los Pibes y los Pibitos de Cajade, 40 años después.

(*) Hija de Carlos Cajade y Subsecretaría de Promoción y Protección de Derechos del Organismo Provincial de la Niñez y Adolescencia.

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