La Pulseada cumple 20 años. En la calle, en las bibliotecas, en las escuelas, en las organizaciones. Contando historias, chequeando datos, amplificando voces. Tejiendo redes y haciendo periodismo, de ese que creemos necesario.
Abril es un mes de gestaciones para La Pulseada. Y por eso de trabajo, debates y decisiones. Más todavía cuando la mano viene atravesada y pide que levantemos la cabeza, apretemos los dientes y pelemos ingenio. Buscarle la vuelta a la cosa y avanzar es la cuestión. Y si es necesario, reinventarnos. Así andamos en este cumpleaños y así anduvimos tantas veces, en otras crisis.
Hace un tiempo largo ya, justo antes de la pandemia, contábamos en el editorial del último número impreso que nos achicábamos algunas páginas para poder seguir en la calle. No imaginábamos que un mes después el encierro nos iba a cortar también esa posibilidad. Y nos volcamos a nuestra versión web. Volver a entrar a imprenta una vez más es un sueño que cumpliremos para homenajearnos, a los que hacemos La Pulseada y a los que la leemos.
Abril es además el mes para recordar que aquella idea de Carlitos Cajade sigue vigente. Porque ahí afuera están latiendo las mismas injusticias que demandan las mismas peleas que nos hicieron nacer. Creemos en este espacio para hacer periodismo porque consideramos que nuestra voz y nuestra agenda hacen falta para no ser contados por otros.
Por estos días queremos que la toma de Los Hornos hable por sí misma, pretendemos saber qué pasa con los chicos con medidas de abrigo o encerrados, buscamos mantener vivo el legado de los desaparecidos, mirar alrededor, saber cómo están los espacios culturales populares, escuchar cuáles son los sueños de los pibes y pibas de la Obra. En ese camino estamos. Nos lo reclaman también los hermosos ojos y la enorme sonrisa de la Negri, nuestra generosa carta de presentación desde hace 20 años.