“Una segunda oportunidad”

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A mediados de los 70, Emilce Moler estaba en la Unión de Estudiantes Secundarios. “¿Cómo no iba a militar? Habría que haber vivido esos años para darse cuenta. Por supuesto que también estaban los que no se enganchaban, pero a la edad que yo tenía, y en Bellas Artes donde todo era libertad, participación y solidaridad, era imposible no militar. La revolución parecía estar ahí nomás”, nos dijo en agosto de 2003. Emilce es una de las cuatro sobrevivientes de La Noche de los Lápices. Hoy se ilusiona con el momento que estamos viviendo y con las esperanzas que renacen en ella y en los jóvenes.

-¿Qué te movilizó la muerte de Néstor Kirchner?

-Muchas sensaciones encontradas. La tristeza de la pérdida de una persona que es referente, que es líder -fijate que hablo en presente todavía-, que ha dejado un legado muy importante, que hizo un quiebre en una historia que venía con un declive respecto de la política, de las construcciones. Por otro lado, el encontrarse con gente de nuestra generación abrazándonos, vinculándonos y haciéndolo en la calle y no en forma individual, adentro de las casas… Eso ayudó a la elaboración del duelo. Y el elemento más distintivo y que le dio esta cuestión de sentimientos encontrados es la presencia de la juventud en la calle. Eso dio otro marco que trae muchas referencias, muchas vivencias.

-Dijiste en ese momento que habías visto muchos jóvenes apasionados comenzando a abrazar la política.

-Exacto. Es como que se hizo visible una juventud que aparentemente estaba invisibilizada durante todo este tiempo. Se había hecho la construcción de la juventud apática, la juventud violenta, la juventud desinteresada y, sin embargo, las calles y las plazas se poblaron de una juventud apasionada, interesada en participar de la política, con sensibilidad, porque empezamos a ver nuevamente jóvenes de clase media a quienes las medidas de este país no necesariamente los están influenciando directamente y sin embargo destacaban la asignación por hijo o las jubilaciones. Creo que eso es un salto cualitativo muy importante que estamos dando como país.

-Muchos jóvenes están comenzando a militar, a meterse en política, independientemente de qué postura tiene frente al gobierno nacional.

-Es muy importante que se vuelva a creer en algo, que los jóvenes vuelvan a tener esperanza… Se pueden desilusionar y está muy bien, pero es un proceso natural: la juventud tiene que creer, tiene que abrazar causas justas, tiene que ir por utopías, aunque después vengan tiempos de desilusión. Nosotros estábamos en un proceso que no era normal como país: por varios años, nadie se pudo enamorar de ninguna causa, no podíamos establecer ningún vínculo con la política porque era todo muy nefasto. Pudimos sólo trabajar para la oposición, para oponernos a determinadas cuestiones cuando lo natural es trabajar para la construcción, por lo positivo, por lo propositivo. Creo que eso es muy sano como estructura. Después puede venir la desilusión o “ir por más”, como se dice, pero desde una construcción positiva. Me parece que esto es de mucho saneamiento, de salud mental de nuestro país.

-¿Esos jóvenes te hacen acordar a vos en otra época?

-Tengo que ser cuidadosa con las comparaciones porque siempre que uno le deja esas cargas a los jóvenes respecto de la década del 70 me parece que le sacás juego, lo metés en un corset que les impide hacer su propio camino. Y hoy tienen que hacer su propio camino porque el país es distinto y están en mejores condiciones que nosotros, entonces las actitudes tienen que ser distintas. Creo que la referencia en donde uno se puede identificar es en la nobleza de las luchas y en donde uno también salía a luchar no por los intereses que le tocaban solamente a uno, que fue la característica que se vio durante todos estos años y ahora se ven cuestiones más generales y en eso puede haber un reconocimiento, pero me parece que están en un país mucho más interesante, con una democracia sólida y creo que los jóvenes van a abrir un camino muy interesante para todos nosotros.

-Hay otro proceso, no sé si es tu caso, de personas que creyeron y participaron en política, golpeados por los años que vivimos y que ahora comienza a creer nuevamente.

-Exactamente. En 2003 quienes fuimos militantes de la década del 70 tuvimos una segunda oportunidad. Quienes entienden de historia ven esto como un hecho único, muy raro, que toda una camada de gente diezmada tenga una nueva posibilidad de trabajar en política. Nunca pensé que iba a poder volver a la política. Entonces, acá se dan esas conjunciones que son muy interesantes, muy ricas y que ojalá las podamos aprovechar: una generación con mucha trayectoria, desilusiones, avances y retrocesos, con un legado muy interesante para compartir y una juventud pujante y no como antagonismo porque cuando nosotros éramos jóvenes en general con los adultos teníamos muchos antagonismos. Acá tenemos muchos puntos en común. Es un interesante desafío, para los jóvenes y para los adultos, encontrar puntos en común para avanzar juntos.

-¿Hay una receta o una fórmula para saber aprovechar este momento y no perderlo?

-No sé si es una receta pero creo que hay una pauta de conducta que guía y en la cual se ha avanzado y que es dejar los individualismos, dejar las cosas pequeñas y tener gestos de grandeza… Dejar los individualismos, dejar los intereses absolutamente personales y trabajar en proyectos colectivos en donde uno es una parte. Cuando uno se ubica como una parte de un proyecto, todo fluye de una manera mucho más clara y más natural. Por supuesto que pequeñas frustraciones individuales y roles que no son los que uno cree que tendría que ocupar, pero sabiendo que uno es parte de algo más grande, puede atender el teléfono, servir café o barrer el piso. Si tenés la grandeza o la viveza de ubicarte en eso, ahí es donde se hacen los grandes saltos para avanzar. Si prevalecen las cuestiones individuales, los vedetismos, los egoísmos, seguramente no vamos a poder aprovechar este momento.

-¿En la vuelta al debate y a la discusión política, a quién le das más valor, a Cristina Fernández o a Néstor Kirchner?

-Este es un proyecto que empezó con la figura de Néstor porque le tocó a él. Hay que correrse un poco de las cuestiones de personalidad y mirar el proyecto, las grandes pinceladas, para ver hacia dónde va la curva, que es una curva ascendente en todo la cuestión de distribución del ingreso y movilidad social y ver quiénes pueden conducir este proceso. Las características de forma le darán una pincelada de color, pero no más que eso.

-¿Qué estás haciendo hoy en política?

-Uno que no ha dejado de militar en lo que podía…En todos estos años trabajaba en lo gremial como docente universitaria y en derechos humanos. En 2003 mezclé esas características con la gestión y estoy en el Ministerio de Educación de la Nación aportando esos conocimientos que uno tenía en proyectos, particularmente me ha tocado en suerte integrar el equipo que lleva adelante la Asignación Universal por Hijo. Es como una continuidad… Cuando hablás con las organizaciones sociales, te sale decir “como decíamos ayer: los chicos tienen que ir a la escuela, tienen que estar sanos, los papás tienen que tener trabajo…”. Esos ejes no cambian mucho, ¿no?

Javier Sahade

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