Se trata de Raúl Sidders, quien se desempeñó durante casi dos décadas como clérigo de la Escuela San Vicente de Paul. Fue denunciado en la Justicia de La Plata por una joven pero hay al menos veinte víctimas que podrían sumar testimonios en su contra. Ahora la Iglesia lo envió a Puerto Iguazú para desempeñarse como secretario del nuevo Obispo y capellán de Gendarmería.
Por Carlos Gassmann
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El jueves 20 de agosto, con el patrocinio de las abogadas Pía Garralda y Claudia Ferrero, una joven inició una causa judicial por abuso sexual agravado contra el presbítero Raúl Sidders, por hechos ocurridos entre mediados de 2004 y 2007, cuando ella tenía entre 11 y 14 años, en el Instituto San Vicente de Paul (diagonal 80 y 115) donde cursó la escuela primaria y parte de sus estudios secundarios.
La particular damnificada, a quien llamaremos “Rocío” para preservar su identidad, solicitó que “el Sr. Raúl Sidders sea condenado como autor material de abuso sexual agravado por haber sido cometido contra una menor de 13 años aprovechando la condición de ser guía espiritual como sacerdote y docente de la institución”. La presentación se realizó en el Juzgado de Garantías N° 2 de La Plata, a cargo de Eduardo Silva Pelosi, y el fiscal interviniente es Álvaro Garganta, de la UFI N° 11.
Garralda expresó a La Pulseada que la querella ya cuenta con más de 20 testimonios y que se siguen sumando nuevos todos los días. “En principio se realizó la presentación judicial de Rocío pero ya se están preparando otras. En este primer caso, el delito imputado es abuso sexual agravado por haber sido cometido por el ministro de un culto (así lo prevé en su inciso b el artículo 119 del Código Penal). Hay otras personas que todavía no se han decidido a declarar cuyos casos pueden ser incluso más graves. Pensamos que una vez que el proceso esté en desarrollo es posible que se animen a sumarse”.
Más allá de que la Justicia de La Plata en sucesos similares no ha cumplido con las expectativas de quienes demandan, la abogada dice que luchará para que en esta oportunidad sea diferente. “Para eso contamos con el apoyo de organizaciones que combaten el abuso eclesiástico, con la adhesión de otras víctimas y con la experiencia acumulada en la pelea para que no quedaran impunes los delitos cometidos por los curas (Eduardo) Lorenzo y (Héctor Ricardo) Giménez”.
“Muchas madres esperan que sus hijos e hijas sean mayores de edad para que realicen ante los tribunales las acusaciones” (Julieta Añazco)
Julieta Añazco fundó en 2014 la Red Argentina de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico e integra actualmente Iglesias sin Abus@s. Aún busca poner término a la impunidad de Giménez por los vejámenes que le causó cuando tenía 7 años. Su espacio acompaña a las víctimas tanto a nivel legal como psicológico. “Como organización incentivamos a posibles víctimas a acercarse y brindar su testimonio, pero siempre respetando los tiempos de elaboración que requieran. Sabemos que cada persona tiene que atravesar su propio proceso para asimilar que eso que le ocurrió con un sacerdote constituye un abuso sexual. Hay que tener en cuenta que las víctimas de Sidders tienen hoy 28 años o menos. Ya hemos hablado con muchas personas que todavía no se dan plenamente cuenta de qué fue aquello que les sucedió”, explicó a esta revista.
Aclaró también que la pregunta siempre es “por qué no se habló antes”. Y asegura que “es muy difícil hacer pública una denuncia si no existe otra previa. Muchas madres esperan que sus hijos e hijas sean mayores de edad para que realicen ante los tribunales las acusaciones correspondientes. Pero el proceso de cada persona es distinto. Hay quienes dicen que sólo les pasaban cosas durante el momento de la confesión y que no recuerdan más. Todavía no pueden ver que ‘eso que les pasaba durante la confesión’ también constituye un abuso sexual. La secuencia para llegar hasta la denuncia es larga”.
“Hasta ahora –continúa Julieta– hemos tenido malas experiencias con el Poder Judicial, pero esta vez tenemos confianza en que actúe rápido para evitar que este sacerdote siga cobrándose más víctimas. Siempre vale la pena radicar la denuncia. Es el aval que tenemos para dejar sentado ante la sociedad que lo que decimos es cierto. Luego dependerá de la Justicia investigar o no. Ojalá Sidders sea juzgado, condenado y encarcelado en una unidad penitenciaria común. Haremos todo lo posible para que eso suceda”.
Confesiones del padre Raúl
Añazco ya había hablado de las sospechas que pesaban sobre Sidders. En la nota que nuestra revista publicó en noviembre de 2018 (La Pulseada 165), mencionó al sacerdote entre los prelados de la diócesis de La Plata que eran objeto de denuncias porque “presuntamente durante la confesión preguntaba a adolescentes si se masturbaban, cuántas veces y pensando en qué”. Esto “para cualquier organización que trabaja en la cuestión ya constituye abuso sexual”, afirmó.
El nombre de Sidders volvió con fuerza a la palestra cuando el 31 de julio último Prensa Obrera difundió en su portal digital diversos testimonios. La nota cita las palabras de Antonia, una ex alumna del establecimiento: “El primer día de clases, mientras se presentaba a una de las divisiones del secundario por ausencia de la profesora, el padre Raúl dijo, entre risas, que ‘ustedes, las mujeres, lo único que saben es comer, dormir y coger’. Quedé impactada”. Añadió que “a las chicas nos ninguneaba, nos decía que éramos gatos; a los varones no los trataba así, eran sus preferidos”. El artículo también afirma que a los varones les hacía preguntas fuera de lugar durante la confesión y que “a los alumnos que le decían que no sabían masturbarse, les enseñaba a hacerlo”.
La información incluye asimismo declaraciones de Ana, madre de otro ex alumno, Juan: “Mi hijo fue a esa escuela desde tercer grado hasta tercer año del secundario. Yo noté cambios en su conducta durante la preadolescencia, entre los 11 y 12 años. Se rateaba, se quedaba dando vueltas por el centro, no quería estar en el colegio. Tuve charlas con él, lo llevaba al parque para preguntarle qué era lo que le pasaba y él lloraba. Me decía que no le pasaba nada pero lloraba. Decidí llevarlo a terapia, tuvo dos terapeutas distintas. Nunca pensé que ocurría algo en la escuela”. Al llegar a tercer año, Juan dijo que quería abandonar el Instituto San Vicente de Paul y así lo hizo. Ana agregó que “siento culpa por no haber podido ver lo que le estaba pasando a mi hijo. Con lo que contaron sus amigos ya no me queda duda. Una ex compañera de trabajo que fue al mismo colegio me dijo lo que pasaba en el momento de la confesión y es exactamente lo mismo que relataron los chicos en mi casa”.
“De los homosexuales, no sólo Sidders sino también docentes nos decían que era gente ‘enferma’.” (ex alumna del San Vicente de Paul)
En una segunda nota del portal, se divulgó la historia de Rocío, que acaba de realizar la denuncia judicial y tiene actualmente 27 años. Ingresó a los 5 años al Jardín de Infantes San Bernardo, que también contaba como capellán a Sidders, y realizó la primaria y parte del secundario en el Instituto San Vicente de Paul. En ese artículo señaló: “A los 11 años comenzó a acosarme. En invierno, delante de todos, me pedía poner mis manos en los bolsillos de su sotana porque decía que las tenía frías y me hacía sentir su erección. Nos confesaba a solas en la capilla. Ahí me empezó a preguntar si había visto alguna vez a mis padres tener relaciones sexuales, si había visto a mi papá desnudo, si sabía lo que era un pene. A los 12, cuando ya estaba en sexto grado, empeoró. Me preguntaba si sabía masturbarme y, como le decía que no, me explicaba con sus dedos, sin tocarme, cómo hacerlo”. Le dijo: “Tenés que estar preparada porque la mujer tiene que complacer al hombre siempre” y le habló de “felación”, hasta le propuso enseñarle a ella y otro alumno a tener relaciones sexuales. Rocío pidió cambiarse de colegio pero sus padres la siguieron mandando. “Me ratee todo el año”, contó la joven, quien terminó de cursar en una escuela agropecuaria.
A partir de entonces, nuevos hechos que involucran a Sidders fueron referidos por ex alumnos y alumnas, ya sea contándolos de modo presencial a organizaciones que combaten el abuso, publicándolos en las redes sociales o escribiendo a una dirección de e-mail habilitada al efecto (investigación.abusos.raul.sidders@gmail.com). Un joven relató en Twitter que lo atormentaba por ser gay: “Me sacó del closet frente a toda la escuela sin que nadie hiciese nada”. Otros postearon que el sacerdote les decía que “los llamados ‘desaparecidos’ no son tales” y que “si pudiera vendría con botas hasta acá” (del ejército). Docentes que tuvieron entrevistas para entrar a trabajar en el colegio contaron que les aclaraban que el 24 de marzo estaba prohibido realizar cualquier conmemoración y que el 12 de octubre debía recordarse como lo quería la institución. El portal Info Blanco sobre Negro recordó que cuando un grupo quiso formar en 2013 un centro de estudiantes no se lo permitieron y que a una de las promotoras de la iniciativa, una chica de 16 años, el cura se le acercó y le dijo: “¡Hola montonerita!”. También mencionó que a los varones los llevaba a “retiros espirituales” que tenían según los participantes un requisito de silencio: nadie podía contar nada de lo ocurrido durante esos viajes.
La Pulseada habló con ex estudiantes del Colegio San Vicente de Paul que aunque no se consideraron personalmente víctimas de abuso confirmaron otros detalles de los testimonios que circularon públicamente. “Es verdad que Sidders siempre tenía buen trato con los varones y que a las chicas nos llamaba ‘gatos’. Los propios compañeros nos han dicho que los incitaba a ‘mirarnos el culo’. Antes la misa y la confesión no eran optativas, como ahora, sino obligatorias. Y él nos confesaba a solas en la capilla del colegio o en un cuarto todavía más chico que sirve como sacristía. Los varones ya me habían contado que al confesarlos acostumbraba a preguntarles si se masturbaban y pensando en qué”, describió una ex alumna.
La joven agregó que “lo que relatan en las redes los que se presentaron alguna vez para trabajar como docentes también es cierto: jamás mientras asistí al colegio se efectuó ningún tipo de acto que conmemorara el 24 de marzo. Sidders entraba a las aulas e interrumpía a los docentes cuando quería. Poco antes de las elecciones presidenciales de octubre de 2011, ingresó a todos los cursos con una urna y dijo que cada estudiante escribiera en un papel por quién votaría y lo depositara adentro. Todos pensamos en ese momento que tratándose de algo manuscrito no le iba a ser difícil darse cuenta de qué ideas políticas tenía cada cual y traía de su familia”.
También recordó que “nunca se ofreció en la escuela ningún tipo de educación sexual. A lo sumo algún profesor laico de religión, en cursos llamados de ‘salud y adolescencia’, nos explicaba las diferencias anatómicas entre hombres y mujeres. De los homosexuales, no sólo Sidders sino también docentes nos decían que era gente ‘enferma’. Cuando en 2010 fue el debate por el matrimonio igualitario inundaron el colegio de volantes que tenían dibujadas dos siluetas humanas grandes y dos pequeñas y llevaban escrito: ‘papá varón, mamá mujer y sus hijos: única familia verdadera’. Y, respecto de la legalización del aborto, muchas chicas iban con el pañuelo celeste pero era totalmente imposible que fueras con el pañuelo verde. Cuando estabas en los últimos años, Sidders te decía que en la universidad pública nadie piensa en vos, que hasta para los docentes sos un número más, promoviendo que nos inscribiéramos en las facultades privadas”, señaló una ex alumna.
La fuga a Iguazú
A principios de julio pasado, cuando era inminente que estallara el escándalo, el Arzobispo de La Plata autorizó el traslado de Sidders a Misiones. Víctor Manuel Fernández dijo que lo hacía por solicitud de monseñor Nicolás Baisi, ex Obispo Auxiliar de La Plata, designado Obispo de Puerto Iguazú el 8 de mayo pasado por el Papa Francisco. Fernández aclaró que Baisi deseaba contar con Sidders como secretario.
En una reciente comunicación del Obispado Castrense también se notificó que Sidders pasaría de desempeñarse como capellán de la Base Naval Punta Indio a cumplir la misma tarea con el Escuadrón 13 de Gendarmería Nacional de Iguazú. El 12 de agosto pasado Elindependienteiguazú.com intentó sin éxito hablar con Baisi (la respuesta fue que se hallaba de viaje) e informó que Sidders “se encuentra momentáneamente en la sede del Obispado de Iguazú sin cumplir funciones, esperando su nombramiento como capellán del escuadrón local de Gendarmería”. Ese medio digital sí consiguió en cambio un breve intercambio de palabras con el propio Sidders, quien únicamente dijo: “Lo de misógino puede ser pero lo otro es delito y pecado, y sobre eso no hay nada que resolver” (SIC).
Alertada sobre lo que estaba ocurriendo y preocupada por la posibilidad de que tenga contacto con comedores a los que asisten niños, niñas y jóvenes, la agrupación feminista “Mujeres Autoconvocadas” de Puerto Iguazú comenzó a juntar firmas para solicitar a la Municipalidad, al Concejo Deliberante y al Escuadrón 13 de Gendarmería que no se efectivicen los nombramientos que Sidders tiene pendientes en Misiones.
Poco antes, el 8 de agosto, Prensa Obrera difundió un comunicado que el Colegio San Vicente de Paul remitió a los padres, docentes y demás integrantes de su comunidad educativa. Dice, entre otras cosas, que busca efectuar una “aclaración” ante “la multiplicación de noticias falsas o confusas”.
La institución añade que “no obstante, el Tribunal Eclesiástico de la Arquidiócesis realizó una ronda de consultas y nos autorizó a comentarles informalmente que se consultó (SIC) a ex alumnos, docentes, familias, preceptores y otras personas que podían brindar información por conocimiento directo. La información objetiva recogida permite afirmar que la nota periodística anónima mezcló narraciones referidas a distintas personas y a diversos momentos históricos, interpretó todo a su manera y en esa confusión atribuyó todo indistintamente al padre Sidders. Las diferencias que se puedan tener con respecto al estilo, modo de pensar o de expresarse de un sacerdote no justifican acusarlo injustamente de cualquier acción”.
“A las chicas nos ninguneaba, nos decía que éramos gatos; a los varones no los trataba así, eran sus preferidos”. A ellos les hacía preguntas fuera de lugar durante la confesión sobre la masturbación
Luego agrega que “la información seguirá siendo analizada, aun cuando se refiera a personas que hace varios años que ya no trabajan en el colegio, pero no conforma propiamente un cuadro de abuso”. Sobre el final del escrito, sus autoridades manifiestan que el establecimiento “cumple estrictamente lo ordenado por el Arzobispo en sus normas de prevención de abusos. Por ello, las confesiones sólo se realizan en lugares visibles y nunca en lugares que no estén a la vista de cualquiera, y tampoco admite que los sacerdotes estén solos con menores en lugares no visibles, con lo cual no existe posibilidad alguna de que se produzcan hechos como los que insinúa confusamente la nota mencionada”.
Las disposiciones aludidas de Fernández fueron dictadas a poco de que asumiera al frente de la Arquidiócesis, en 2018, mientras que los hechos denunciados son muy anteriores a ese año. El 18 de agosto pasado Prensa Obrera recibió una carta documento en el que se le pedía rectificar su publicación de diez días antes por cuanto atribuía al Arzobispo un comunicado emanado del Colegio. Sólo ese hecho es objetado y no los contenidos informados. No obstante desde la Arquidiócesis se reservaron la posibilidad de iniciar acciones legales.
El 16 de julio pasado, el Vaticano dio a conocer una serie de directivas a las autoridades eclesiásticas de todo el mundo católico sobre el procedimiento a seguir frente a presuntos abusos contra menores cometidos dentro de la Iglesia. Uno de los puntos más importantes indica a los responsables de las diócesis o las órdenes que deben informar a la justicia civil competente, incluso en ausencia de una obligación legal explícita. Una vez más, nada de eso ha ocurrido en este caso.
Subnota > Los salieris de Aguer
Quién es Raúl Sidders
Raúl Anatoly Sidders nació en Buenos Aires el 21 de enero de 1961 y, por lo tanto, tiene hoy 59 años. Se ordenó sacerdote en San Miguel, provincia de Buenos Aires, el 20 de noviembre de 1988. En La Plata se hizo conocido por su programa “Ave María Purísima”, que se emitía los sábados por la mañana en el canal local de Cablevisión, y en el que destilaba su misoginia, lo que le valió una sanción del INADI (ver Los salieris de Aguer)
Una nota periodística subida a Youtube permite verlo en 1992 bajando de un helicóptero militar en la zona de Bella Vista, al noroeste de la provincia de Buenos Aires, Partido de San Miguel, luego de haber sobrevolado junto a autoridades civiles el río Reconquista para comprobar y denunciar su contaminación. Un año después el nombre de Sidders cobró notoriedad cuando, como párroco de la Iglesia San Pío X de Bella Vista, defendió el accionar del por entonces comisario de esa localidad, Víctor Huanca, relevado de la bonaerense por la sospecha de haber tenido algún grado de participación en el secuestro de la beba Eliana Garelli. La recién nacida había sido robada por María Rosa Díaz, estrechamente vinculada a Huanca, del interior del hospital Santojanni de CABA. La mujer fue localizada por la policía y se suicidó mientras la allanaban. Sidders sostuvo todo el tiempo que Huanca -a quien la Justicia no pudo comprobarle vinculación con el secuestro- era “un modelo de servidor público” que “había sufrido una fuerte presión mediática”.
En la Semana Santa de 2000, ya como capellán de Gendarmería en las proximidades de Junín de los Andes, Sidders ofició una misa para el presidente de la Nación, Fernando De la Rúa, quien estaba descansando en la zona cordillerana, por pedido del ex titular de la SIDE, el banquero Fernando de Santibañes, obligado a renunciar por el escándalo de las coimas en el Senado. Sidders dijo que fue su primer y único contacto con el ex jefe de los servicios de inteligencia.
En los últimos meses de ese año, el sacerdote fue protagonista de otro incidente que tomó estado público. Como capellán de Gendarmería decidió, sin informar al Obispado de Neuquén, construir una capilla en las inmediaciones del lago Huechulafquen. La Confederación de Organizaciones Mapuches (COM) denunció que se había apropiado indebidamente de tierras de la comunidad Cañicul y que había levantado el templo sin contar tampoco con la autorización de Parques Nacionales. Finalmente, el Obispo Agustín Radrizzani, a través de la Pastoral Aborigen de Neuquén, decidió expulsar de la diócesis a Sidders por pedido de los líderes mapuches y de integrantes de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE).
Encontró cobijo en La Plata y en 2002 el Arzobispo Héctor Aguer lo designó capellán de los establecimientos que forman parte de la Unidad Educativa Monseñor Lodigiani, es decir del Jardín de Infantes San Bernardo, de los colegios primario y secundario San Vicente de Paul y del Instituto de Educación Superior, todas instituciones ubicadas en la manzana comprendida entre las calles 43, 44, 115 y 116. En ese cargo permaneció por prácticamente 18 años.
En 2008 el nombre de Sidders volvió a aparecer en los medios de comunicación de todo el país cuando, en la capilla del cementerio Parque Memorial de Pilar, ofició el responso previo a la inhumación del periodista Bernardo Neustadt, quien en su juventud había sido pupilo del Colegio San Vicente de Paul de La Plata.