LIBRO
Cajas Chinas
Pablo Pujol
(Novela. 360 páginas)
Editorial Malisia
Ezequiel “el Mago” Gauna más que uno de los protagonistas de esta historia es una metáfora con nombre de jugador de fútbol. Un muchacho de barrio que juega al billar pero que tiene el don de hacer gambetas con el tiempo. Y todos sabemos, la gambeta es ese movimiento inmóvil, eterno, eso que algunos llaman epifanía. Es aquel recurso de Alfred Hitchcock que cita el autor, Pablo Pujol: zoom hacia atrás o adelante, traveling hacia adelante o atrás, manteniendo el encuadre, vértigo.
Un don hace diferente a cualquiera. Por definición, dios lo habita. ¿Qué hacer con ese don? O mejor: ¿Qué hace ese don con uno? Gauna es el mago inolvidable, que hace magia animando objetos desalmados en esta primera novela de Pujol, el nombre con swing para marquesina, que no puede hacerlo más lento. Mueve los objetos de la historia para envidia de René Lavand, mientras la historia de estas historias pasa por detrás.
Los personajes dejan marca: Gauna, el antihéroe oxímoron de pensamiento lógico deductivo con capacidades sobrehumanas, el perdedor, el que escapa a la manzana podrida. Laura, la femme fatal, niña araña, la víctima a defender en un mundo de lobos sueltos. Gauna y Laura, la pareja diptongo y su tilde Terranova. Terranova, el padre de Laura, es un sindicalista gastronómico enriquecido desde la dictadura. ¿Barrionuevo? Un secuestro extorsivo que recuerda a los ‘90, fortunas oscuras, complicidades sin luz al final del túnel. La manzana sigue podrida.
Hay un punto de cruce de géneros en esta historia en el cual al parecer se ha roto el verosímil, pero no. Este policial negro-argentino-nuevo gótico en clave freestyle, funciona como metáfora de las cajas chinas de nuestros últimos 40 años. El verosímil es lo que está puesto en juego de encastres en un país que desafía cualquier ficción.
Dicen que la técnica narrativa llamada de las cajas chinas consiste en meter una historia dentro de otra, dentro de otra, dentro de otra. Como El Quijote, como Las mil y una noches, como nosotros mismos. Todos sabemos que llevamos dentro historias hundidas, en otras historias, en otras historias: ¿Seremos cajas chinas sin encastrar?
Verona Demaestri