“Damiana no era un ser humano ni tenía derecho alguno”

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La producción de un grupo teatral local fue recientemente elegida para cerrar en Córdoba el Primer Festival de Teatro Científico. La obra trata sobre la niña aché restituida por el Museo en 2010, después de haber sido apropiada a principios del siglo XX. El rol de Alejandro Korn y los científicos alemanes en esta entrevista a Roxana Aramburú, científica y autora de teatro.

Por Carlos Gassmann

La última restitución de restos concretada por el Museo de Ciencias Naturales de La Plata en 2010 tiene detrás una terrible historia. En 1896 un colono del Chaco paraguayo encontró muerto su caballo y culpó al pueblo aché. En venganza, atacó junto a otros a un grupo de nativos. Sólo sobrevivió una niñita a la que, irónicamente, llamaron “Damiana”, ya que la jornada de la matanza coincidió con el día de San Damián. La pequeña fue entregada al holandés Ten Kate, jefe de la sección Antropología del Museo, quien a su vez la cedió como criada al médico Alejandro Korn, fundador del hospital de Melchor Romero. Creció como sirvienta en la casa de la madre de Korn y al llegar a la pubertad comenzó a tener “actitudes rebeldes”: se escapaba para encontrarse con un enamorado. Tras fracasar en imponerle las reglas morales de la época, Korn le diagnosticó “desenfreno sexual” y la internó en su establecimiento psiquiátrico. Dos meses después, a los 15 años, la adolescente murió de tuberculosis. Su cuerpo fue descarnado y enviado a la Facultad de Medicina. El esqueleto terminó en el Museo. Antes la habían decapitado y la cabeza fue enviada para su estudio al antropólogo físico Hans Virchowl, de Berlín.

A partir de un pedido presentado en 2007 por la comunidad aché, integrantes del Grupo de Investigación en Antropología Social (GUIAS) localizaron sus huesos y los entregaron en 2010 a miembros del pueblo Ypetimi de Paraguay. Dos años después, el cráneo, que se creía perdido, fue hallado por una periodista alemana en un hospital universitario de la capital germana. Recién en 2012 se logró reunirlo con el resto del esqueleto. En una emotiva ceremonia, adultos y niños la velaron toda la noche y al día siguiente, más de un siglo después, le dieron sepultura en un parque nacional. La renombraron “Kryygi”, que en su idioma originario refiere al tatú carreta, especie en vía de extinción por la tala de árboles, “porque nuestros niños y niñas también han ido desapareciendo” como esos armadillos.

Basadas en este episodio, la dramaturga santafesina Patricia Suárez y su par platense Roxana Aramburú escribieron la obra teatral Damiana, una niña aché. El caso también dio pie a un documental dirigido en 2015 por el argentino Alejandro Fernández Mouján, titulado Damiana Kryygi, y a una obra de danza-teatro paraguaya, también de 2015, llamada Damiana, una historia silenciada, con dirección de Wal Mayans e interpretación de Raquel Martínez.

“Creemos que Damiana fue apropiada con unos dos años, apenas decía tres palabras de su lengua”

La pieza de Suárez y Aramburú fue distinguida en 2012 en el certamen Aplausos por la inclusión, organizado por el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, la Sociedad Argentina de Gestión de Actores e Intérpretes (Sagai) y la Sociedad General de Autores de la Argentina (Argentores). En 2015 el Grupo Teatro Coyuyo de La Plata llevó el texto por primera vez a escena y se encargó más tarde de reponerlo en distintas salas de la ciudad. La puesta cuenta con la dirección de Raúl Bongiorno y con la actuación de un elenco integrado por Graciela Knesevich (Damiana), Ana María Haramboure (Verena) y Mario Lombard (Robert). El Concejo Deliberante de La Plata declaró a la obra “de interés cultural” y la Cámara de Senadores de la Provincia de Buenos Aires destacó “su aporte a la promoción y defensa de los derechos humanos”.

Hace muy poco, seleccionado por los organizadores junto a otros seis espectáculos, la producción de Coyuyo fue elegida para cerrar, el 4 de octubre pasado, en el Espacio Blick de la ciudad de Córdoba, el Primer Festival Nacional de Teatro Científico (I FeNaTeC), que se desarrolló en paralelo con el Congreso Internacional de Comunicación Pública de la Ciencia (CoPuCi 2019).

Además de ser Licenciada en Biología y Doctora en Ciencias Naturales de la UNLP, Roxana Aramburú se desempeña como docente e investigadora en esa casa de estudios. En su faz artística, es escritora, directora y actriz. Creó, sola o en coautoría, relatos cortos y decenas de obras teatrales, que han sido publicadas y representadas tanto en el país como en el exterior. Como dramaturga recibió premios en la Argentina y en el extranjero y textos suyos para la escena han sido traducidos a otras lenguas. Asimismo intervino activamente en varias ediciones de Teatro por la Identidad. Este es el diálogo que sostuvo con La Pulseada.

¿Cómo conocieron la historia de Damiana y decidieron convertirla en una obra dramática?
Estábamos con ganas de escribir juntas y le propuse a Patricia hablar del caso Damiana, que empezaba a salir a la luz por esa época, en 2010. Me pareció que era un tema con muchas facetas, que ponía en cuestión varias cosas: pueblos originarios, rol de la ciencia, infancias vulneradas, apropiación, mano de obra barata. Empezamos a trabajar inmediatamente y en poco tiempo tuvimos el texto terminado. La motivación fue puro deseo de escribirlo, de darlo a conocer bajo un lenguaje teatral.

Damiana, según una de las fotos del Museo de La Plata

¿Cuánto de la pieza se basa en documentos y cuánto es fruto de la imaginación?
Buena parte de lo que aparece en el texto o da sustento a la ficción está documentado por los mismos naturalistas involucrados, como Ten Kate, (Charles) de La Hitte o (Robert) Lehmann-Nitsche. Por supuesto que nosotras aprovechamos los resquicios para ficcionar pero hay revistas científicas de la época que hablan de la historia de Damiana y del destino de su cuerpo luego de muerta.

-¿Robert está inspirado en alguien que existió o es un personaje ficticio?
Definitivamente existió: es Robert Lehmann-Nitsche. Era un antropólogo, etnógrafo, médico y lingüista alemán que se desempeñó en el Museo de La Plata desde 1897 hasta 1930. Muy vinculado a Damiana, él mismo dice en su publicación científica Relevamiento antropológico de una india guayaqui (dedicada al doctor Alejandro Korn “en testimonio de agradecimiento”): “La cabeza de la indiecita, con su cerebro, fue mandada al profesor Juan Virchow, de Berlín, para el estudio de la musculatura facial, del cerebro, etc. El cráneo ha sido abierto en mi ausencia y el corte del serrucho llegó demasiado bajo. Aunque, por este motivo, la preparación de la musculatura de la órbita no será posible, lo que quería hacer el profesor Virchow, el cerebro se ha conservado de una manera admirable. La cabeza ya fue presentada a la Sociedad Antropológica de Berlín (véase el artículo del señor Virchow) y pronto vamos a disponer de publicaciones más amplias”. En esta publicación, Lehmann-Nitsche cuenta con detalle la historia de Damiana desde la matanza de su grupo familiar hasta su propia muerte. Él fue además autor de Textos eróticos del Río de la Plata en español popular y lunfardo, una compilación de rimas, adivinanzas, dichos y canciones de tono picaresco que editó con el seudónimo de Víctor Borde en 1923. En este dato real nos basamos para ficcionar sobre el encuentro de Robert y Damiana a solas.

Hay quien dice que Damiana fue arrancada de la comunidad aché cuando era una beba y quien afirma que ocurrió cuando tenía 4 años. ¿Pudieron precisar el dato correcto?

El Dr. Robert y Damiana en una de las escenas clave de la obra

Creemos que Damiana fue apropiada con unos dos años, apenas decía tres palabras de su lengua. Partiendo de esta base, calculamos que fue llevada a vivir a casa de Verena Korn a los cuatro años, por la información que ofrecen los mismos antropólogos.

Cabe interpretar que Verena y Robert representan dos de las caras de la civilización occidental: el cientificista que considera cualquier creencia como superstición y la anciana creyente que vive pendiente de las reglas de su catolicismo. Pero a pesar de sus diferencias ambos se muestran igualmente incapaces de comprender a Damiana y terminan tratándola con la misma crueldad.
Sí, efectivamente. Para ambos, aún desde sus puntos de vista opuestos, Damiana no era un ser humano ni tenía derecho alguno.

¿Qué significa para vos que la obra haya sido seleccionada para cerrar en Córdoba el Primer Festival de Teatro Científico? ¿Qué reacción suponés que provocará entre los investigadores?
En principio es una gran alegría, es un texto que aprecio mucho y el producto que ofrecen Raúl Bongiorno y el elenco es excelente. Ellos completaron la tarea de Patricia y mía con creces. Por otro lado, lo veo como una conquista, porque el lugar del científico, que es a la vez artista, es un territorio de disputa y conflicto, al menos para mí. Es muy alentador que un congreso de comunicación pública de la ciencia tenga incluido este festival y nos encontremos con otros grupos que apuestan a la ciencia y al teatro.

Reunís la doble condición de científica y artista. ¿Cómo conviven en vos esos dos mundos? ¿Los percibís como difícilmente compatibles, conciliables, necesitados de diálogo?
Los dos costados conviven necesariamente, forman parte de mi todo. No fue fácil hacerlos amigar, cada tanto entran en conflicto. En el ámbito científico no fue nada sencillo. Es increíble lo mal visto que puede estar que una científica se dedique al teatro. Yo ya venía sumando problemas en lo científico, porque además de ser mujer, ser artista y dedicarme a la escena ya era demasiado. Inicialmente lo oculté pero llegó un punto que tenía un reconocimiento público y tomé la decisión de enfrentar a quienes consideraban la imposibilidad de sostener ambas profesiones. Veo con agrado que podamos incorporar esta característica dual de muchos de nosotros, porque esa diversidad en la que vivimos no sólo  enriquece nuestra existencia sino nuestro trabajo. Ese entrenamiento con el que contamos nos permite salir de ciertos planos y fantasear con otras posibilidades. Esto sin lugar a dudas potencia nuestro trabajo como científicos, y viceversa. Yo digo que cuando doy clases soy actriz y cuando escribo soy investigadora, porque hay una interacción continua y una retroalimentación constante entre las dos actividades.

“En el ámbito científico no fue nada sencillo. Es increíble lo mal visto que puede estar que una científica se dedique al teatro”

Algunos dicen que no se puede juzgar fuera del contexto histórico. Que lo que hicieron con Damiana está relacionado con el pensamiento vigente en la época. Pero en el Museo de La Plata había una importante influencia de antropólogos físicos alemanes, que en muchos casos buscaban legitimar científicamente una ideología racista que sostenía la supremacía aria, y ya para entonces existían dentro de la disciplina enfoques opuestos. Además, mucho antes, a principios del siglo XVI, Bartolomé de las Casas había dicho que “los indios tienen alma”, “son tan hijos de Dios como nosotros y merecen ser tratados como tales” y denunciado la explotación y los crímenes que cometían contra ellos los conquistadores. ¿Se justifica condenar lo hecho a Damiana o es caer en un anacronismo?
Efectivamente hay un contexto histórico pero no hay que olvidar que a ese contexto lo construye el poder político. En esa misma época otras voces cuestionaban lo que ocurría y si era legítimo el tratamiento que se les daba a esas personas. En el Museo se descarnaban personas que habían muerto. Evidentemente para esos casos no corría la reglamentación municipal para el tratamiento de las personas fallecidas. En los años de la llamada “conquista del desierto”, las familias se separaban y distribuían como personal de trabajo, incluidos los niños. Eso no se me ocurre a mí, consta en los diarios de la época. En 1878, en El Nacional, bajo el título Hoy reparto de indios, se publicó: “El Ministerio de Guerra informa a la ciudadanía que los días 5 y 6 de octubre, de 8 de la mañana a 6 de la tarde, se entregaran indios para su utilización en estancias ganaderas. Las indias aún salvajes pueden ser útiles en tareas domésticas en las residencias de las familias porteñas. Es necesario destacar que el comportamiento de las indias dista de ser civilizado por lo que es menester la adaptación de las infelices. También hay a disposición de los señores comerciantes y firmas de esta plaza, indios menores de edad. Los infelices, aun careciendo completamente de las gracias de la civilización, pueden utilizarse con sumo provecho para mandados diversos. El reparto de los salvajes se realizara gratuitamente en el Hotel de Inmigrantes”.

“En los años de la llamada ‘conquista del desierto’, las familias se separaban y se distribuían como personal de trabajo, incluidos los niños”

¿Por qué hasta hace muy pocos años las autoridades del Museo seguían negándose a la restitución de los restos a las comunidades originarias?
Me parece que el Museo aún conserva un núcleo hoy pequeño pero con larga tradición que es contrario a las restituciones. No es más que el apoyo actual a la idea de la cosificación, considerarlos objetos de estudio. La mayoría de las veces se habla de pérdida de patrimonio de las colecciones, que fueron obtenidas en muchos casos por matanzas y profanaciones. Hay una glorificación de algunas figuras, esto se puede rastrear en publicaciones. No podemos olvidar que el perito Moreno (muy relacionado al poder político de la época) fue el fundador y que al Museo se lo llama “el cementerio de la conquista”. Pero los tiempos cambiaron, surgieron antropólogos jóvenes (como los integrantes de GUIAS) y la percepción de la gente con respecto a la exhibición humana también se modificó. De hecho cada nueva restitución convoca a más gente a estar presente, a participar del acontecimiento. Por otro lado, hay leyes que obligan a restituir si la comunidad de origen lo pide. Claro que el Museo como institución tiene tiempos burocráticos que pueden ser muy lentos. El caso de la restitución de Damiana fue especialmente complejo debido a que era desde dos países (Argentina y Alemania) hacia un tercero (Paraguay).

¿El caso de la propia antropología no sería un buen ejemplo de la ambivalencia de la ciencia? Nacida como disciplina al servicio de la administración colonial terminó siendo la primera en denunciar el “etnocentrismo” y enseñarnos el relativismo cultural.
Efectivamente, los antropólogos de fines de siglo XIX y principios del XX tenían interés en demostrar la superioridad “racial”. La misma Damiana fue enviada a Berlín para comparar su cerebro con el de niñas germánicas. El surgimiento de la antropología tiene mucho que ver con la dominación. Esto indica, una vez más, que no se puede pensar la ciencia por fuera de su contexto sociopolítico. Es trabajo de los nuevos antropólogos cambiar ese paradigma por uno más inclusivo, donde prime el respeto por la diversidad cultural y los derechos humanos.

¿Hay algo que quieras agregar?
El caso de Kryygi (como la llama su pueblo aché) es para mí un equivalente de la apropiación de niños en la dictadura. Suprimida su identidad, con un nombre que recuerda en el santoral la fecha de matanza de su grupo familiar, no hace más que resonar en los que vivimos muchos años después otro genocidio, el de la última dictadura cívico-militar.

 


“Ella no recuerda nada”

Fragmento del segundo acto de Damiana, una niña aché, de Patricia Suárez y Roxana Aramburú. Las acciones transcurren entre abril y mayo de 1907 en una casa en San Vicente en la que se encuentran su dueña Verena, madre de Alejandro Korn; Damiana, la joven aché que trabaja como su criada y un visitante, el antrópologo, médico y lingüista alemán Robert Lehmann-Nitsche.

El dr. Robert y Verena, la madre de A. Korn

VERENA: Hace doce años que Damiana vive acá. No conoce el mundo y espero que nunca lo haga.

ROBERT: Ha sido una bendición para ella. Se la ve tan cándida, ¡tan inocente y virginal!

VERENA: Hay, de todos modos, ciertas cosas que me inquietan. A gran parte de su historia la ignoro.

ROBERT: No creo pertinente que conozca el relato del Dr. De la Hitte; es sumamente crudo.

VERENA: Hay algo ahí guardado dentro de su alma… un destino. No quisiera mencionar esto, pero tengo miedo de sus reacciones; tal vez haya alojada una fiera dentro suyo y no lo sé. En su mirada esquiva, sumisa, hay un fondo de desconfianza.

ROBERT: Si usted quiere saber algo en particular, con gusto se lo contaré. Pero para su tranquilidad, le digo que ella no recuerda nada. Solamente decía tres palabras cuando la llevaron a la estancia Sandoa.

VERENA: A veces la sueño comiendo carne de caballo en el monte o trepada a un árbol, uno que mi Alejandro dice que se llama pindó, cortando palmas con un machete feroz. Siempre está… Se persigna desnuda mostrando con impudicia su cuerpo. Discúlpeme. Soy una señora mayor, profundamente religiosa. Hay cosas que no se pueden tolerar.

ROBERT: Por eso mismo, Sra. Verena, no quiero hacer un relato de esa carnicería.

VERENA: Me pregunto por qué Dios ha castigado así a esa gente… A menos que no fuera Dios, sino el Diablo. Pero eso no puede ser: porque el señor del mundo es Dios Padre Nuestro Señor y nosotros servimos a Él y no al Demonio. Porque el demonio es el Mono de Dios, y nosotros sus servidores y entonces… entonces… ¡me cuesta tanto pensar en esto! Nunca logro entenderlo bien y desde que murió el padre Otto, mi confesor y director espiritual, yo no logro comprender… Ay, no sabe qué angustia oprime mi alma. Estos indios, ¿son hijos del Mono de Dios? ¿O lo son del Señor, hermanos nuestros?

ROBERT: No debe pensar en eso. La teología no es una ciencia pero el catolicismo es el remedio de la civilización femenina. La gran cataplasma espiritual. Es difícil de comprender para un alma caritativa, temerosa del Señor, vetas tan finas de la religión. Deje estas cuestiones para los peritos del Vaticano.

VERENA: Andar sin vestido, vagando por la selva como una tropa de cuadrumanos, buscando fruta, saqueando los corrales de los colonos que sólo saben de trabajar y rezar…

ROBERT: Vea la parte positiva; un pueblo destinado a desaparecer. Una de las razas más antiguas de Sudamérica: una verdadera pérdida. Gracias a este lamentable suceso, tenemos tanto material para estudiarlos, e inclusive un ejemplar vivo, al alcance de la mano para hacer mediciones, comparar con las niñas germánicas. Debería estar tranquila, usted hace una labor encomiable. ¿Qué hubiese sido de ella sin su paciencia y generosidad?

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